27 julio, 2024

Yo

Gracias por siempre estar ahí, en las  buenas y en las malas. Por siempre ayudarme y saber qué hacer .

Por siempre verme llorar y verme triunfar; gracias por los momentos felices y por un momento tristeza.

Tú sabes lo que he sufrido 24 años. 

Tú sabes los  secretos más guardados de mi corazón.

Tú sabes cuántas veces he querido desistir, tú sabes cuántas veces he llorado en silencio sin decir a nadie lo que siento. Tú sabes cuando quiero decir algo a alguien que me ha gritado o me ha faltado al respeto pero me calmo e intento pensar bien antes de hablar. 

Tú sabes cuántas personas he visto partir de este mundo y cuantas veces he llorado por esas personas.

Tú sabes todo de mi vida y mi corazón y mi alma. Estás en un lugar muy profundo de mi ser y siempre estarás ahí latiendo hasta que Dios me llame a su presencia, hasta el fin de los tiempos. 

Gracias por siempre estar ahí aunque  yo no te he pedido estar.  Gracias por estos 24 años y seguir latiendo.


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Hoy en día es muy común ver en la televisión, escuchar en la radio o leer en los periódicos sobre casos de crímenes en cualquiera de sus especies; ya sean éstos, asaltos, violaciones, secuestros, o cualquier otra vulneración al derecho ajeno.

Yo me pregunto “¿Dónde quedaron las buenas costumbres y el amor al prójimo que tanto tratan de infundirse?” Definitivamente son sólo el recuerdo de una época en la que enterarnos de que mataron, secuestraron o violaron a alguien, era algo que nos sorprendía.

En nuestra sociedad contravenir las leyes se ha vuelto una costumbre; y como la costumbre es una fuente del Derecho, que Dios nos ampare, y que arrebatar lo ajeno, matar, o violar, no se tipifiquen en alguna norma.

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