Como ser y estar siempre bella

La mujer es siempre bella. Su belleza es física y espiritual. El cuerpo (como lo describe Manuel Benítez Carrasco en su poema Tus cinco toritos negros) y su alma. Sin dudarlo, lo más bello de una mujer está en su alma y su alma se refleja en su rostro.

Estuve casado con la mujer más bella de este mundo. Han pasado ya casi cinco años desde que me abandonó y al observar a miles de mujeres, concursantes de torneos de belleza, chicas que caminan por la calle y mujeres de todas las edades, reconozco que donde mejor se refleja el alma de una persona, es en los gestos de su rostro y tengo que darle la razón a Charlotte Wolff, brillante psicóloga, sexóloga, feminista judío-alemana del siglo pasado que nació en lo que era Prusia en 1897 y falleció en 1986, quien asevera que el continuo gesto de amargura, disgusto o tristeza, va marcando en las arrugas de la cara, la infelicidad del alma. La cara es el espejo del alma. Puedo asegurar que con sólo ver y conversar unas pocas palabras, se puede conocer el alma de una mujer.

Charlotte Wolff, en su libro “La psicología del gesto”, hace un análisis muy interesante sobre la forma en que los gestos de una persona, van cambiando su faz. Algún genio en grafología dijo una vez que si uno desea tener siempre un carácter ecuánime, sereno y controlado de acuerdo a los análisis de la grafología, debe escribir siempre a máquina. El libro de Wolff habla de las líneas que se marcan en el rostro con el paso de los años y de cómo estas líneas pueden endulzar o agriar tu rostro de acuerdo con su presencia en tu faz.

Toda persona que vive disgustada, inconforme con su vida, grita, insulta o amenaza, crea arrugas en su frente y en los costados de su boca, que van cambiando su rostro y convirtiendo una faz agradable en una cara agria y desabrida, que refleja las tormentas de su alma.

Nunca he visto en mi vida una cara más plena de felicidad y de alegría que la de mi mujer en su misa de cuerpo presente. Pese a haber tenido un marido violento, grosero y mal humorado, ella, con la dulzura de su alma lo fue convirtiendo poco a poco en alguien que la mereciera. Su forma de ser, conciliadora siempre, aún teniendo la razón, no permitió que su rostro envejezca, por más que la enfermedad hiciera todo lo posible por robarle su belleza.

Los cirujanos plásticos más capacitados pueden quitar las arrugas de un rostro, pero al poco tiempo vuelven a aparecer por más bótox que se use.

La clave para ser siempre joven, bella y hermosa es simple: Llene siempre su alma de amor, controle su carácter, hable en tono bajo, buscando razonar en vez de imponer, no sufra por lo que va a pasar y a lo mejor no pasa. La verdadera fortaleza está en vencerse a sí mismo y en lograr lo que se desea, porque la otra persona quiere, por ella misma, cambiar. Desee siempre lo que es bueno, lo que no haga daño a nadie y sea felicidad y bienestar para todos. Como dice un viejo y sabio refrán: “Cuando naciste, tu llorabas y los demás reían. Vive tu vida de modo que cuando mueras, todos lloren y tú sonrías.”