El Gobierno propone una reforma laboral para que casi 5.5 millones de desempleados encuentren empleo. ¡Quimérica audacia! Partiendo de la premisa que se necesitarían US$1,000.00 de inversión para generar una plaza de trabajo, US$5.5 millardos se requerirían para producir un nivel de pleno empleo. Aquello significaría casi 4 veces el monto de la inversión extranjera (IE) del año 2018. La realidad es que el monto de la inversión sería más próximo a los US$20,000.00 por colocación laboral, equivalentes a 785 veces el actual nivel de IE o el PIB de un año. Los US$17 millardos de inversión privada con los que cerraría 2018, anunciados como un hito y sin desparpajo alguno por Moreno en noviembre del año pasado, aún se quedarían cortos. Las irrenunciables conquistas laborales son parte del problema, pero el descontento de la ciudadanía y su desconfianza en el régimen coadyuvan en el mantenimiento de una política laboral sin sustento económico y con altísima dosis de populismo melodramático.
El país necesita liberar su economía y en lo laboral demanda la eliminación del salario mínimo, el impuesto más perverso contra la mano de obra no calificada, por demás abundante en el país. El Gobierno tiene miedo a enfrentar la crisis y actuar con pragmatismo, pero no tiene reparo alguno en mantener su demagogia. Claro, es apenas un gobierno de encubierta transición y no se debe esperar mucho de él, excepto la profundización de una crisis que va más allá de los números. Sin credibilidad política no habrá rescate económico.