Qué rica es la Psicología. Me siento afortunada de poder afirmar que estudio algo que me encanta. Me gusta aprender, explorar y descubrir. Ir a clases es una aventura. Estudiar Psicología no es elegir una carrera que te entrega un título ornamental al cabo de unos años; estudiar Psicología es el arte de comprender. Decir que sí a la heroica tarea de “lupear” (de lupa) lunares y depurar charcas. Aceptarse uno mismo como es, y no como debería ser. No juzgar. Plantarse en medio de la balanza y contemplar la escena con neutralidad perceptiva. Ser coherente. Vivir conforme a la flor que uno siembra y riega y luego presume. Ser humilde. Advertir que el conocimiento no es poder, es una herramienta para servir. Saber escuchar. Acomodar el oído en el vientre y no en la superficie. Seguir al instinto. Conectarse con la sabiduría de la tripa y arriesgarse en el camino. De todas maneras, el viento siempre nos empuja a tomar una decisión.
Es curiosa la reacción ante alguien que se presenta como “psicólogo”. El público exige un psicoanálisis, una explicación al por qué de esto y qué hago con respecto a aquello. Los seres humanos queremos respuestas; palabras que nos brinden certezas y con ellas una seguridad aparente, una sensación de control sobre el ambiente. Confieso que a veces me canso de pensar. Me gustaría que existiese algún botón para apagar los pensamientos y entregarme a la vida sensorial: observar, oler, escuchar, palpar y saborear. Disfrutar de lo simple y lo disponible. Estar aquí y ahora.
Quisiera enfocarme ahora en la gratitud. Gracias a los genios que desenterraron a la Psicología, porque ella siempre ha existido desde que amanecieron los humanos, bajo la tierra húmeda esperando que la bautizaran. Gracias a los libros que me han enseñado tanto. Gracias a los maestros que aman la Psicología y nos educan para que la amemos también. Gracias por su coherencia y su creatividad para formar.
A los que nunca han visitado a un psicólogo, les aconsejo hacerlo. La psicoterapia es una oportunidad para el crecimiento. Crecer duele, es cierto, pero creo que esa brecha entre la luz y la negrura, el diminuto soplo entre lo cálido y lo frío, eso que llamamos equilibrio, el punto cero, es lo más hermoso de esta vida.
Excelente enfoque
Me dieron ganas de empezar a estudiar psicologia 😉