29 marzo, 2024

El tiempo que me das… 

Paula nació cerca de los siete meses de embarazo. Su llegada al mundo y seguir en él fue su primer gran triunfo en la vida. Estuvo en terapia intensiva quince días y diariamente yo enviaba mi leche materna para que se la den las enfermeras, ya que no podía tenerla conmigo. No me moví de la clínica hasta que salí de ahí, con mi hija en mis brazos. 

Luego ella entraría en el programa de neonatos que se llama “bebé canguro”, consiste en que la bebé debe ir con su mamá todo el tiempo como hacen los canguros, hasta que alcance el peso ideal y talla idónea para su edad, y esté fuera de peligro. Eso hice y Paula creció y engordó mucho y se transformó en una niña tan bella que puedo compararla con el sol de mi vida. 

Debo reconocer que como mamá no llevé el embarazo con el cuidado que debí hacerlo y me preocupé y dediqué más a otros asuntos; arriesgando la vida de la niña y la mía también. De aquí que el consejo que puedo dar, si me lo permiten, es que hay que hacer más y más conciencia en las futuras madres, de lo que un embarazo significa, de lo que es llevar dentro de otra vida, que merece el mayor de los cuidados, dedicación y respeto. 

Como leen, he sido una madre muy imperfecta, con el mérito, tal vez, que con el paso del tiempo he tratado, a veces lo he logrado, a veces no, de ser mejor, no solo con mis hijos, sino con todas las personas, para principiar, conmigo misma. Tratando de no juzgarme ni flagelarme ya más por mis errores, sino aceptando mi imperfecta condición humana y la Gracia que me da Dios para poder superarlos. Comento estas cosas en mis relatos porque pienso que pueden ser de ayuda para alguien, cualquiera que pueda haber vivido o estar en situaciones similares. 

En tal caso, me dediqué a Paula con toda mi devoción; y es así, que según mis cuentas, desde entonces le he fallado un par de veces, o tal vez tres o cuatro. Las tengo tan presentes que cada que me acuerdo le escribo un mensajito pidiéndole perdón y recordándole cuanto la amo y todo lo que significa para . Antes, no lo hacía. Pero son las adversidades por las que pasamos que suelen hacernos, a la vez que más fuertes, más sensibles. Sobre todo más sensibles hacia los demás. 

Creo que al hablar de hacer el bien al prójimo y amar a los demás como a nosotros mismos, hay que empezar por casa. Por las personas que están más cerca de nosotros. Llevo unos meses en un tratamiento muy fuerte para sanar una afección que gracias a Dios fue detectada a tiempo. Y en todo este tiempo, Paula ha sido mi  apoyo. Y no quiero decir con esto, que mis demás hijos, mi espos, papá y mi familia, no lo sean, cada uno tiene un lugar importante e insustituible en este proceso, y cada uno me ha brindado tanto amor, comprensión y compañía, que sin ellos todo el progreso alcanzado no hubiera sido posible. Pero es Paula la que está conmigo prácticamente todo el día. haciendo teletrabajo al pie de mi cama.

Como, además, es profesora de yoga, me hace respirar, cuando me desespero por la ansiedad; me da clases de meditación y me hatha yoga también. Duerme conmigo y está pendiente de hasta por las madrugadas

Vemos juntas películas y series en la televisión.

Una de sus canciones favoritas es “La nena no llora” de Cuarteto de Nos. Cuando la canta recuerdo una tarde y una conversación que tuvimos… Ella vivió cinco años fuera el país mientras cursaba la universidad. Cuando volvió, luego de la cuarentena, del 2020, la adaptación fue difícil. Yo, aunque extrañándola cada día, me había acostumbrado a una familia de cuatro, que éramos los que habíamos quedado en casa. Ella llegó con algunas nuevas costumbres y yo me mantenía con mis temas de siempre.

Un día se reunió conmigo para contarme lo mal que se sentía, pensaba que yo estaba fastidiada con ella aquí. Yo me quedé paralizada mientras la escuchaba y por cu carita caían lágrimas de dolor, que áun me duelen en el alma cuando las recuerdo.

No la abracé, no la besé, no le dije cuanto la amo, como debió ser de manera inmediata. Solo estaba ahí escuchando, y no recuerdo que le dije al final de la conversación, seguramente si le di un beso y le dije que la amaba y que esta es y será siempre su casa. Que cualquier inconveniente lo podíamos resolver y que no pasaba nada. Y es cierto, para no hay felicidad más grande que tener en casa a todos mis hijos. Ahora me doy cuenta de que en realidad son ellos mi único y mayor tesoro. 

