Olmedo y Rocafuerte; guayaquileños ilustres, creyeron en la República Federal para la creación de una gran estado y seguramente habrÃa tenido mas posibilidades de éxito del esfuerzo de BolÃvar amparado en el Uttiposidetis del Derecho romano, norma utópica que atentaba contra las realidad de la geografÃa y de la historia.
A partir de 1843 Olmedo y Rocafuerte pudieron comprobar que el General Flores buscaba la reelección presidencial y la continuación de su Gobierno para su beneficio con la intención de reelección indefinida, a través de una Constitución a su antojo y que se habÃa entregado al militarismo extranjero y a una rancia oligarquÃa.
Rocafuerte, fue quien primero denunció el absolutismo de Flores, y calificó la Constitución resultante de semejante asamblea, de «Carta de esclavitud» de los ecuatorianos a un amo extranjero.
Al decir de J.J. Pino de Ycaza, a través de toda nuestra historia republicana, de una u otra manera la lucha por el poder, ha sido «Regionalista, departamental», ha sido una realidad constante y condicionante…: La nación, una divina «entelequia»!… Nuestra polÃtica, nuestra historia misma han salido de las condiciones «regionales»… El Partido conservador no fue otra cosa, en sus orÃgenes, que la hegemonÃa quiteña, de tesis «centralista» . Y el partido liberal una tesis de autonomÃa regionales. Por eso, la católica y dulce morlaquÃa fue liberal, hasta los primeros cimientos anti-religiosos y dogmáticos del radicalismo, en 1877… Por lo mismo, la historia escrita por plumas quiteñas, ha ensalzado a GarcÃa Moreno, a Caamaño y a Plaza, que se vincularon a los intereses y a la hegemonÃa quiteña. Y ha deprimido a Urbina, a Veintemilla y a Alfaro. Y eso, aunque los tres primeros eran de las tierras costaneras y los siguientes – con la excepción del último, eran nativos de los Andes Quiteños. Porque el hombre es solo la sombra fugitiva; y lo perenne es el accidente geográfico».
«Por eso la región explica a Rocafuerte. Como explica el rugir de los «clanes» de la tierra baja, el aletazo sublime de la «ODA AL GENERAL JUAN JOSE FLORES VENCEDOR EN MIÑARICA», bajo el resuello de los pulmones palúdicos de Olmedo».
La realidad nacional dictamina que «El Ecuador se ha retirado a un convento; en tanto que Venezuela va hacia un Cuartel; y Nueva Granada, a una Universidad. Por eso la realidad autóctona, que se traduce en frailes y en latifundistas está al lao de Roca. El provenir, el infundio «europeizante» de la hora está con Olmedo.
Con él está la «Inteligencia». Y Rocafuerte?… Ya Cicerón lo dijo. «Si tu no tomas en cuenta lo que tiempos exigen, si no tomas en cuenta a los que te rodean, yo te niego el nombre de sabio.» Pero Rocafuerte desprecia a Cicerón, burgués y Latifundista. Es siempre Catalina, «giróndino romántico» que ahora pide que «no puedan ser presidentes,  los que no hayan cursado la Enseñanza Secundaria» Quizás piensa con Robespierre «Yo estoy hecho para combatir el crimen y no para gobernarlo». Por eso, cuando el voto de Vallejo acaba de confirmar el triunfo de Roca, el gran romántico de los sueños exclama: «Se ha preferido la vara del mercader, a la musa del cantor de JunÃn». Y añade -cubriéndose- púdica y teatralmente los ojos: «El triunfo de Roca sobre Olmedo, es el triunfo de la Barbarie sobre la civilización»… La revolución Marcista y su periodo comprendido desde el 6 de Marzo de 1845 hasta 1859, es una época donde predominan las ideas provenientes de la revolución Francesa: Igualdad, Libertad y Fraternidad: principios liberales que se ajustan a las costumbres y formas de vida de la Costa Ecuatoriana como era la provincia de Guayaquil Independiente.
A quienes estén interesados en participar con documentación histórica u opiniones que hagan referencia al Bicentenario de la independencia de Guayaquil, los invitamos a enviar sus aportaciones a: bicentenario@desdemitrinchera.com