El expresidente peruano Alan García

La visita a Quito y charla magistral del expresidente peruano Alan García no ha recibido la necesaria cobertura y atención del público como se merecía.

Invitado por la Cámara de Industrias y Producción de Ecuador, García hizo hincapié en la unidad de los sectores público y privado para desarrollar el aparato productivo y mejorar la redistribución de la riqueza.

“En un esfuerzo público y privado” se deben “afrontar los retos inmensos que ahora nos plantea la nueva economía mundial”, dijo García y enfatizó en que la incorporación de la tecnología en la producción es un elemento fundamental para alcanzar mayores estándares de desarrollo y progreso de los pueblos.

“Estoy convencido que tenemos inmensas oportunidades” en la región ante “un mundo que crece, pese a que las noticias, repetitivas, nos digan que no crece”, subrayó.

Estas palabras no me parecían venir del mismo presidente García que conocí personalmente en 1988, durante una reunión de Ministros de Agricultura. En la reunión informal a la que convidó, tocó la guitarra, cantó y bebió; jactándose del sobrenombre de “caballo loco” que no sé si él o el grupo se lo había endilgado.

Sin duda era un hombre dinámico y disfrutaba, al igual que varios inmaduros, de sus ideales universitarios que distan mucho del mundo real.

Esta primera gestión de gobierno se caracterizó por la peor crisis económica en la historia del hermano país con una insólita hiperinflación y un recrudecimiento de los embates del terrorismo liderado por Sendero Luminoso. Durante su primer período (1985 a 1990) virtualmente destruyó la economía y estructura legal de Perú.

Sin embargo, ya comenzaba a demostrar que escuchaba y maduraba. Iba formándose el presidente García que pasó de ser un egocentrista a una persona con tino.

Empero, quedaron secuelas de diversas acusaciones que provocaron que en 1991 fuera retirado del Senado para soportar una investigación.

Producida la crisis constitucional de 1992, escapó hacia Colombia y Francia arguyendo una persecución política hacia su persona por parte del régimen de Alberto Fujimori. Fue declarado reo contumaz; no obstante, dada su larga ausencia del país como prófugo de la justicia, los delitos de cuales fue acusado prescribieron.

A la caída del régimen fujimorista, García retornó al país para postularse en 2001 pero triunfó Alejandro Toledo, durante cuyo gobierno (2001-2006) fue el líder de la oposición. Triunfó en las elecciones de 2006 al derrotar a Ollanta Humala (UPP) en segunda vuelta.

Su segundo gobierno, se caracterizó por el inicio de grandes proyectos económicos y la restructuración de las relaciones diplomáticas. A escasos días de culminar el mandato su segunda gestión era muy aprobada por los peruanos.

La economía global entendió García, que eran un “conjunto articulado” de fuerzas “que se compensan” y que logran crear un balance general y generar oportunidades para las economías emergentes.
En lo global, manifiesta que el sistema mundial crecerá en tanto se adhiera al sistema de comercio libre y democrático, poniendo de ejemplo a su país que durante su última administración alcanzó un muy alto y constante crecimiento sostenido.

Con la sabiduría de no volver a cometer sus mismos errores, Alan García continuó y pulió la política económica de Alejandro Toledo, aunque con una óptica más agresiva para mejorar la cuestión social.

Los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos y Tailandia serán repotenciados con los Tratados efectuados con Chile y México. Su política de austeridad, permitió un importante ahorro fiscal.
Las reservas internacionales, sin maquillar, del Perú, alcanzaron un récord histórico.

Como parte de la nueva integración con Chile, se comprometió a impulsar la actividad internacional y logró que el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica acepte al Perú como miembro pleno.

El 20 de septiembre de 2006, anunció que el futuro TLC con Singapur pasaría a su tercera ronda de negociaciones.

Sin la menor duda que Perú lo recordará como un buen gobernante y muchos pensamos que su presencia en el más alto cargo del vecino país será requerida en el futuro próximo.