19 abril, 2024

La que opina

1. Guayaquil, tetas y veto

2. Aborto por violación: el panorama después del veto

3. La misoginia a flor de piel: el violador eres tú

4. El costo de la vida política de las mujeres

5. ¿Dónde están las feministas?

6. La cuerda floja: el camino de una mujer en la política

7. Las locas, las exageradas, las muertas

8. El sexo, el patriarcado y el satisfyer

9. La juventud política y la vieja escuela

10. Los versus del feminismo

11. Guayaquil será toda feminista

12. Carta Abierta a Ximena Peña

13. El día que al estado ecuatoriano no le importa

14. #QueSeaLey

15. Mala Feminista

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¡Paren el mundo, que me bajo!

3979. Stop the world

El cuento de los lemmings esos pequeños roedores que en una película de Walt Disney, allá por 1958, se suicidaban arrojándose al mar desde un acantilado, es basada en un libro infantil inglés, la “Children´s Encyclopaedia”, de Arthur Mee (1908) que relata que “avanzan en línea recta, por montañas y valles, a través de jardines, granjas, pueblos, manantiales y estanques; envenenan el agua y provocan fiebre tifoidea (…) continúan hasta el mar y provocan su destrucción metiéndose en el agua (…) Es triste y terrible, pero si ese éxodo funesto no tuviese lugar, los lemmings habrían dejado Europa pelada hace mucho tiempo”.

Mitos como éste o el del “flautista de Hamelín”, de los Hermanos Grimm, grafican bastante bien lo que está ocurriendo con la humanidad, gracias a la globalización mal entendida que vivimos.

El mundo corre frenético a su propia destrucción, dejándose llevar por la irreflexión. El dejarse llevar por las costumbres raras que se ven como curiosidades de otras partes del mundo, y que se comienzan a adquirir y a incorporarlas a la vida de nuestras sociedades, es el inicio de nuestra propia destrucción.

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