28 abril, 2024

Hay que tomar la palabra

El Diálogo nacional creado mediante decreto por el presidente Moreno y que instituye las 7 mesas temáticas que buscarán acuerdos entre el sector público y el privado, podría ser una estrategia más de los gobiernistas que pese a los ofrecimientos de cambio en el discurso de posesión, siguen siendo los mismos y tiene la misma ruta trazada por el antecesor.

Los calificativos podrían ser muchos, algunos en el sentido de que con esa forma de pensar no se puede reestructurar y recuperar   lo que se perdió en la década ganada; que el diálogo y la unión es lo que permitirá salir de la mayor crisis económica jamás experimentada desde que somos república. El problema es que hay señales que conducen al pesimismo, pero esperamos equivocarnos.

Las mesas temáticas que con gran pompa se establecen, debería traer al recuerdo las que conformó Correa con igual o mayor difusión y cuyo resultado no fue otro que la tomadura de pelo a los sectores productivos y gremiales. Los Ministros fueron los encargados de distraer a los ilusos que las conformaron.

Las nuevas mesas temáticas estarán bajo la articulación de Senplades y la coordinación de la Secretaria de Gestión Política. Se ha indicado que todos los temas se pueden tratar y que no hay temas ocultos, aunque lo que más se dio en el anterior periodo de los verdes fue el oscurantismo y la falta de transparencia. La evaluación se dará luego de los 60 días. Los resultados nos darán la respuesta.

Como dice Hernán Pérez en su artículo, Bestias en el Paraíso: “Los que conforman el movimiento gobiernista son los responsables del más grande saqueo y hoy se ríen de los ecuatorianos. Hacen gala de prepotencia, pues saben que nada les puede pasar, que tienen una coraza de impunidad tejida por una década de sabatinas”. ¿Cómo pensar que están haciendo las cosas con seriedad y sinceridad?

Moreno manifiesta: “Estamos diseñados para cambiar. Para eso estamos aquí, para intercambiar opiniones. El peor enemigo del dialogo es la vanidad.” Hay que tomar la palabra y la buena intención. Que no sea una distracción frente a la gran corrupción que se esta destapando.

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Guayaquil vivió décadas de oscuridad municipal y la planificación urbana quedó a merced de la ocurrencia, de un juego de toma y daca sin obedecer a una cultura urbanística hecha carne en ingenieros, arquitectos, empresarios de la construcción y, especialmente, de los funcionarios municipales. Es así como se explica la construcción de ese edificio denominado Macro, al pie del Estero y que ni está claro siquiera para donde evacuan sus aguas. Se incumplieron conceptos básicos en cuanto a altura y volúmenes. Tampoco se respetó la línea de retiro claramente demarcada hasta Plaza Quil que es la edificación vecina. Es así que se robaron todo el espacio necesario para dar acceso a un húmedo y anti técnico parqueo subterráneo. Esa franja usurpada tarde o temprano impedirá la ampliación del puente de Urdesa que es el embudo donde termina la Avenida Plaza Dañín.

Recuerdo que cuando se iba a aprobar el paso a desnivel del Policentro las observaciones que como concejal hice al temido León advirtiendo que todo lo que se iba a ganar en rapidez vehicular con esa obra se la perdería con la estrechez del puente de Urdesa. Nuestro alcalde quería obras y no le alcanzó el tiempo para terminar las soluciones viales correspondientes a ese sector, pues abrió muchos y simultáneos frentes en toda la ciudad. Me respondió, mi recordado burgomaestre, que ya habría tiempo para que otros alcaldes se ocupen dar esa solución. Han pasado casi dos décadas ya y la congestión vehicular se centuplicó. Hace ocho años funciona, a pocos metros de ese mencionado edificio, el centro comercial San Marino construido también a escasa distancia del Policentro que tiene 30 años de antigüedad. El sector está saturado porque incluso se permitió a la Clínica Kennedy ampliarse a costillas del parqueo ajeno. Incluso allí pegado funcionan Las Vitrinas, otro centrito comercial, para terminar de congestionarlo todo. En resumen, ese sector del Guayaquil moderno, adolece de una notoria falencia en cuanto a planeamiento urbano.

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