28 marzo, 2024

La macrosolución

Con grandes titulares los medios de comunicación informan que hemos conseguido nuevos préstamos de las instituciones internacionales, olvidando que es un PRÉSTAMO, es decir, que tenemos que devolverlo y con intereses. La noticia no es halagadora, como parece, ya que la meta a la que deben propender las autoridades económicas es que se invierta en el Ecuador, con dinero fresco y no con préstamos que agraven la precaria situación del presupuesto fiscal. 

El gobierno debe centrar su capacidad en hacer del Ecuador un país atractivo para la inversión, a fin de que regresen las divisas que fueron retiradas del mercado en los últimos años por el pánico financiero y la creciente inseguridad jurídica. Para que los inversionistas retornen sus capitales al Ecuador, hay que crear las condiciones de seguridad total, para ser interesantes internacionalmente y nos prefieran frente a otros países.

No se trata solamente de «superar la crisis», lo que se quiere es ser prósperos y tener un crecimiento sostenido. La mira no puede estar apuntada a «bajar el índice de desempleo» sino en obtener pleno empleo. Pensar de esta manera no es ser ilusos, otros países que han vivido situaciones de desastre económico como el nuestro, lo han logrado. 

Toda medida correctiva que se tome debe estar dirigida a infundir confianza en el País, para crear en él las mejores y más atractivas condiciones de la región. Así el Ecuador incentivará a la inversión nacional y extranjera, y consecuentemente generará empleo, saldrá de la pobreza y controlará a la delincuencia.

Antes de analizar un proyecto económico se debe considerar si genera o no confianza; si lo hace pasa a debate, caso contrario, ni siquiera se lo discute. Es que aquí es donde se fragua la macrosolución que engloba a todas las propuestas: en la confianza en el país y en su gobierno. Lo ideal sería medir con un instrumento el grado de confianza que produce una propuesta; lastimosamente este aparato no ha sido inventado. Sin embargo, somos lo suficientemente inteligentes para identificar cuáles medidas dan seguridad al inversionista y cuáles lo ahuyentan.

No pasarán la prueba de confianza: los amarres de los congresistas; el sistema intimidatorio de cobro de impuestos; las complicaciones del Reglamento de Facturación; los cuestionados servicios que brindan el IESS, Pacifictel, la administración centralizada del Estado; la creación de más y más trabas que se imponen a la empresa privada y la correspondiente solución a las dificultades que facilitan quienes crean la traba previo el pago de una comisión; la corrupción; la extorsión…

Pasarán la prueba: la modernización de la educación, la simplificación de los trámites, la racionalización tributaria, la flexibilización laboral, la unificación salarial, la privatización de los servicios, la autonomía de los gobiernos seccionales, la consistencia cambiaria, la estabilidad jurídica, el presupuesto fiscal balanceado, la drástica reducción de la burocracia y la mínima injerencia del Estado en los negocios privados. 

Así es como atrajeron ingentes capitales los países llamados Tigres Asiáticos, haciendo mover a su favor la balanza de la economía mundial.



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La palabra cabreado hace relación al enojo, fastidio o disgusto, y creo que algunos consideran su uso como no educado, pero no es así. Estar enojado, fastidiado o disgustado es todo ello junto más una dosis de determinación a protestar y reaccionar al respecto. Resumiendo, estar cabreado es castizo, no es patán y se origina en la cabra un animal arremete contra que todo lo que fastidia. Felizmente no hay ningún editor que pueda retener mi entrega a causa de la semántica. Y eso suele suceder con quienes sustentan ese cargo de Director de Opinión, cargo que sugiero al diario el Universo lo haga desaparecer. Es un contrasentido, porque la opinión no está sujeta a nadie que pueda hacer cambiar una palabra, una frase y peor influir en el contenido de una entrega de opinión, porque entonces dejaría de serla.

Y estoy cabreado con Gamavisión porque esta semana ha seguido insistiendo en usarme para esta malévola intención de judicializar o desprestigiar a diario El Universo respecto a asuntos sucedidos hace dos décadas. Y como no son valientes sino al parecer serviles tratan de resucitar a los muertos en base del contenido de mi libro ”Al desnudo” que resume veinte años de mis escritos de opinión publicados en diario El Telégrafo, cuando éste existía de verdad. No debería estar tan cabreado si considero que ha resucitado la venta e interés de este libro del cual se editaron 3.000 ejemplares, quedando algunos cuantos en mi bodega del ayer.

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