26 julio, 2024

Castañuelas

Cada música tiene su compás e instrumentos que la caracterizan y diferencian de las demás. Allá por 1954, Richard Adler y Jerry Ross hicieron un musical titulado “The pajama game”, en cuyo final se interpreta un tango que fue muy acogido internacionalmente.

Su nombre “Hernando´s Hideaway” (El escondite de Hernando) que llegó a popularizarse mucho y que tenía una característica diferente de los otros tangos, se daba su compás por el ruido de castañuelas y terminaba con un fuerte ¡Olé! como si se tratara de una producción andaluza o de otra parte de España.

Este tipo de cambios llaman la atención y provocan el reclamo de los puristas de la materia, que los rechazan considerando una ofensa los cambios realizados, tal como se provoca reacción contra el pretendido socialismo del Siglo XXI (a mi modo de ver, una forma mal enmascarada del ya pasado de moda comunismo), por tratar de ser diferente del socialismo que se vive racionalmente en los países europeos.

Nadie puede negar que son necesarios cambios, pero estos cambios deben ser civilizados, no violentos, con leyes claras y principalmente con respeto, libertad, manos limpias y responsabilidad. No se puede decir una cosas y obrar en contra de lo que se dice. El respeto a la ley debe ser igual para todos, gobernantes y gobernados. Todos debemos ceñirnos a la ley y cumplir con lo establecido por ella, respetando y poniendo por encima de todo al la persona humana. Los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, que nuestro Papa Benedicto XVI vuelve a destacar en su última encíclica “CARITAS IN VERITATE” (la caridad en la verdad), deben ser el eje central de una política de respeto a la dignidad del ser humano, de buscar el bien común, el destino universal de los bienes, con la lógica subsidiaridad, participación común y solidaridad, sin enfrentamientos que destruyan o dañen la dignidad del ser humano. La base debe ser el respeto, la verdad, la justicia y el amor.

La irónica y brillante respuesta al Escondite de Hernando, llegó pronto en forma de un tango, con el nombre “CASTAÑUELAS” escrito por Alberto Castillo con el seudónimo de Riobal y entre sus cantores estuvo Enrique Echagüe. Gracias a mi dilecto amigo Ismael Serratore poseo una copia de este tango que entre otras cosas dice: Nuestro tango es otra cosa, es ternura, amor y ruego, alegría de mi pueblo, sentimiento y emoción… ¡Es alma de mi Argentina metida en un bandoneón! ¿En que coso te premiaron, explicámelo Hernando, castañuelas en el tango para marcar el compás? Castañuelas, dejaló tranquilo al tango, ¿qué te hicimo´ a vos, Hernando pa´quererlo disfrazar?… ¿Dónde han visto castañuelas, marcando el ritmo del tango? como el coso de ese Hernando que lo acaban de importar. Tomá pronto la Panagra (única línea aérea de ese entonces), aterrizá por Corrientes, hacéte un poco de ambiente y después, me la contás… Oiga Hernando, ahí le mando una fonola, con selecciones de ahora y salúte, ¿Qué? ¡Good bye!”

Espero que nuestro país tome el rumbo correcto, que vayamos a un cambio sin violencias, con justicia social, respeto, responsabilidad igualdad y recto proceder.

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Muchos jóvenes de hoy día tienen este nombre girando en su cabeza apartados de los hechos que sus mayores vivimos como adultos. Intento pasear un poco en mi memoria para yo mismo ponerme en perspectiva respecto a los actuales acontecimientos. Digamos que, así de pronto, el movimiento AVC se ha reivindicado, ha almorzado en Carondelet y tiene su ministra. Lastimosamente no se puede resucitar a los tantos muertos que significó aquella insurgencia armada que incursionó en el país desde 1983 hasta 1986.

Yo respeto y admiro a toda persona dispuesta a dar su vida a causa de sus ideales. Sin duda aquellos jóvenes graduados a mediados de los años setenta, tomaron una decisión con altos riesgos pues se trataba de matar o ser muertos pues optaron por el camino de las armas. Si triunfaban serían héroes, si no villanos tal como sucede con las revoluciones.

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