3 mayo, 2024

Quousque Tandem…

“QUOUSQUE TANDEM, CATILINA, ABUTERE PATIENTIA NOSTRA?”. Célebre frase de Cicerón, con que inicia su primer discurso de inculpación contra Catilina. Advirtiendo, ante el Senado romano, y en presencia del sindicado, de sus desatinadas intenciones contra la institucionalidad del Estado. Sí! Hasta cuándo Catilina abusarás de nuestra paciencia? ¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá mofándose de nosotros? Cuándo acabará esta desenfrenada audacia tuya? Corría, y un tanto aprisa, con ese 8 de noviembre del año 63, un caos administrativo político ya imparable. ¿Cómo detener la cotidianidad del deterioro social, de una república descuajada entre las patas de los caballos, poco tiempo antes, al trote de la guerra civil entre Mario y Sila? Con las debidas disculpas a la magia de la oratoria de Marco Tulio Cicerón, por la apropiación de su giro literario, y usando su conmovedor pedido, queda esta reflexión para un Ecuador que exige encuentros. No confrontaciones… ¿Hasta cuándo, ciudadano presidente, abusará de nuestra paciencia?.

El país necesita paz. ¿Por qué? Porque la sociedad, obligada a desarrollarse, para subsistir, tiene que producir, sin desgastes sociales artificiosamente creados. Porque los costos económicos consecuentes de una arbitrariedad inútil, desde un poder sin control gubernamental, disminuye la capacidad de gestión para atender, con urgencia, las necesidades vitales ciudadanas. Porque las vinculaciones societarias en confrontación permanente destruyen la vigencia de las libertades, que ahuyenta traumáticamente la práctica de la justicia. Es que todo responde, dentro de un objetivo de vida con destino predescible, a una imbricación mutua de todas las realidades. ¿Cómo concebir la justicia al margen de las libertades? ¿Comprender la libertad sin vivir la satisfacción de las necesidades básicas humanas? ¿Y los derechos individuales y colectivos existen, acaso, sin libertad y sin justicia? El espacio socio político, en donde estas interrogantes obtienen una respuesta sinónimo de solución es, en sí, la democracia

Para que viva, sin embargo, la democracia, es importante alimentarla, sin descanso, con la dieta socio política idónea. El ejercicio de la libertad reclama más libertad. La justicia puede ser cumplida sólo con mayor justicia. El bienestar humano decae sino es promovido a su favor más bienestar. Lo contrario es violencia, por involución. La democracia, entonces, sin el reciclaje continuo del bienestar desde la justicia y en plenitud de la libertad, en la práctica diaria, es una ficción. Y este reciclaje propone, para evitar ser negado, en el contexto de la cordura de la condición humana, negociación. Es que la vida, en cualquier tipo de sociedad, es un dar y recibir. Ponerse de acuerdo. Consensuar. Para Lao Tse esto significa la “sabiduría sutil”. ¿Y para el ciudadano presidente?.

“Fue un error haber ido al regimiento”, según puede leerse en la prensa escrita, ha expresado el mandatario. Y justifica su accionar diciendo “Ese es mi estilo”. ¿Y los heridos? ¿Y los muertos? ¿Sólo por error? ¿A causa de un estilo? No ciudadano presidente…Irresponsabilidad! Insistimos, por eso: ¿Hasta cuándo, ciudadano presidente, abusará de nuestra paciencia?. ¿Hasta la victoria, siempre?

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No hay comentarios

  1. Estimado Marco, excelente reflexiòn que ojalà llegue al ciudadano presidente.
    Aunque la sombra de èl y de quienes lo rodean no le permite ver mas allà de lo que quiere.
    Como ejemplo basta citar su ùltima presentaciòn en su semanal discurso en el que manifestò que habìan mas de 100.000 personas que lo recibieron en los bajos de Carondelet.
    Los pròximos dìas vendràn mas complejos aùn, las represalias de este ciudadano ya comenzaron y no van a detenerse, para desgracia de la mayorìa de los ecuatorianos que queremos vivir en paz.
    Saludos,
    Xavier Navarrete

  2. Como siempre, excelente.
    Los artículos del Profesor Marco Arteaga nos orientan y nos recuerdan que escribir es una responsabilidad social, de la cual él es un ejemplo vivo, derrochando a raudales su amplia cultura y su proverbial honestidad.

  3. …hasta cuando le pedimos al enfermo que se cure solo…? …los muertos
    resultantes del idiotico y atrabiliario
    acto de irracionalidad del que funge de
    presidente no deben pasar a la historia sin castigo….!!! eso fue un asesinato
    y los asesinos deben ir a juicio y a la carcel….
    ….no sigamos pidiendole que cambie su conducta…..ese no es «su estilo»….ya lo hemos oido varias veces….
    …asi como se recogen firmas…hay que hacer lo mismo para enjuiciarlo por asesinato….
    ….perdamos el miedo….!!!
    …muy claro su comentario sr arteaga..!

  4. Me recuerda la obra de Macbeth, en que la soberbia que es el pecado principal hace que este valiente guerrero se pierda en anti valores: la vanagloria, jactancia, altanería, ambición, hipocresía, presunción?.., apoyándose en la profecía de las 3 brujas en que sería rey de Escocia, que el bosque avance al Castillo donde Macbeth se había atrincherado, y que ningún hijo nacido de mujer lo mataría. Creo que a nuestro Moderno Macbeth le está pasando la misma historia, ya es REY en Carondelet, aunque goza de cierta popularidad el pueblo poco a poco se va cansando y llenará las calles, porque ya se subió el pan, no hay empleo, la inseguridad, y llegará hasta el palacio y lo abrumará de reclamos y de protestas, Hay inquietud en el Palacio ?las multitudes avanzarán hacia el palacio y los que se encaraman en el porqué hay necesidades insatisfechas, como la seguridad ciudadana, la falta de empleo, el alza de la canasta familiar. Y la profecía final quién cambiará el rumbo de este estado de cosas no creo que será un nacido de la misma madre sucia y podrida .. La politiquería,? la Partidocracia?, ya que en este momento no hay líderes visibles. Tiene que ser alguien de fuera de este contexto. Para que así se cumpla la profecía. Shakespeare se adelantó a nuestro tiempo y escribió esta historia para nosotros?.
    «Mira que a veces el demonio nos engaña con la verdad y nos trae la perdición envuelta en dones que parecen inocentes.»
    Fuente :Macbeth 1er acto, escena III

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