26 abril, 2024

La Mar y Guayaquil

Difícilmente se encuentra en la historia militar ecuatoriana alguien tan preparado y con más experiencia que José La Mar Cortázar.  Nació en Cuenca, 1778, hijo de un administrador de las Cajas Reales; perteneció a la aristocracia de la ciudad. De muy joven viajó a España donde se inició en la carrera de las armas, escalando todos los escalafones militares. Combatió a los franceses, cuando Napoleón se apoderó de España obligando al rey Fernando VII a exilarse. De capitán, pasó a: mayor, teniente coronel,  general y finalmente a brigadier al ser Napoléon derrotado en Waterloo y Fernando VII regresó al trono. En 1815 fue enviado a Lima como Subinspector General, su jefe era el Virrey Pezuela; estuvo presente en las juntas de guerra convocadas por la máxima autoridad para prepararse en la planificación y organización de la defensa de Perú. Primero en 1819 cuando Lord Cochrane, quien peleó por la Independencia de Chile, bloqueó el puerto del Callao. Pezuela nombró Gobernador a La Mar. Su defensa le significó ser nombrado Mariscal de Campo. Con la llegada de San Martín a Pisco en 1821, nuevamente le correspondió defender Lima y Callao para evitar que los patriotas se tomaran la capital y el puerto. El recibió las instrucciones de sostener la defensa hasta acabar las provisiones y luego capitular como sucedió a septiembre de 1821. La Mar conocía a San Martín desde España y decidió unirse al que comandaba la lucha de la Independencia. En octubre fue enviado a Guayaquil y la Junta de Gobierno presidida por Olmedo lo nombró Comandante General de la provincia de Guayaquil.  La Mar tenía familiares y amigos en el puerto: se casó con la hermana de Rocafuerte y fue tío de los Elizalde. Hubo un comandante de una flota española (barcos: Venganza, Prueba y Alejandro) que quiso bloquear el puerto; La Mar lo convenció de que debía capitular; este fue uno de sus primeros logros. Cochrane que andaba atrás de los españoles pretendió quedarse con Venganza. Entre las cartas de Olmedo hay las comunicaciones del 14 y 16 marzo de 1822, a Cochrane reclamándole en duros términos del abordaje y vandalismo cometido en las naves.

Desde esa fecha, La Mar pasó a ser un personaje muy controversial en los desencuentros entre las aspiraciones de los peruanos y colombianos para controlar Guayaquil. Cuando ésta se anexó a Colombia en julio de 1822, Olmedo y él salieron para Lima y en septiembre del mismo año, fueron elegidos diputados para la Asamblea Constituyente, otorgándoles la ciudadanía peruana. Su relación con Simón Bolívar fue odio/amistad, similar a la que Bolívar tuvo con Olmedo y Rocafuerte. Bolívar se expresaría de él en buenos/malos términos. Cuando San Martín se retiró en septiembre de ese año, se lo designó para presidir la Junta de Gobierno en Perú.  Luego estuvo bajo el mando de Bolívar y participó en la batalla de Ayacucho. Cuando en enero de 1825 Bolívar salió de Lima lo dejó encargado de la presidencia de la Junta de Gobierno; en junio de 1826, Lamar renunció al cargo y viajó a Guayaquil siendo reemplazado por Santa Cruz, el gran general que peleó en la batalla del Pichincha. Su viaje a la ciudad porteña fue para visitar familiares y reposar en su hacienda. Estando en Guayaquil falleció su esposa, Josefa Rocafuerte. A 1827 sucedieron eventos que le dieron rol protagónico. En Venezuela el General José Antonio Páez se alzó en armas contra Bolívar. La sublevación de tropas colombianas en Lima creó las condiciones para tratar de independizar Guayaquil de la Gran Colombia. Esos graves incidentes se sumaron al cansancio de los guayaquileños de mantener las tropas de Bolívar; la circulación de vales sin respaldo emitidos por el Gobierno ocasionó la inflación en los precios, y los elevados aranceles impuestos por el Libertador tampoco ayudaron a la economía. Así los opositores de Bolívar ofrecieron a La Mar la jefatura política militar de la ciudad. Prefirió este cargo, a la diputación en el Congreso de Perú; había sido elegido a una curul. Como tenía respaldo de la Tercera División Colombiana sublevada en Perú, llegaron a la provincia de Guayaquil en abril; con el apoyo de Francisco de Paula Santander, Vicepresidente de Gran Colombia, abiertamente confrontado con Bolívar, y guayaquileños opuestos a este, entre ellos Juan y Antonio Elizalde, La Mar se propuso anexar Guayaquil a Perú. La ciudad quedó en estado de sitio. Bolívar ordenó a Juan José Flores tomarse Guayaquil. Hubo enfrentamientos y como La Mar fue nombrado Presidente de Perú dejó Guayaquil para posesionarse. Un año después regresó por tercera vez, invadió nuestra ciudad y Bolívar declaró la guerra a Perú. Bolívar pidió ayuda a Olmedo para que contactara a La Mar y depusiera armas, pero estaba viajando de Londres a Guayaquil y no hubo respuesta. En julio de 1828, La Mar renunció a su cargo y regresó a Lima. Lo obligaron a renunciar a su cargo y tomaron prisionero en junio de 1829; dos días después fue desterrado a Costa Rica, donde falleció en 1830.

