30 abril, 2024

El subsidio a los combustibles es un tema de índole mundial

En un último artículo en el blog del IMF (IMF Blogs – Fossil Fuel Subsidies Surge to Record $7 Trillion escrito por Simon Black, Ian Parry y Nate Vernon) hace hincapié que, en el 2022, los gobiernos del mundo subsidiaron alrededor de US$7 billones apoyando a los medios productivos y consumidores de los países a consecuencia de la invasión de Rusia a Ucrania y por los daños económicos que dejó la pandemia a nivel global. Dicha cifra equivale al 7,1% del Producto Interno Bruto (PIB) del mundo. Eso equivale a un gasto superior a lo que los países invierten en educación (4,3%) y dos tercios de lo que se gasta en salud (10,9) en el mundo.

Las cifras tienen dos connotaciones: la primera, para los que creen que el hombre es causante del cambio climático pudieran argumentar que el subsidio a los combustibles no colabora con las metas de bajar la temperatura del planeta.

Para los que creemos que la tierra tiene su propio ciclo climático de millones de años y no estaremos en el planeta para contarlo, ya que el hombre es causante de la destrucción de su propio entorno y no del cambio de temperatura, vemos que efectivamente el subsidio a los combustibles sirvió para mitigar la crisis mundial en otras parte del planeta; en otras palabras, mientras en el mundo se subsidiaba para hacer frente a la invasión Rusa, Ecuador se desgarraba en violentas protestas en junio del 2022. Por un lado, no se llegaba a nada por el lado de los combustibles debido a que el gobierno de Lasso retrocedió en sus políticas de eliminación de subsidios por la presión de las clases indígenas y; por otro lado, el sector camaronero e industrial reclamaban por haber sido afectados por el paro indígena y el incremento del Diesel en aproximadamente 40 centavos ($1,50 a $1,90 aproximadamente) desde el 2021 al 2022.

La realidad es que el 70% de la demanda de los combustibles son importados a precios internacionales y el resto proviene de las refinerías de Esmeraldas, La Libertad y Shushufindi; es decir, exportamos petróleo e importamos gasolinas y Diesel a falta de producción nacional.

El subsidio a los combustibles no es fácil de presupuestar porque depende de la demanda interna y de los precios internacionales; me explico, en el caso hipotético de que se incrementa el consumo interno de los combustibles por crecimiento de la economía más el incremento del precio internacional de las gasolinas sumado al robo de los mismos, el subsidio sería mayor y por ende, el desequilibro en las cuentas públicas ocasiona un déficit presupuestario, ya que la comercialización de los mismos a precios fijos sigue fuertemente atada a las importaciones estatales. Prueba de lo mencionado es que, en 2022, el gobierno del presidente Lasso termino gastando $4.560 en subsidios a los combustibles; lo que significa que fue superior en 71% a los $2.667 millones presupuestados para ese rubro.

Se preguntarán, ¿Y cómo termina esta historia?: En tomas de medidas económicas que al muy corto plazo implican la búsqueda de recursos para cubrir el déficit presupuestario por las únicas vías posibles: crecimiento económico que recaude más impuestos, nuevo endeudamiento, concesiones de activos productivos, achicamiento del Estado o incremento de nuevos impuestos. Sin embargo, existe una nueva alternativa planteada por el candidato Daniel Noboa que sería parte a la solución del problema; esto es, aumentar la capacidad de refinación de las refinerías para cubrir la totalidad de la demanda nacional del consumo de combustibles. Esta propuesta atraería inversión extranjera en el sector petrolero diezmado por la inconstitucional consulta sobre el Yasuní, tema no concluido hasta que alguien pretenda “a nombre de la ecología” quitar plazas de trabajo a los indígenas del oriente ecuatoriano.

En conclusión, en el 2022, el subsidio de los combustibles fue $4.560 millones y llego a ser más del doble del año 2021 ($2.214 millones). Para el 2023, dicho subsidio pudiera pasar de los $5.000 millones dado que el robo de combustibles está imparable a falta del uso de tecnologías que detecten el atraco por mar y tierra.

“¡Qué falta de ignorancia!” (Diría Cantinflas) para llegar a acuerdos nacionales. Nos olvidamos de que los subsidios a los combustibles equivalen a más del doble de los gastos en Policía ($1.391) y Defensa ($1.535). Son superiores a los $3.570 millones que se gasta en Salud y los $2.708 que se presupuesta en Educación.

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