29 abril, 2024

El sembrador de odios

“Divide y vencerás”, esta célebre frase ha sido atribuida a Julio César, a Maquiavelo, a Filipo de Macedonia, a Napoleón, a Alejandro, es decir a todos los que han buscado conquistar. El proyecto es simple, divide a la oposición, hazlos pelear entre ellos, que se debiliten y aprovecha para eliminarlos y ser el vencedor. Según Maquiavelo, el fin justifica los medios, de ahí que todo lo que se haga para lograrlo, es permitido.

La forma eficaz de dividir, es sembrando odio entre hermanos. Si se provoca en un grupo envidia por lo que tienen otros y se les envenena el alma, haciéndoles creer que ellos no pueden tener algo, porque los otros lo tienen acaparado, es fácil crear odio y división entre hermanos. Cada uno cree que su hermano le ha robado o piensa recuperar lo que cree que le pertenece, y en esa forma se logra una lucha entre hermanos y el vencedor es el que dice que él va a impedir que el otro le robe, cuando quien en verdad está robando, es el que dice defender al indefenso.

Es fácil comprobar esta aseveración. Hablen con cualquier persona que viva en uno de esos paraísos socio-comunistas y pregúntenle cómo vive. Miren los ejemplos de Corea, Cuba y Venezuela. ¿Por qué la gente desea huir de esos sitios?  ¿Son locos? ¿Por qué la gente habla del sueño americano? ¿Por qué prefieren correr el riesgo de ser deportados? Ahora hay temor, porque el Presidente quiere defender a los americanos y habla de América para los americanos, por su deseo de eliminar a los delincuentes infiltrados entre los  inmigrantes que desacreditan a éstos, delinquiendo y haciendo daño en U.S.A.

En cualquier país del mundo se puede vivir, si se tiene deseo de trabajar y de ganarse el pan con el sudor de la frente, y el Gobierno permite la libre Empresa y favorece la inversión en fuentes de trabajo y desarrollo. Algunas veces, en países como el nuestro, esto no es posible por la falta de oportunidades. Si el Gobierno favorece la inversión y ofrece garantías para el emprendedor, el desarrollo es la consecuencia lógica y el país se recupera y sale adelante. Es duro no encontrar empleo y de eso sí tiene la culpa el Gobierno ¿Si deseo invertir mi capital para montar un negocio, lo haré para perder mi dinero?  La pregunta es ¿Estoy loco? Nadie pone un negocio para perder dinero. Primero estudio la factibilidad del negocio, exploro sus pros y sus contras y si en mi análisis lo veo conveniente, me arriesgo a iniciarlo. Es absurdo lo contrario. El Gobierno debe facilitar la inversión, y la creación de nuevas Empresas, para fomentar la producción y el crecimiento de la nación. Si las leyes existentes lo impiden, ¿Quién invierte?, y se pierde la oportunidad de crear fuentes de trabajo.

“El que no trabaja, que no coma” advierte San Pablo en su segunda epístola a los Tesalonicenses, (2 Tesalonicenses 3:10)  frase dura, muy dura, pero necesaria para que las personas reflexionen sobre el trabajo. ¡El trabajo dignifica al hombre! Khalil Gibrán lo dice bellamente:

“Pero yo os digo que la vida es obscuridad cuando no hay un impulso,

y todo impulso es ciego cuando no hay conocimiento

y todo saber es inútil cuando no hay trabajo,

y todo trabajo es vacío cuando no hay amor.”

Fe y Alegría lo expone en su refrán: “Es bueno darle un pescado al pobre, pero es mucho mejor enseñarle a pescar.” Acostumbrar al pueblo a vivir en la miseria, esperando la caridad del Gobierno, sin incentivarlos al progreso, es hacerlos esclavos, para vivir explotándolos y aprovechándose de su infortunio.

Sembrar odios para dividir, es la acción más ruin que puede practicarse. El odio es un sentimiento negativo, que corroe el alma y destruye lo que tenemos de valor interno.

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Tiempos Revolucionarios

Corrían los tiempos de la llamada partidocracia; exactamente el 16 de enero de 1987, el presidente Febres Cordero, en la Base Aérea de Taura, había sido secuestrado; ya en la tarde, después de un día de tensiones para el país, Febres Cordero era liberado. En Guayaquil, sus seguidores le habían preparado un recibimiento, esperaban que sea apoteósico; la gente era traída desde los suburbios para engrosar las filas del recibimiento; este trabajo lo hacían los “líderes” que promovían invasiones, entre otros destacaban Balerio Estacio, Jaime Toral Zalamea y Carlos Castro. La pobre gente que estaba obligada a acudir a donde se les ordenaba, tenían la esperanza de que se haga realidad el ofrecimiento de un pedazo de tierra y poder construir una modesta vivienda; no importaba la extorsión y maltrato de quienes controlaban estos asentamientos, no asistir a la manifestación ordenada significaba perder el solar que les habían sido asignado; para estos extorsionadores era su modus vivendi; los políticos de turno en el poder les habían otorgado patente de corso, ellos tenían la obligación de “sacar a la gente” para las marchas y contramarchas.

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