28 marzo, 2024

Tiempos de cambio

«Así nos enseñaron a nosotros con buenos resultados». «Mi método ha funcionado satisfactoriamente por 15 años, por lo tanto lo mantengo»; expresiones de este estilo las escuchamos entre profesores que se resisten a cambiar.

A quienes mantienen tercamente esta postura, deberían acelerarles la jubilación, porque su absurda actitud hace daño a los estudiantes. Nadie duda que existen sistemas que han dado buenos resultados por mucho tiempo; pero es una terquedad pensar que estos métodos no puedan perfeccionarse año a año. Si todo en la naturaleza tiende a avanzar y perfeccionarse, como lo intuye aún la gente más elemental, si la misma ciencia nos deslumbra cada día con sus descubrimientos y novedades… ¿Cómo un profesor podría encerrarse en narcisista muralla y creer que la ciencia de la educación no necesita perfeccionar su metodología, su creatividad, su modo de expresarse? Vivimos tiempos de cambios, y tenemos que aprender a adaptarnos a la más avanzada tecnología, por el bien de los alumnos que nos han sido confiados.

Las autoridades de las instituciones educativas serias, deben renovar a los profesores que cada año repiten lo mismo en clase y procuran pasar desapercibidos cumpliendo con horarios, asistencia, notas, sin preocuparse de evaluar si sus estudiantes aprendieron y, si a través de sus clases, desarrollaron habilidades de estudio, de trabajo y adquirieron virtudes. Esta clase de profesores nunca tiene problemas, su trabajo pasa inadvertido, todos sus estudiantes aprueban sepan o no la materia. Cobran su sueldo.

Las modernas habilidades docentes exigen el uso de la computadora, del Internet, en general de la cibernética. El cambio debe ser realizado no sólo por el hecho de cambiar, sino asegurándose que estamos pasando a algo mejor. Muchas veces resulta incómodo el probar nuevas técnicas de enseñanza, pero es necesario hacerlo por el bien de los alumnos. Son tiempos de cambios.

La experiencia docente precisa ser utilizada para mejorar todos los días, y de ninguna manera para repetir todos los años lo mismo, olvidando que cada clase debe ser original. Para ello es indispensable el prepararla previamente, buscando la forma que ésta sea de lo más útil y provechosa para los educandos. Hay que tener el valor, la valentía, de aceptar la evaluación del trabajo docente por parte de la comunidad educativa, que la conforman, a más de las autoridades, los padres de familia y los mismos estudiantes.

Téngase siempre presente que la misión del maestro es informar y formar, y esto es trascendente, especialmente quienes trabajan con niños y jóvenes. Educar, dar clases, es una labor importante y por lo tanto hay que estar listos a toda perfección, pues vivimos tiempos de cambio.

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Difícil seguir el camino del bien

Es un juez que le dice al ladrón: Tú robaste la joya, tengo 5 personas que te vieron.
Y dice el ladrón: ¡Sí, pero yo puedo traer más de 100 que no me vieron!

Este chiste nos pone como reflexión que la mayoría de personas en lugar de esforzarnos en cumplir los diez mandamientos, nos preocupamos de que no nos cojan haciendo algo indebido. Aunque sepamos que estamos actuando mal. Mientras no nos cojan no importa. Podemos robar, pero de manera elegante. Mentir pero con distinción. Ofender e insultar pero que parezca que estamos haciendo algo bueno. Cualquier cosa con tal que no nos descubran.

Es importante siempre poder reconocer el camino del bien y el del mal. Y escoger seguir el del bien porque nosotros lo queremos. No porque nos puedan descubrir. Estamos conscientes que ese camino es muchas veces más difícil. Menos atractivo. El mal en cambio se disfraza de una mujer preciosa, de una manera seductora de hacer dinero fácil a costa de los demás, etc. Pero tenemos que saber decir no.

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