26 abril, 2024

Gobiernos del no, «prohibido»

“El secretismo, la censura, la falta de honestidad y el bloqueo de la comunicación amenazan todas las necesidades básicas”. Abraham Maslow.

“Si no hay responsabilidad tampoco hay autoridad”.  Rick Warren.

“Hace más ruido un solo hombre gritando que cien mil que están callados”.  José de San Martin.

“Las injurias son los argumentos de quienes están equivocados”.  J.J. Rousseau.

Vivimos en muchos países la cultura del NO. No puedes pensar ni expresarte libremente.  No puedes comer o beber tal o cual producto o no puedes viajar con el dinero de tu trabajo legal si no pagas altos impuestos y muchos más NO en varios campos.

Cuba, los países del Socialismo del Siglo XXI, China, Rusia, Turquía, los países islamistas fundamentalistas llegan a variados medios para prohibir hasta como vestirte.  Son en el fondo países que con diversos métodos esclavizan y explotan a sus ciudadanos presumiendo que trabajan en su beneficio y ya que controlan la libertad de expresión y muchos o todos los medios de comunicación con sus continuas, diarias o semanales según cada país, cadenas informativas en radio y TV, tratan con una sola voz de acallar el malestar, descontento y ocultar sus fracasos y corrupciones, oponiéndose a los millones de voces que piden libertad, honestidad, justicia y control del despilfarro, el abuso y el cinismo.

Lo anterior queda expresado en los pensamientos que encabezan esta reflexión.

Pero el NO convertido en negación es aún más grave: No hay crisis, no somos responsables de los problemas. Siempre tienen justificación culpando a otros y a circunstancias y situaciones que no pueden controlar.

Un gobierno responsable en tiempos de bonanza guarda reservas para tiempos de crisis.  Si pide ajustes al pueblo y mediante impuestos reduce sus ingresos, debe reducir también la burocracia inútil, los becarios de puestos en embajadas y consulados, el excesivo personal administrativo que solo administra sus ventajosos salarios, pues se ven los fallos de las instituciones públicas por todos lados.

El NO llega hasta detalles como los de la aerolínea Air France, que para poder volar a Irán tiene que crear nuevos uniformes con velos y pantalones a sus azafatas y pedir que solo las que desean sirvan en esos vuelos.

El NO, valga la redundancia, no puede imponerse.  Los pueblos deben expresarse y volver por los caminos positivos de la libertad, los equilibrios y el sentido común, este último tan venido  a menos.

Con las políticas del NO, no solucionaremos nuestros problemas, no podremos ponernos de acuerdo, no progresaremos, no viviremos en paz, no crearemos empleos, no tendremos posibilidades en el futuro y, lo que es peor, no podemos pensar ni expresarnos y por ello no  tenemos esperanza.

Reflexionemos y demos vuelta a la página para poder anteponer SI a todo lo expresado en el párrafo anterior, por nosotros, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos, hasta el futuro.  QUEREMOS UN PAIS EN POSITIVO.

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Impuestos Negros

The Economist, 19.12.07

No son verdes, serán negros, de luto y de muy penosa recordación. Toda persona o familia de clase media que tenga que sufrir sus consecuencias, que no pueda calentar el agua, planchar su ropa, usar aires acondicionados o pagar la matricula del vehículo que, con mucho esfuerzo, adquirió y que todavía no ha terminado de pagar recordará cada uno de los días a sus opresores, a quienes nos agobian, cada vez más con mayores y nuevas limitaciones, con nuevos y más altos impuestos.

Es un absurdo y un contrasentido que este mismo Gobierno que incentivó la compra y la adquisición de vehículos híbridos, liberando de impuestos su importación, ahora, un par de años después, pretenda cobrar excesivos impuestos de circulación, por cilindrajes de 3 000 cc o valores mayores a $30 mil. Precisamente por ser híbridos, una tecnología más cara, todavía en desarrollo y expansión, los consumidores estuvieron dispuestos a pagar un precio mayor, por la promesa de que estarían contribuyendo con un menor consumo de combustibles, una menor emisión y menor contaminación.

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