8 diciembre, 2024

Démosle de comer

También el alma, como la tierra buena, necesita un cuidado vigilante para dar fruto. Hay que acoger en ella la semilla de la palabra de Dios, enseñada por la Iglesia; hay que regarla frecuentemente con los sacramentos que nos infunden la gracia; hay que abonarla con el esfuerzo por practicar las virtudes cristianas; hay que quitar las malas hierbas de las pasiones desviadas; y hay que compartir sus frutos por el buen ejemplo y la propagación de la fe. No hay cultivo más importante que éste ni que ofrezca fruto más seguro, un fruto que va hasta la vida eterna.

Beato Papa Juan Pablo II –

El evangelio de esta semana nos relata la multiplicación de los panes. Es importante parar a analizar este evento porque nos puede servir para nuestra vida. Jesús estaba enseñando a la gente cuando los discípulos les dijeron que los despida porque todos tenían que comer; y ellos no tenían comida para todos. Es importante analizar aquí que la gente seguía ahí porque si bien tenía hambre, tenían más hambre espiritual y por eso no se iban a comer a su casa, sino que seguían aprendiendo.

Jesús les dice a los discípulos que les den de comer. Aquí hay dos cosas importantes: los discípulos tenían comida sólo para ellos – 5 panes y dos peces – y Jesús les dice que los compartan. La segunda y más importante observación es que Jesús no dice “Yo les doy de comer”, como hizo Dios con el maná en el desierto en la epoda de Moisés o con Elias. No, Jesús les dice a los discípulos que ellos les den de comer a esa multitud. Y a quien le dice en realidad que les de de comer a la multitud hambrienta? A sus seguidores. A nosotros. Hoy nos dice “dadles de comer”. Y no de lo que nos sobra sino de lo que necesitamos. Pero no solamente comida física sino también mental (educación) y espiritual (revelar la Palabra de Dios).

También es importante ver que no les pide que den lo que no tienen. Ellos si tenían cinco panes y dos peses. Jesús nos pide que compartamos y que ayudemos con los talentos que tenemos; y que si ayudamos, estos se multiplicarán.

El gran milagro en este episodio es el compartir. Y el querer servir. Eso es lo que nos enseñó Jesús a través de sus discípulos. Y fue una enseñanza haciéndolos practicarla, no diciendo cosas teóricas, ni haciendo El todo el trabajo.

En nuestro país y a nuestro alrededor lo que más hay es gente que necesita de nuestro apoyo desde el punto de vista económico y de afección. Lo más importante la educación y la parte espiritual donde incluyo el tema de los valores. Hay que volver a inculcarlos. La gente está hambrienta por esto; no pensemos que no. Simplemente necesitan a alguien que los guie por ese camino. Un pastor que guie sus ovejas.

No esperemos que sea el Gobierno el salvador, ni que Dios lo haga. Démosle nosotros de comer a quien lo necesita.

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Definitivamente, no puede haber equilibrio jurídico entre el individuo, como parte integral del
Estado, y las normas conducentes a regular y aplicar leyes que garanticen una vida plena, si
se evidencia el más mínimo resquicio que vulnere sus derechos. Es por eso que toda norma
consagrada en la constitución, tal cual es nuestro caso ecuatoriano, debe ser contemplativa y
garantista de todos y cada uno de esos derechos. Aun con mucha más razón, tratándose de los
derechos de las personas consideradas de doble vulnerabilidad y riego; tal cual es el caso de los
niños por nacer.

Por tanto, siempre debemos entender y poner en verdadera practica un simple, pero
contundente concepto del Derecho que dice: “Como principio justo, legitimo, inalienable y
directo, el Derecho es la facultad legítimamente contenida en nuestro diario convivir. El Derecho
no admite ninguna circunstancia que lesione, transgreda, desconozca y/o que se anteponga a
su naturaleza. El derecho no estipula contenidos de carácter supuestos, ni tampoco se le pueden
referir falsas interpretaciones. Por eso es invulnerable, justo, legítimo y directo”.

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