26 abril, 2024

Entre el show de circo y los cincuenta

Iniciar  una  reunión de 130 elegidos  para  conformar una  Constitución  más para el país no  pedía  tanta  faramalla, tanto circo, tanto espectáculo. Los ecuatorianos necesitamos más seriedad en el tratamiento a los problemas de la cosa pública. ¿Es que no podemos dejar atrás los enredijos políticos folklóricos,  de la continua feria de vanidades del poder,  que nos resta, incluso,  capacidad de discernimiento racional? ¿O es que para gobernar seguimos necesitando de los  escenarios y rituales de la vieja “partidocracia”,  que tanto criticamos  y en cuya crítica estamos agotando, día por día, todos los adjetivos con los que exigimos  su destrucción definitiva? ¿No es que, por fin, había llegado el momento de  encaminarnos  hacia una democracia  sinónimo de  bienestar social creativo, en plenitud de libertad y de justicia?. O sea, lo que en términos de las relaciones vivas de la comunidad significa tolerancia, diálogo, reciprocidad, acuerdos y consensos en un contexto de amplia serenidad… ¿Y en qué estamos en estos momentos?  En los instantes de los disfraces y los afeites…Pues, tal cual aclaró Voltaire en su Elogio de la locura, son los que mantienen la atención de los espectadores.

Los honores al general Eloy Alfaro nunca estarán de más, sobre todo cuando se trata de dignificar  la patria, no con la formalidad del boato y ritual bizantino,  sino con el cumplimiento de sus principios, que hoy deberían  profundizarse, para avanzar sobre la modernidad hacia una nación en desarrollo solidario. Social, política, económica, culturalmente.  Alfaro está más allá de la típica heroicidad. Jamás pretendió integrar ningún club histórico de intocables. Pues su posición, su lucha, su entrega fue para liberar  al pueblo ecuatoriano de la camisa de fuerza del modo de vida colonial  que no le permitía respirar, al  bloquear, irracionalmente, las aperturas de oxigenación que el momento del país y del mundo exigía. ¡Qué nadie pretenda, ahora, so pretexto de rendir honores al “viejo luchador”, subirse al carro de la historia, que con su espada y sangre  condujo; subirse sin garantía de validez y autenticidad de protagonismo propio!

Como  que  las acciones  en la Constituyente  van muy rápido. Por lo pronto,  un reglamento de corte y confección de los 80 que, autocráticamente, es impuesto para los 130, cese y cambio ilegítimos de funcionarios por reemplazo temporal  de otros nuevos que serán  igualmente cambiados  con la nueva Constitución, determinación de que  la actual Constitución solo está en vigencia  en lo que no se oponga a los caprichos de los 80  asambleístas… A este tipo de  agilidad, planteada con tanta suspicacia,  Lao Tse  la llama, con mucho acierto, la “complacencia nociva”, pues como advierte “quien camina a  grandes  zancadas no irá muy lejos”, sin marginar, además, que “una hoja permanentemente afilada pierde su filo”. A ojos vista la idea  es  que los 50  asambleístas no directamente  incluidos en el oficialismo, estén en calidad de simples  corifeos que, como en la tragedia griega, aplaudan, denuncien o lloren  los instantes  en que los actores  interpretan  el  drama, para cumplir con la consumación prevista de antemano.

¿Para este comportamiento, un tanto marginal a la  democracia fue que el pueblo votó con tanto entusiasmo? ¿Dónde la diferencia entre los procedimientos tramposos de los partidos tradicionales de ayer  y  el nuevo,  de propiedad gobiernista  manipulando, con la magia de los comodines escondidos en las mangas, una asamblea  sin fuerzas morales que la justifiquen, toda vez que ha roto el Estatuto legal por el cual tiene vida? “El pueblo, dijo alguna vez Alfaro,  desea instituciones liberales que favorezcan su desarrollo moral y material, y una administración honrada que de  garantí¬as a los partidos doctrinarios en sus luchas civilizadoras en el campo de las ideas”. ¿Es que en los 80 están subsumidas las decisiones de los  130, porque los 50, de forma libre  y/o en oposición sobran, y están de más? Alucinante juego de ajedrez  en que  avanzando con exclusividad las fichas blancas logran todos sus peones  coronar una nueva reina!

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No hay comentarios

  1. Sr. Arteaga:
    Rafael Correa usa convenientemente a Eloy Alfaro como simbolo de sus doctrinas socialistas, que reflejan los sentimientos politicos de Hugo Chavez. De aqui su interes de crear el circo, con la mayoria de su partido gobiernista.
    Correa ha creado tambien su propia «partidocracia», cuyos seguidores han dispuensado palo y garrote a sus disidentes, intimidando a los que se atreven a tener otra opinion.
    Ojala que la nueva constitucion no sea el trofeo personal que sirve sus deseos. La constitucion debe servir y protejer a todos, dentro del marco de la ley. El caos en Venezuela es prueba de la autocracia politica de los chavinistas, y la patetica miseria de Cuba es otro ejemplo de un sistema impractico e inhumano.
    Saludos cordiales de un lector lejano.
    Abdon Long Pazmino
    Detroit, Michigan, EE.UU.

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