29 abril, 2024

Cómo ayudar a nuestro Ecuador

“Hay que luchar contra estas nuevas leyes ecuatorianas que irrespetan la voluntad de Dios atacando la dignidad del hombre. ¿Hasta dónde debemos llegar en la lucha?: Hasta el martirio de ser necesario” Padre Pedro Barriga, S.J.

La respuesta es preparándonos académica y éticamente y haciendo que esta instrucción se nos convierta en un hábito. Una casa construida sobre el monte más alto no puede ocultarse. Levantemos nuestras expectativas y nuestros corazones e implementemos con firmeza la justicia, pero la de adentro, la interna, la que nace de la espiritualidad y se exterioriza a la sociedad. No al revés, no esperemos que la justicia venga de fuera, creémosla nosotros mismos en nuestro interior y veremos que al contagiar a los demás de valores reduciremos automáticamente los índices delincuenciales del país. Nadie se cura a sí mismo por el hecho de herir a otro, hay que sanar a los demás sanándonos primero nosotros mismos, con ayuda de Dios, no con los vendedores de salvación.

Y es que somos mejores cuando, con nuestro actuar, hacemos presentes a diario la caridad y justicia. Iniciemos un proceso de cambio que consista en abandonar toda clase de egoísmos para poder ir, en total libertad, al encuentro del otro. En este momento en que el movimiento de Gobierno hace leyes y ha hecho ya leyes que violentan los mandatos de Dios, debemos pelear contra ello, no contra las personas, la pelea no debe ser con odio, hay que pelear con y por amor contra las ideas equivocadas. Pero hay que hacerlo hasta las últimas consecuencias: siguiendo el ejemplo de Cristo: como dice el Padre Barriga: “hasta el martirio de ser necesario”.

Sabemos que Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. En el amor no hay temor. El miedo puede paralizar al hombre y convertirlo en marioneta, pero los cristianos no vivimos con miedo y nuestro mayor mérito es el martirio. Cultivemos en nuestro diario vivir una Nueva Cosecha de ecuatorianos, una de hombres completos. Hombres patritotas que sepan que todos estamos interconectados y debemos remar juntos. Hombres que sepan que deben su obediencia más que a las autoridades, a Aquel que dio su vida incluso por sus enemigos. Demos nuestras vidas por Él, muriendo para volver a nacer pero en esta misma vida, recapacitemos y, como dije antes, cultivémonos académica y éticamente porque eso es lo mejor que podemos hacer, no sólo por nosotros mismos y por nuestras familias, sino por Ecuador. Sólo así seremos mejores ecuatorianos, sólo así cumpliremos con nuestro deber cívico.

Recordemos que toda la oscuridad del universo no puede extinguir la luz de una vela por más humilde que esta sea. La oscuridad es el intento y la campaña actual del Gobierno, consciente o inconscientemente, de alejarnos de Dios. Y esa vela somos cada uno de nosotros. Es una pena que muchos no acepten esto, no sepan que somos luz, ¡que por nuestro amor nos hacemos brillantes!

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Toda guerra es inmoral. Destructiva. Inhumana. Desgraciadamente el hombre, que viene desde siempre hablando de paz, ha estado también desde siempre, principalmente, promoviendo la guerra… Violencia encaminada a obtener, de una u otra forma, el poder para imponer valores y principios en beneficio de los intereses sociales, económicos y/o políticos de quienes están encaramados en su gestión de mando. ¿Justificaciones? Muchas. Libertad. Democracia. Solidaridad. Hermandad en la fe. Igualdad. Podría llenarse una enciclopedia de buenas y maravillosas intenciones… Pero lo cierto es que, como dijera, terminantemente, el argentino Juan Bautista Alberdi, al sancionarse a favor de la guerra el despojo y la destrucción, es convertida en el “derecho del crimen; contrasentido espantoso y sacrílego, que es un sarcasmo contra la civilización”. Claro que para algunos de los apologistas y profetas de la devastación social, la guerra, tal cual predicaba von Moltke y sus émulos fascistas, da dignidad al humano y hace de la sociedad una fuente de creatividad. Algo tan difícil de creer y al margen de toda sensatez que, sin embargo, promovió, en la práctica, millones de muertes en las 2 guerras mundiales del siglo XX. ¿Esto es dignidad? ¿Dónde lo creativo? Hoy, incluso, más de un billón 300.000 millones de dólares están programados en compra venta de armas en el mundo, contra apenas 20.000 millones destinados para detener el hambre y la desnutrición…

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