16 enero, 2025

El servir

“Las únicas cosas en la vida de las que podemos decir que somos verdaderos dueños son nuestras propias acciones.” – C.C. Colton –

El legítimo sueño ecuatoriano que está completamente arraigado en el subconsciente de la mayoría de nuestros compatriotas es poder tener una salud y educación de calidad para poder tener un trabajo honesto; así tuviéramos bienestar para poder disfrutar de la vida con familiares y amigos y veríamos a nuestros hijos superarse cuando tengan la edad adecuada.

Pero en este mundo tan ajetreado en el que vivimos actualmente es difícil tener la capacidad de observación y el discernimiento necesarios para distinguir claramente la raíz de nuestros problemas y poder conseguir este sueño ecuatoriano. Uno se da cuenta de esto al escuchar a las personas discutir a diario de cualquier situación que se haya presentado, al sentir que lo que se esconde detrás de tanta preocupación y supuesto interés es nada más que la necesidad de encontrar un culpable para el suceso, con el objeto de satisfacer nuestro propio ego.

La indiferencia esclaviza a la persona a los antojos de los apasionados; porque estos terminan dirigiendo. Y ya estamos viviendo una inseguridad insoportable. Se nos roban todo y con alevosía y violencia porque nos dejamos. Porque nadie hace nada.

Sin embargo la solución se esconde dentro de cada uno de nosotros. Solo el servicio puede producir el puente necesario entre la capacidad y la solución del problema. Tú tienes una luz. No la escondas. No se va a apagar porque es fuerte, pero no la escondas. Ilumina a los demás y así ellos también enseñarán su luz.

Y es que para poder rescatar a nuestro país que pide un cambio positivo, debemos hacerlo mediante el servicio a nuestros hermanos ecuatorianos. Desde el gobierno o fuera de este. Lo importante es servir. Y lo bueno del servicio es que no se necesita un título universitario para poder servir. No se necesita tener ni dar dinero para servir. Sólo se necesita un buen corazón y resolución.

Para esto se necesita haber superado cualquier problema personal que le impida a uno darse a los demás; porque para servir a los demás primero debemos amarnos a nosotros y eso significa conocernos y aceptarnos como somos. Para eso necesitamos aceptar y dejar entrar a Dios, que tanta falta nos hace en estos tiempos. Y nos hace falta porque su mensaje y nosotros como receptores estamos en dos canales distintos. Tenemos que ponernos en el mismo canal, en el mismo camino que nos plantea Dios para poder entender lo que quiere de nosotros y tener las fuerzas para poder sobrellevar con felicidad lo que parece pesado o malo en la vida.

Quien quiera ser el primero que se haga el servidor de todos. Y como Dios mismo al hacerse hombre para poder nosotros entenderlo mejor, pasó por hambre, sed, estuvo semidesnudo cuando en la cruz le robaron la ropa, pasó dolor en el cuerpo y en el corazón, se identifica con nosotros que tenemos algunas o todas de estas cosas y por eso es que dice “Lo que hagas a cualquiera de las personas me lo haces a mí”. ¿Quiénes son los necesitados? Todos nosotros en distinta medida y en distintas épocas. Así que ayudémonos para que cada uno pueda salir adelante por sí solo.

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La santa inquisición

Los hechos demuestran que en los cientos de años comprendidos entre el 1200 DC y el 1900 murieron cientos de miles de personas; así como otros tantos fueron torturados y se cometieron barbaridades en las cuales se procedieron incluso a raptos de niños en nombre de Dios. La santa inquisición se convierte en el centro del odio y la motivación esencial del repudio a la Iglesia Católica, porque era la manera de oprobiosamente controlar al hombre por parte de un supuesto poder superior. Maneja la publicidad y una aureola de verdad incuestionable. El que se oponga a la Santa Inquisición corría peligro de muerte.

Los extremos de la verdad propia, que no admiten la posibilidad de la equivocación llevarán a la vivencia de extremos en los que lo primero que peligrara será la libertad, porque es necesario acallarla para hacer brillar su supuesta única verdad, la del santo inquisidor, caudillo, o llamase como quiera autocalificarse el detentador del poder que utiliza los métodos de esa oprobiosa institución para hacerse de los absolutos poderes, manejando la verdad, diciéndola a medias o creándola a la conveniencia para en su nombre, hacer vivir a los pueblos en la norma que considera correcta…

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