25 abril, 2024

La penumbra del examen de ingreso universitario

¿Debe o no haber examen de ingreso a la universidad? La academia universal favorece una prueba que filtre a los candidatos y discrimine a los incompetentes. La respuesta social, sin embargo, se pronuncia negativamente porque en el sentido más amplio de libertades todo ciudadano debería libremente ingresar. Ese libre ingreso, empero, debería ser por cuenta propia, pero presupone que no sería el estudiante quien cubra dichos valores, sino más bien el Estado. Si así fuera, ¿debería el Estado responder por los gastos de todos, apenas de los mejores o de nadie? El debate no debería ser ideológico, pero se rinde ante la manipulación política.

La gratuidad es solventada por quienes alegan que el estudiante carece de recursos y representa a una primera generación de universitarios en su familia. Si así fuese, ¿debería acaso el Estado cubrir también los gastos de transporte, salud y vivienda? Partiendo de una premisa estrictamente económica, los recursos siempre serán escasos y lo eficiente sería no costear los gastos de todos.

El debate, políticamente manipulado, se diluye hasta llegar al mercado laboral donde por naturaleza práctica se escoge siempre al mejor candidato disponible. ¿Por qué habría el Estado de subvencionar los estudios superiores de alumnos no calificados? Se debería invertir en educación primaria y secundaria, mejorándola sustentablemente como pilares de una posterior educación técnica y académica que no puede ser indiscriminadamente gratuita. Las fallas estructurales no se resuelven mediáticamente.

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Todos podemos hacer milagros

1.           
Todos podemos hacer milagros, como coprotagonistas, como el
niño de este milagro, actuando ‘en equipo’ con Dios.

Es curioso el paralelismo y la correspondencia que existe en la intervención de
cada uno de los dos protagonistas de este milagro: Jesús y el niño. Uno y otro aportan con todo lo que tienen: Jesús, su infinito poder divino (da Su
Todo); el niño sus cinco panes y sus dos peces (da su todo). Uno y otro
concurren para resolver un problema sin
solución
humana posible,  una situación en la cual “no hay ya
nada que hacer” porque los seres humanos han llegado al límite de sus
posibilidades: ¿Saciar el hambre de más de 5.000 personas, al caer la tarde, en
un lugar desértico y solitario, lejos de los poblados, con 5 panes y 2 peces? Uno
y otro no piensan en sí mismos en
absoluto, ni se buscan a sí mismos. Así como Jesús huye de todo reconocimiento,
popularidad y vanidad (Jesús entonces,
sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la
montaña, él solo)
; el niño, luego de haber obrado ejemplarmente,
desaparece, discreto, sin dejar huella; ni siquiera sabemos sus datos personales:
aparece y desaparece como una luciérnaga en la noche, sin dejar rastro alguno.
Veámoslo.   

1 comentario

  1. El artículo termina por donde debió empezar: reconocer que es una falla estructural. El libre ingreso es una medida angustiosa, extrema, para no dejar fuera a quienes el propio sistema los incapacitó, los tornó incompetentes por la mala calidad de educación primaria y secundaria como lo reconoce el propio artículo.
    El debate se torna político porque es un problema de política pública. Históricamente los recortes han sido en educación en evidente contradicción con el discurso de su importancia.
    El libre ingreso es un tema no necesariamente ligado a la gratuidad. En el ámbito nacional, y hablo de mi propia experiencia, por ejemplo la EPN tenía el libre acceso a prepolitécnico -no sé siga funcionando así- y este era un verdadero colador pues era un grupo muy reducido el que lograba pasar nivelando tanto conocimientos como oportunidades, muchos estudiantes de sectores populares lograron acceder por mérito propio y ser profesionales reconocidos hoy en día. Otras universidades optaron por una «nivelación» más laxa que terminó incidiendo en la calidad.
    Reducir el tema a lo económico, a lo político e incluso a lo meramente pedagógico conlleva a soluciones parciales y discriminadoras siempre, al menos así lo confirma la experiencia nacional.

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