29 abril, 2024

¡Ah, los libros! ¡Estos libros!

Hablo de los míos, que hoy los tengo en rimeros, fuera de las repisas de mis bibliotecas, que puedo tomarlos en las medias vueltas de mi escritorio, para leerlos, manosearlos y hasta acariciar a algunos.  Libros que ya ni las bibliotecas públicas los quieren… Me dijo una bibliotecaria:

-Entiérrelos o quémelos – 

Libros también leídos por mí o mi hombre amado, aunque los de él, están también en las bibliotecas de nuestros hijos; donde encontrarlos es para mí un acontecimiento feliz.   Libros rayados por las plumas de mi hombre, como yo aprendí a hacerlo, de todo lo que golpea mis sentimientos o también la erudición de mucho de ellos…

Hoy a breves rasgos: uno leído en el año 2000, el mismo año de su primera edición – de Martín Babra – El anuncio del duende -Pregonando la vida, obsequiado por la escritora actriz argentina Alicia Fernandez Rego, a quien con su hombre Kune Greenberg llegaron a Guayaquil y luego de su primer fantástico recital en la Casa de la  Cultura  de la ciudad y al cruzarnos en la puerta de salida, nos preguntaran -Por un hotel-  Los invitamos a hospedarse en nuestra casa, que fue la de ellos durante todos los viajes a Ecuador.

De ahí el libro al que hago mención hoy del argentino Martin Babra, –El anuncio del duende – Pequeño en su formato, pero grandioso en su filosofía -54 páginas ilustradas por pinceladas y rayados fantásticos de Julio Ojeda.

Dejo a los lectores de este artículo, emitan sus propios criterios y análisis de algunos debates, verdaderas filosofías de la vida. (Unos cuántos entre cientos del libro) 

  • Vivir en el ser, conduce a la búsqueda permanente de lo esencial…
  • El asombro es condición de los hombres sabios y de los niños…
  • Los hombres que no saben ver su sombra en el día que viven, son sólo sombras que pasan…
  • La música estridente es la forma de contaminación del alma…
  • El más pobre de los hombres es el ignorante…
  • El corazón de un padre no late igual que los demás. Palpita en todos los poros de la piel…
  • Tan ocupados están los hombres en crear nuevos medios de comunicación, que no tienen tiempo de comunicarse…
  • El sol llora en su rama sea unos días de sol que se extraviaron.
  • La grandeza en el alma tiene la quieta timidez de la montaña…
  • El buen trato entre los hombres es como un fresco rocío en pleno día…
  • Los hombres de mala fe persiguen a los hombres inocentes, porque estos son espejos que reflejan su malicia…
  • Tu primer afán en este día debe ser mantener tu alegría; el segundo, transmitirla a los demás…
  • Amigo es el extraño convertido en hermano por el poder del amor…
  • La amistad auténtica es el amor llevado a su más alto grado de pureza…

……

Por la paz del mundo

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SANTIAGO de Guayaquil. Una leyenda de amor

Muchos nos dicen “monos” (y creen que nos ofenden, cuando en realidad hasta nos hace gracia), otros se dicen a sí mismo “guayaquileño madera de Guerrero”, somos guayaquileños, ¡y eso es lo que importa!

Recordando algo de historia en este mes de Guayaquil en sus tradicionales fiestas julianas, los guayaquileños y guayaquileñas no debemos dejar pasar al olvido la leyenda que propicio el nombre de nuestra cálida ciudad.

Primero fue “Santiago”, y, es que los conquistadores españoles rendían así culto a su patrono, el apóstol Santiago. Llamando con ese nombre a la ciudad más grande de nuestro territorio. Lo que podemos decir, constituye para nosotros un gran honor. Luego, añadirían el nombre de “Guayaquil”.

Santiago, uno de los privilegiados “doce”, que iban y venían con Jesús, era hijo de Zebedeo y hermano de Juan, predicó el Evangelio hasta su muerte, cuando fue enviado a decapitar por el entonces rey de Judea, Herodes Agripa. Cuenta la tradición que al apóstol se le presentó la Virgen María en Zaragoza, la “Virgen del Pilar”, también patrona de los españoles.

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