26 abril, 2024

El tarifado ordenamiento del parqueo público

Las mejores políticas de estacionamiento tienen como propósito mejorar el sistema colectivo de transportación y procurar un mejor nivel de vida para los contribuyentes. Guayaquil tiene en el parqueo un monstruo por domar y debería emprender medidas concretas para desincentivar la aproximación de vehículos a sectores densamente sensibles como el centro de la urbe. Aumentar la oferta de aparcamiento ayudaría en el corto plazo a mejorar el ordenamiento y flujo vehicular, pero en el largo plazo no contribuiría a descongestionar el casco comercial, meta final en la aplicación de una política restrictiva del uso de automotores. Las vías son estrechas y la mayoría de los edificios, sin estacionamientos propios y sus pisos desocupados, continuarán en franca decadencia.

La progresiva pérdida de sus valores comerciales y el negativo impacto urbanístico son de competencia municipal. No es mejor la ciudad que tiene más parqueos, ni tampoco mayores restricciones; mientras más amplias y transparentes sean sus políticas, mayor también la aceptación ciudadana. Sin embargo, el infractor no puede cancelar valores en la ATM con tarjeta de crédito a menos que sea en diferido, aumentando la multa en 2%; el sistema impide que el pago sea corriente. Al parecer, el único tipo de política aplicada actualmente por el Municipio se basa en un arcaico sistema de parquímetros y cobros inadecuados; más allá de no emitir recibos, carece de diferenciación tarifaria por sectores y mínimamente cumpliría con las buenas prácticas urbanísticas. 

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Uno de los eventos polémicos en la historia de Ecuador es la anexión de Guayaquil a Colombia, por la discusión que existe entre los admiradores de Bolívar que sostienen vehementemente que la incorporación de Guayaquil a Colombia no fue por la fuerza de su ejército sino un acto voluntario de los guayaquileños y los que piensan lo contrario. Los primeros se sustentan en: una carta enviada por 200 guayaquileños solicitando desesperadamente unirse al vecino del norte, y las resoluciones de la Junta de Gobierno y la del Colegio Electoral. Pero la realidad es que las cartas que he presentado en esta serie de artículos confirman, sin lugar a dudas, que Bolívar anexó a Guayaquil por la fuerza.

Ellas no son las únicas, hay otras como la de Olmedo a San Martín del 22 de Junio de 1822, un mes antes de la llegada de Bolívar a Guayaquil, en que le habla sobre las intimidaciones de Bolívar.

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