28 abril, 2024

La tolerancia

La tolerancia es una virtud. Sin embargo, creo que debe tener un límite. Es indudable que para vivir en paz y armonía, la tolerancia es indispensable. Si incluso a veces no nos toleramos ni a nosotros mismos, peor vamos a tolerar los defectos de los demás.

Los extremos se tocan. Por un lado, vemos a algunos grupos de musulmanes que, de acuerdo a los datos de prensa, asesinan sin misericordia a los que llaman infieles, es decir, a los que tienen una religión diferente a la de ellos, a los terroristas que asesinan a gente inocente, para demostrar que no están de acuerdo con la política mundial, a guerrilleros que por décadas asesinan, destruyen, secuestran, ponen bombas, a gente que con la excusa del poder manda a encarcelar y a matar a sus oponentes políticos, gente que mata a otros porque no están de acuerdo con su forma de pensar, gente vengativa que busca destruir al adversario, etc. Estos extremos deben ser intolerables, pero como mundo, toleramos lo que ocurre, ya que no hacemos nada, por detener estos crímenes. Gente que roba en sus países, que se hacen millonarios robando a sus gobiernos, a los que se les rinde pleitesía porque ahora son ricos y le damos más valor al dios dinero y a la opulencia, que a la honorabilidad y a la decencia. Se llega incluso a pedir que se permita reinsertar a la sociedad a las personas que han cometido atrocidades y hasta a premiar con distinciones, medallas y honores a ladrones como si sus actuaciones fueran dignas de encomio.

Se tolera cosas, que antes eran intolerables. Recuerdo la historia del ciudadano inglés que cuando se legalizó la homosexualidad en Inglaterra, mandó una carta al gobierno en que decía que la homosexualidad en su niñez era combatida, en su juventud, tolerada y que como ahora la legalizaban, el renunciaba a la ciudadanía antes de que la hagan obligatoria. Ahora, con los derechos de las minorías, no sólo los homosexuales son tolerados, todo el grupo GLBTI es aceptado. Me pregunto cuál es más importante, ¿el derecho de las minorías?, o  ¿el derecho de las mayorías? ¿Hasta donde se debe llegar en la tolerancia? Creo que hasta donde el derecho de las minorías no afecte a las mayorías. Cuando se pasa ese límite, hay que tener cuidado, pues ya se pierde el sentido de la realidad y se pasa al individualismo. Yo soy yo y puedo hacer lo que me da la gana. De allí se pasa al autoritarismo que es totalmente inaceptable.

Analicemos: Se restringió hace algunos años el tabaco, porque se probó los efectos dañinos del mismo, sin embargo, los fumadores deseaban seguir con su vicio, al cual eran adictos. Se llegó a un acuerdo, prohibir el consumo de tabaco en los sitios públicos y determinar áreas donde los fumadores puedan hacerlo. Veamos otros temas, por ejemplo las drogas. Hay ciudades donde alguna droga es permitida, otros en los que no y en algunos países se ha llegado a permitir que las personas puedan portar hasta cierto límite algunas drogas. Tengo entendido que eso se hace porque estas drogas producen dependencia y es necesario proteger al individuo. Teniendo en cuenta que las drogas son dañinas y el daño que le hacen a la sociedad, ¿Debería esto ser permitido? La droga es un negocio muy lucrativo y la mafia que lo maneja, no tiene reparo en matar para conservar su ganancia. ¿Hacen bien los países que permiten portar una cantidad, o es una manera de fomentar su uso y favorecer su comercio? Los guerrilleros, que Colombia quiere reinsertar a la sociedad, que han asesinado y mantenido en zozobra al país por más de cincuenta años, ¿merecen el indulto y las prebendas que les ofrecen? ¡Hay que tener en cuenta que son considerados narcoterroristas, es decir, que aparte de los problemas de la guerrilla, está el del narcotráfico! El problema de los extremistas, que con la excusa de religión o de política ponen bombas estrellan aviones y alteran la vida normal, de los demás ciudadanos, ¿cómo puede detenerse?

 

Hay varias interrogantes de este tipo, que deben ser analizadas. Es una pena que la laxitud y el exceso de tolerancia, pueda llevar al mundo a su propia destrucción.

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Y me refiero a libertad, porque aun siendo 1820, el año en que rompimos las cadenas del yugo español, a través de esa logia de ocasión denominada “Fragua de Vulcano”, liderada por José Joaquín de Olmedo y otros ilustres ciudadanos y vecinos de nuestra urbe, fue León Febres Cordero, quien dio inicio al rescate de Guayaquil, de la lúgubre pocilga en la que fuera convertida por administradores municipales antes de su primer periodo que diera inicio el 10 de agosto de 1992.

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