25 abril, 2024

Ley de Hierro

Felipe IV, el Hermoso (1268-1314), también conocido como El Rey de
Hierro; gobernó Francia, según los historiadores, durante 29 años. El
historiador, novelista y ensayista francés Maurice Druon, nos narra bellamente
y nos hace conocer los entretelones de esta etapa turbulenta de la historia
europea, en la saga de “Los Reyes Malditos”.

Druon, inicia el primer tomo de la serie, así: “Al comenzar el siglo XIV,
Felipe IV, rey de legendaria belleza, reinaba en Francia como amo absoluto.
Había dominado el orgullo guerrero de los altos barones, sofocado la
sublevación flamenca, a los ingleses en Aquitania e incluso al papado, al que
había forzado a instalarse en Aviñón. Los Parlamentos obedecían sus órdenes
y los concilios respondían a la paga que recibían. (…). Seis de sus vasallos
eran reyes y la red de sus alianzas se extendía hasta Rusia. Ninguna riqueza
escapaba de sus manos. Paso a paso, había gravado los bienes de la Iglesia,
expoliado a los judíos y atacado a los banqueros lombardos.

“Para hacer frente a las necesidades del Tesoro alteraba el valor de la moneda.
Cada día el oro pesaba menos y valía más. Los impuestos eran agobiantes
y la policía se multiplicaba. Las crisis económicas engendraban la ruina y
el hambre que, a su vez, eran la causa de sangrientos motines. Las revueltas
terminaban en el patíbulo. Ante la autoridad real, todo debía inclinarse,
doblegarse o quebrarse.

“Pero la idea de nación estaba arraigada en la mente de este príncipe cruel,
para quien la razón de Estado se imponía a cualquier otra. Bajo su reinado los
franceses eran desdichados.

“Sólo un poder había osado oponerse: la Orden de los Caballeros del Temple,
la formidable organización militar, religiosa y financiera cuya gloria y riqueza
provenía de sus orígenes en las cruzadas.

“La independencia de los templarios inquietó a Felipe el Hermoso y sus
inmensos bienes le hacían ser muy codicioso. Instigó contra ellos el proceso
más burdo que recuerda la historia. Cerca de quince mil hombres estuvieron
sujetos a juicio durante siete años, período en el que se perpetraron toda clase
de infamias”.

Lo narrado no es en el Ecuador, es pura coincidencia; de todas maneras
es un buen momento para recordar la frase de Marx que dice: “La historia
suele repetirse, primero como tragedia y luego como farsa, y que lo segundo
anuncia la clausura de un ciclo histórico”. Veamos si esto se cumple en
nuestro país.

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Ventanas Cerradas

En el Ecuador estamos viviendo un tiempo oscuro, negro, sin un fin específico, llenos de esperanzas pero sin una verdadera meta concreta.

Estamos encerrados en la utopía de un tirano terco que no acepta lo contrario de sus ideas balbuceadas detrás de un micrófono de cartón, siendo escuchado por títeres de los cuales sus cuerdas son manejadas por el mismo opresor. Nos mantiene ciegos, sordos, con un control mental, promoviendo la desinformación e inspeccionando que en nuestros cerebros solo se encuentren sus maquillados pensamientos turbantes y el movimiento en masa que nos mantiene engañados con expectativas que nunca serán realizadas.

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