Para mis tratamientos, en los que cada uno desempeña un rol demasiado valioso, (esposo e hijos), debo salir de casa casi por toda la mañana y uno de los momentos más bellos para es al volver, cuando Paula le dice a su hermana Karyna: “Kary, llegó la mamá”. 

Y Kary es otro relato, por que ella es  “Mi persona favorita”.

Paula está pendiente y siempre me habla con tanta ternura y amor. En los últimos días, hemos visto una película y una serie. Recomiendo ambas, muy buenas para distraerse sanamente y salir un poco de las preocupaciones cotidianas. 

“Corazones malheridos”, narra la historia de un matrimonio por conveniencia que termina en amor. Cassie(Sofía Carson) y Luke (Nicholas Galitzine), dos seres distintos, pero que logran encontrar el amor pese a sus diferencias. Es una película romántica y que te mantiene en expectativa todo el tiempo, hasta llegar al final feliz, que al menos, Paula y yo estábamos esperando. 

“El tiempo que te doy” es una serie de televisión española de 2021 original de Netflix, sus protagonistas son Nadia de Santiago y Álvaro Cervantes.

La serie presenta un formato creativo diferente y que me gustó mucho, con diez episodios de 11 minutos de duración cada uno. 

Lina, la protagonista, lleva meses de tristeza, tras la ruptura con su novio, Nico. 

Viaja a Marruecos y renuncia a su trabajo de enfermera para tratar de olvidar; luego visita a su padre para también ahí cerrar un círculo de duelo, que ambos dejaron pendiente, tras la muerte de la madre de Lina. 

El último capítulo: “10 minutos de presente y 1 minuto de recuerdo”, presenta a una Lina decidida a avanzar, con las ganas de reconciliarse con su pasado para emprender una nueva vida como voluntaria en la India. 

Lina y Nico tenían un lugar en la terraza, del departamento en el que vivían,  a donde él le dijo un día, que cuando “estén perdidos” el uno del otro, acudan ahí para reencontrarse. Ella fue varias veces con esa ilusión, pero Nico nunca llegó. 

Hasta el final, que nos deja con la expectativa sobre el futuro de Lina. 

La serie me hizo llorar por momentos, porque también un día, hace años, viajé a la India, en busca de sanar heridas… que volvieron junto a . También en mis primeros años de matrimonio, tuvimos una terraza…una vez viajamos a Marruecos… y así, vivencias que te hacen pensar sobre la vida y el sentido de las cosas. 

Cuando pasas por momentos difíciles, no hay nada más valioso que esos instantes en que alguien, pese a sus ocupaciones y a su propia vida, te hace sentir acompañada y amada,  y te da su cálida manita de niña ( que aún lo es para mí) apretando la mía, con tal de que no me sienta sola, como lo hace Paula conmigo, con el tiempo que me da. 

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El Discípulo

Acostumbrada al término “discípulo” como aquel que es alumno de otro, no he ido más allá de lo que parece un sencillo significado de este término. Hace poco escuché a una profesora de yoga, dar a “discípulo” otra significación. Discípulo no es solo el que aprende de otro o sigue a un maestro. Primero, dijo la profesora, discípulo deriva de la palabra “disciplina”; entonces, para ser un “discípulo” hay que ser disciplinado. A un discípulo lo hace la disciplina. ¿Hemos de ser discípulos de alguien? ¿Seguir a alguien que pueda guiarnos? La profesora de yoga agregó un concepto nuevo a mi diccionario de términos y situaciones, debemos, dijo, ser discípulos de nosotros mismos.

No significa esto que hemos de creernos los omnipotentes maestros de la vida. Es simplemente el hecho de buscar dentro de cada uno lo que ya está impreso en nuestro ser, interiorizar en lo que ya hemos aprendido. Somos un soplo de Dios, y un soplo de Dios debe tener mucha sabiduría. Con las distracciones del mundo, lo olvidamos todo o casi todo y acabamos creyendo que nacemos ignorantes para aprender “muchas cosas” y llenar un cerebro vacio y carente de todo contenido. Pues, no es así.

3 comentarios

  1. Karyna me encanta su estilo , tan natural espontáneo y lleno veracidad ,
    Expresa sus llamados errores , como una enseñanza ,,un aprendizaje
    Un profundo sentimiento de. amor al otro
    que los expresa tal como son, sin temor a descubrir su naturaleza
    Indudablemente en la dificultad está ese Dios bendito y amado que nos sostiene y se hace más presente

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