27 julio, 2024

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Cuando el mito respalda el poder…

El mito, hablando socialmente, es la sombra de todo humano. Voluntariamente o no. ¿Es que ha existido alguna sociedad sin la cultura del mito? Nacer es implicarse, de hecho, en los valores míticos del hábitat socio cultural en que se llega. Congestionamiento de amarres ideológicos que promueve desde el ayer una direccionalidad de conducta, comportamiento y vivencia del presente. Es que el mito antes que incentivo de liberación o cambio es una atadura a un pasado que no admite discusión en su propuesta de ser y permanecer. “En las sociedades ágrafas –insiste Levi-Strauss- las mitologías tienen por finalidad que el futuro permanecerá fiel al presente y al pasado”. Más aun. Todo mito promueve su existir desde la intrincada urdimbre de los rituales que lo visten de misterio, secretismo, incógnita. Por cierto, desde una deslumbrante faramalla que incentiva ilusiones y emotividades, más allá de los sentidos. Pero la diaria realidad de las poblaciones, incluso modernas, confiesa en su ir y venir que uno u otro mito advierten “un detente” con su presencia. El mito es el límite que dice “hasta aquí” a los pronósticos de la modernidad y a la implantación de su tecnología.

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