28 marzo, 2024

Piedras para construir

Usar piedras para construir es una acción inteligente. Usar piedras para
provocar, para lastimar o para destruir, es una acción animal, de las más
bajas.

Piedras, en todo caso, el que les da el uso adecuado es el ser humano.
Piedras físicas, o imaginarias; aquellas que en nuestro lenguaje criollo las
atribuimos a las palabras, “hablar piedras”, solemos decir.

Al construir cualquier edificación o monumento, cada piedra tiene su lugar y
encaja en las demás. Forman una estructura sólida, que debe reposar en una
base segura. Algo similar debe realizarse en la vida de las personas. Construir,
no destruir, armonizar, y pisar firme sobre una base firme.

Tal construcción armónica empieza con cada uno y en cada uno, dentro de sí.
No es coherente pretender que daremos al mundo aquello de lo carecemos
en nuestra intimidad. La coherencia es una condición indispensable para la
acción de cualquier persona y en cualquier circunstancia. No puedo hablar de
salud y ser una persona enferma. No puedo hablar de moral y cometer actos
inmorales; no puedo hablar de la verdad y vivir una constante mentira. No
puedo decir que soy lo que no soy. Recordemos que no hay nada oculto que
no llegue a saberse.

Bien, “se puede” hablar de aquello que no sé es, obviamente, muchos lo
hacen. Me refiero a que si no somos sinceros nuestro esfuerzo será vano. La
hipocresía no da frutos que perduren.

El enfermo puede hablar de salud y decir, estoy en el sendero de la
recuperación; o, así me curé de este mal. Todos, por ley natural y echándole

un poco la culpa a Adán y Eva, cometemos o cometimos, acciones bajas,
negligentes, o mínimo con una carga pesada de imprudencia. Lo interesante
es aprender de cada acción, propia y ajena, e intentar evolucionar,
volviéndonos cada uno, con nuestra consciente intención de ser mejores, el
eslabón perdido, tan buscado en nuestra especie.

Piedras para construir es lo que necesita el mundo, tu casa también,
tu barrio, tu ciudad, tu país. Piedras que salgan de tu boca, fabricadas
en la cantera de tu pensamiento, moldeadas en factoría de tu corazón.
No las lances, colócalas, que tengan un sentido y un propósito; cual
escultor, labora cada día en eso. Los antiguos Incas, conocían la técnica
del “machimbrado”, una piedra macho que encajaba perfectamente en la
piedra hembra. Construyeron edificaciones que, sin pegamento alguno, solo
con la colocación armónica y precisa de estas piedras colosales, resistieron
terremotos, conquistas y el paso de los siglos.

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Dice un mito urbano que la mejor edad de la mujer empieza a los 40; y otro, que la mejor edad del hombre es a partir de los 50. Según los expertos, algo cambia en un hombre cuando llega a esta edad, y que estas variaciones no solo se reflejan en lo interior, sino también en lo exterior. Ahora, si partimos del paradigma fenomenológico, de la observación objetiva, estudiando a ciertos grupos sociales, fácilmente podremos detectar a un grupo interesante con características peculiares, que puede ser digno de análisis, pues la llamada edad media de la vida masculina llega plagada de cambios, que muchas veces se incentivan debido al fantasma de la rutina. Llega entonces la época de cumplir los sueños y conquistar el mundo que siempre deseó.

No hay comentarios

  1. Su editorial como siempre muy bueno, dueña de palabras que tienen un buen machimbrado como el de los Incas en las construcciones, gracias por edificar a sus lectores que como yo muchas veces no hacemos comentarios pero apreciamos lo positivo que leemos

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