25 abril, 2024

El maíz. La mazorca de maíz

La mazorca de maíz. ¿Qué une los granos al tallo? manteniéndolos firmes, unidos, formando múltiples hileras, de penetrantes colores, integrado como un ejército formado ante la exigencia de disciplina.

Es fascinante observar el orden primordial que mantiene el maíz ante su mazorca. Lo uno perteneciendo a lo otro, hasta formar una totalidad. Una geometría armónica, sagrada, inalterable, existente sobre todas las formas que nos rodean. No hay individualidad en la mazorca ni individualidades. Las de arriba se sostienen en las de abajo y todas unidas en una sola fuerza y deseo. De penetrante color amarillo, forman filas e hileras, una detrás de otras, sin caras, sin cuerpos, sin brazos, sin pies que evitan que no escapen de su formación, asegurando su existencia.

Su simbiosis con la especie humana es integral, es un «artefacto cultural», que nos ha mostrado la colectividad humana, la formación, constitución y mantenimiento de la sociedad. Recientemente investigadores han señalado que el maíz es originario de México y se reporta su aparición desde hace diez mil años, aproximadamente. Durante el trayecto de las diversas civilizaciones, el hombre ha ido creando diversas mutaciones y manipulaciones genéticas del maíz, desarrollando así múltiples variedades para aprovechar todos sus nutrientes y descubrir mayores usos y mejorar su consumo.

Del maíz se usa todo, nada se desperdicia. El grano es alimento, las hojas tienen muchas utilidades en artesanías, para envolver humitas y tamales, se quema como inciensos, etc. El tallo cilíndrico que contiene y sostiene los granos es alimenticio, se desintegra para confeccionar telas y tejidos. La pelusa o pelaje es usado como medicinal y se usa en curaciones energéticas como baño. Su intenso dorado es su exhibición al Sol. El Sol recrea los granos dándole dureza, endureciéndolos. Es signo de fertilidad, abundancia, realización de proyectos. Para muchos pueblos es canto de fortuna y de multiplicación de intenciones.

Veo al maíz como multiplicación. Sus hojas son como capas que protegen el interior donde está el fruto, el orden, el equilibrio, la sociedad, la civilización. Se separa de su planta madre y surge otra vida en la que sobrevive sin necesidad de la mano del hombre. Tiene su propia fuerza y contienen dentro de si el secreto de su comprensión. El maíz sabe quién es, a qué ha venido. Es un poema que la naturaleza origina para complacerse ante las energías del sol. La mazorca de maíz es energía pura, transformación. Cada grano alimenta al otro y se sostienen a sí mismos para un mantenimiento mutuo y reciproco para ser lo que están llamados a ser: maíz.

El maíz es un poderoso símbolo del poder. De la capacidad humana para constituir tomando como base el alimento para encontrarle sentido a su presencia en la tierra. El maíz le ha dado sentido a la vida del hombre mostrándole la posibilidad de vivir en colectividad, comunidad, sociedad. Es un símbolo de unidad, de pertenencia, de solidaridad, de alimentarse los unos a los otros para mantener la existencia. Los pueblos antiguos le atribuían poderes mágicos y sanadores. El cerebro es mágico. Quizás es que cuando el cerebro ve una mazorca de maíz se está viendo a sí mismo, con sus miles de millones de neuronas trabajando, constituyendo la realidad humana. Lo cierto es que desde que apareció nunca se ha separado de la vida del hombre. Cuando Jesús multiplicó los peces y los panes, lo hizo con el maíz que es la base para las tortillas, arepas, bebidas, parte fundamental en la alimentación del hombre. El maíz me recuerda mantenerme unido, de alimentar al otro tanto como a mí mismo. El maíz no tiene ideas ni ideologías ni siquiera religión, ES MAÍZ. Canto la palabra maíz y escucho decir: “te amo, contigo y por ti”.

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