10 octubre, 2024

¿Qué mismo es la democracia?

Tanto ha sido repetido que, para la mayoría de la población, ir a elecciones o elegir autoridades es sinónimo de democracia. El abuso de la confusión ideológica es tal que nada mejor, para cumplir con la democracia, que de forma permanente imponer, por cada triquitraque, elecciones. Irónicamente resulta, así, que un simple procedimiento “técnico” o “metodológico” es ahora lo verdaderamente sustantivo de un modo socio político de administrar una sociedad. Más aun. Existe todo un andamiaje, toda una maquinaria que se echa a caminar, con costos económicos y sicosociales, por demás caros, para que algún candidato concluya gritando que “¡He sido elegido Constitucional y Democrá ticamente!”. Lo que significa, en la práctica, “Ahora ya puedo hacer lo que me venga en gana… A partir de hoy yo impongo mis criterios, mis deseos…”.

En otras palabras, mediante las urnas/voto físicas o virtuales alguien, cualquiera que sea, logra el “derecho democrático” para manipular a su antojo la cosa pública y con esto la manipulación, también, de una población, amarrada por su gestión electoral, convencida de la razón de ese derecho. ¿Patología política convertida en salud social? ¿O es que aun no sabemos, pese a la experiencia diaria, que cada elección es una vil compra de conciencias, de oferta de engaños, de cohechos y chantajes, de striptease de miserias? Clientelismo vestido con eslóganes de pacotilla, metamorfoseado con concepciones seudorevolucionarias, ofreciendo la salvación como en feria de milagros! ¿Es que una sociedad puede salir adelante, mediante un desarrollo propio, que tenga en cuenta su realidad y el contexto en que se desenvuelve, siguiendo el ritmo de semejante cachinería polítiquera?

¿Qué mismo es, entonces, la democracia? Cuando Abraham Lincoln denunció la democracia como “un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” conceptualizó una forma de vida práctica social, sólo posible si estaba dirigida al servicio del bienestar de las mayorías. Pueblo que, siendo consciente del objetivo de su gestión, y en una formación cualitativa de su identidad, dispone de sí en tanto un logro creativo de su bienestar. Las democracias conseguidas y conocidas hasta esta fecha no han pasado de ser formalismos administrativos impuestos. Verticalmente. De menos a más. Una minoría sigue liderando el mando hacia una mayoría. Y una jurisprudencia política, que rara vez va con los intereses populares, conjuga, en dicha obediencia, el poder a favor de esa minoría. De cualquier forma, y con cualquiera cosmetología que se la quiera disfrazar, la democracia no ha dejado de ser, en lo cotidiano, el típico mecanismo para conseguir una mayor exacción. Pues, atrás de todo esto lo que está en juego, no es otra cosa que un Estado cobrador de impuestos… Y, por supuesto, un Estado sin calidad técnica ni moral para distribuir, racionalmente, las imposiciones extraídas de los contribuyentes con las obras sociales, económicas, políticas, culturales, científicas que satisfagan sus necesidades vitales.

¿Por qué, acaso, tantos Convenios, Declaraciones, Acuerdos internacionales sobre la alimentación, sanidad, educación, higiene, salud, trabajo? ¿Encubrimiento formal de una democracia que, estando sin destino, no camina? Es que la miseria social que promociona el deterioro de la condición humana afecta, con espantosa intensidad, y cada vez con más ímpetu los estratos sociales más vulnerables. ¿O no?. Las estadísticas mundiales no hablan de cientos, de miles, ni de ciento de miles que sufren una vida indigna o una muerte prematura. Las estadísticas gritan acerca de la desgracia de cientos de millones que no tienen qué comer, qué vestir, qué hacer para curarse. Incluso qué hacer para enrumbarse en algún camino social, porque está escondido o no existe… ¿La presencia cívica de los derechos sociales, políticos, culturales? Tal vez muy pocos los conocen. Y estos, quién sabe, no entienden para qué son piso y techo de los organismos internacionales, si aun no entienden cómo esos derechos pueden ser útiles para que los hijos no mueran al poco tiempo de nacidos.

Si la democracia no sirve para encontrar una solución a tanto despilfarro de la vida, deja de ser, no en palabra, sino en sustancialidad, esa democracia… ¿Por qué mantener gobiernos podridos de corrupción, con administraciones de impunidad, embrutecedores de pueblos al quererlos con las manos estiradas para la caridad, so pretexto de que han subido al poder gracias a una elecciones? Y, además, elecciones que hasta hoy siempre son fraudulentas… ¿Cómo entender la democracia, sino como un desarrollo colectivo continuo, de creatividad solidaria en bienestar social, y en plenitud de libertad con justicia…? Tal vez el esfuerzo está por este lado, aunque parezca una búsqueda sin destino. Tengamos, sin embargo, presente a Jacques Maritain: “Por una paradoja fundamental, no podemos, empero, ser hombres, y volvernos hombres, sin andar entre los hombres; no podemos crecer en nosotros la vida y la actividad sin respirar con nuestros semejantes”

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Con el “affaire Snowden” se ha desatado una verdadera tormenta mundial al haber entregado a los diarios, Washington Post y a The Guardian, información sobre espionaje de organizaciones de inteligencia norteamericanas a millones de personas de todo el mundo. El dilema que se ha planteado es: “Seguridad vs. Garantías”. Por un lado los Estados a través de sus gobiernos tienen la obligación de proteger a sus ciudadanos del terrorismo, del crimen organizado, de secuestros, etc. y por otro, ese mismo Estado debe garantizar la privacidad de los ciudadanos e inviolabilidad de sus comunicaciones. Para lo uno y para lo otro me permito recordar la legislación que nos ampara:

El Artículo 12 de la “Declaración Universal de los Derechos Humanos” adoptada por la ONU, establece que el derecho a la vida privada es un derecho humano:

“Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques”.

No hay comentarios

  1. Marco: Bien por tu estudio. El problema del Ecuador es que hemos confundido «DEMOCRACIA» con «MENDICIDAD».
    La solucion de los problemas… Eso es para otros. Yo, REY absolutista impongo mi opinio regalando una dadiva a las manos extendidas de los mendigos.
    Bien Marco, eso no es DEMOCRACIA es simplemente CORRUPTA COMPRA DE MEDIOCRIDAD!
    Duelale a quien le duel.
    Que mediocridad de pais. Averguenza!

  2. Nuestros paises, estos etiquetados tercermundistas por aquellos virtuosos y malevolos primer mundistas, estan llegando al punto de inflexion de donde casi es imposible regresar. Es casi como llegar al fallecimiento prematuro de una historia advertida.
    Nada seria mas horroroso que nuestro pais, el Ecuador, se convierta en el patio trasero del eje Habana,Caracas.
    Con ello, nos convertiriamos en ciegos,sordos y mudos en espiritu y en pensamiento.

  3. DEMOCRACIA ES UN SISTEMA POLITICO,MEDIANTE EL CUAL,UNA INMENSA MAYORIA DE BOBOS ELIGE A UNA PEQUEÑISIMA MINORIA DE VIVOS Y LADRONES.!!!!!!!!!!!!!!!!!

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