10 octubre, 2024

En la Partida del Doctor. Francisco Díaz Galarza

Estamos  aquí en la estación ineludible, donde todos los hombres nos embarcamos tarde o temprano.

Hoy en la partida de Francisco Díaz Galarza, luego de tanto vivir con su familia: su mujer querida, sus hijos, sus  nietos y más miembros, de quienes  fue muy amado como esposo, padre, abuelo, tío, hermano, pariente y amigo.

Francisco Díaz Galarza, gran amigo nuestro -del hombre de mi vida  con quien se conocían desde jóvenes- y también amigo mío: compartiendo nuestras casas en la Kennedy y departiendo esos sábados inolvidables,  junto a Aurita su mujer amada, en nuestro rincón de orquídeas y más plantas florecidas, ante la pileta que nos deleitaba con su caer del agua en la fontana.

¡Ah días inolvidables! Hasta el del regreso de su tan paseado  Buenos Aires”, “cargado de tangos”,  los cuales nos ofreció  oírlos juntos;  quedando dicha invitación trunca por la ida de mi hombre amado; a lo que yo le decía los lleve en su partida,  al encuentro con todos aquellos  amigos de Chimborazo y Capitán Nájera, en que se reunían, según lo contaban, en las noches de ese Guayaquil,  en que podían hacerlo en las esquinas “los chicos del barrio”.

“Esos chicos”, que ya crecidos como él, fueron grandes en la vida de la ciudad,  la nación ecuatoriana y el mundo.

Un ejemplo él,  Doctor en Medicina, que marcó puntaje positivo aquí y en Europa donde estuvo por su especialización.  Maestro de nuestra Universidad de Guayaquil, donde se entregó en la cátedra para cientos y hasta miles de alumnos,  hoy profesionales,  que recibieron de él su sapiencia.

-y más aún- como  científico en sus investigaciones plasmadas en libros de su autoría.

Entonces estamos también aquí, para rendirle homenaje al hombre que a más de ser gran amigo de los presentes, es un ciudadano ilustre, que entregó su sapiencia médica a la Patria ecuatoriana desde la gran Universidad guayaquileña y en todo foro que se presentó; como igual,  miembro de tantas instituciones  científicas y culturales,  nacionales y extranjeras; entre ellas nuestra querida ancestral -“Cultura y Fraternidad”- en que compartimos foros y estrados artísticos y académicos, con fraternos de tanta valía nacional e internacional.

¡Y no más por hoy!…  Aquí en el andén de la despedida a Francisco Díaz Galarza, diciéndole a más de cuánto lo apreciamos personalmente, cuanto reconocemos su valía nacional. Por lo que será siempre un hombre imperecedero para la ciencia ecuatoriana.

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