 

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El Telégrafo

Fue fundado el 16 de febrero de 1884 por Juan Murillo Miró, hijo de Manuel Ignacio Murillo fundador de la imprenta en esta ciudad y editor de nuestro primer periódico El Patriota de Guayaquil editado el 26 de junio de 1821. Inicialmente, El Telégrafo se publicaba dos veces por semana, miércoles y sábados; constaba de cuatro páginas a seis columnas, dos páginas de avisos y dos de informaciones. Desde su fundación figuraron entre sus redactores y colaboradores, el doctor Francisco Campos Coello, Doroteo Molleda (español), el doctor César Borja Lavayen, el doctor Lorenzo R. Peña, el doctor Cesáreo Carrera Padrón, Nicolás Augusto González, Gabriel Urbina, Camilo Destruge, Amadeo Izquieta, José Matías Avilés Giraut, José María Chávez Torres, entre otros.

Era un periódico decididamente liberal y consecuentemente de oposición frontal al gobierno; guardando desde luego las buenas costumbres, el lenguaje culto y ponderado pero sin dejar de ser enérgico. La prensa guayaquileña y el partido liberal, reclamaban por la vía pacífica el derecho a oponerse a la elección del señor Caamaño como presidente de la república. Pero la respuesta de éste, una vez posesionado del cargo no se hizo esperar, al desencadenar una serie de atropellos y violaciones a la Constitución que acababa de ser sancionada.

3 comentarios

  1. GRACIAS POR LA INFORMACIÓN.
    PIENSO QUE GUAYAQUIL DEBIÓ SER TOTALMENTE INDEPENDIENTE, SEGURO SERÍA MÀS PRÓSPERA.
    MI CIUDAD SIEMPRE ODIADA, MUTILADA, INVADIDA E IRRESPETADA, POR PROPIOS (POLITIQUEROS VIVIDORES) QUE HACEN ESCARNIO DE SU PROPIA TIERRA Y, OTROS QUE PARA TRATAR DE ENTENDERLO, SUPONGO LOS MOTIVA LA ENVIDIA.
    PUEDA SER QUE ALGÚN DÍA CON LA AYUDA DE DIOS, LO LOGREMOS, AUNQUE QUIZÁS YA NO ESTÉ EN VIDA PARA VERLO.

  2. Me sorprende que aún en nuestros días días persista el estrecho criterio de los ambiciosos soldados de Bolívar, cada cual quería reinar en su parcela «independiente» en lugar de acatar la idea visionaria del gran Bolívar, un sol país fuerte y grande, emulando lo que ocurría en la naciente nación Norteamericana. Miren lo que nos ha enseñado la Historia: Estados Unidos aglutinó sus colonias aunando esfuerzos y nosotros nos «independizamos» entre nosotros. Una nación fuerte y sólida y por acá 5 repúblicas «independientes» y subdesarrolladas.
    ¿Aprenderemos algún día las lecciones que nos deja la Historia, o preferiremos seguir encerrados en nuestros cascarones regionalistas alimentando aún más el subdesarrollo?

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