24 abril, 2024

Como testigo de ese día…

Antes de que llegues ya has llegado
Te aguardaba encadenado a mi lascivia
Eres el fuego que enciende mis lubricidades,
Te he deseado desde antes de desearte.

Acariciándome mi cuerpo me excitabas
Rompiendo la timidez de mis inhibiciones
Dando rienda suelta a mí desaforado impulso
Para irrumpir con mi dureza tus profundidades.

Prisionero de tus brazos me entregaba,
Arando surcos en tu cuello con mis labios,
Mientras tu piel se desquiciaba a borbotones
Cuando sentías que mi voracidad colmaba tus pasiones.

Exprimido entre tu fuerza vi la gloria
Mientras subías y bajabas demandando más satisfacciones
No sé si te mordiste o me mordías,
Cuando enterraba la última gota mi amor en tus entrañas.

Sofocado tu ardor con mí fluido…
Tus silencios daban paso a la ternura
Y gozoso en el regazo te quedabas,
Con tu satisfecha pasión como testigo de ese día.

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Volver a hablar de Amado Nervo, es rememorar la hermosura del sentimiento, del dolor, de la pena, sobre todo si volvemos a los versos de sus últimos años.

Leamos primero su “AMEMOS”:

Amemos
Amado Nervo

Si nadie sabe
ni porqué reímos,
ni por qué lloramos;

si nadie sabe
ni por qué vinimos,
ni por qué nos vamos;

si en un mar de tinieblas nos movemos,
si todo es noche en rededor y arcano,
¡Al menos amemos!
¡Quizás no sea en vano!

Para dar una idea de su apasionamiento, veamos su verso “Cobardía”, en el que relata cómo se aleja de la
posibilidad de amar, por miedo al sufrimiento:

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