29 marzo, 2024

Rocafuerte, exponente del liberalismo en Hispanoamérica

No todas las personas son idealistas, no todas toman riesgos y no todas están dispuestas a invertir dinero propio en cumplir metas difíciles de conseguir. Es muy escasa esta clase única de seres humanos gracias a quienes el mundo progresa en riqueza intelectual y material. Vicente Rocafuerte fue uno de ellos, máximo exponente de idealismo; pudo haber tenido una vida fácil de grandes comodidades, su padre fue un próspero empresario y su madre seguramente la mujer más rica de Guayaquil; no tenía que arriesgar su vida, como ocurrió un par de ocasiones, ni estar en prisión como sucedió en México. Pero estaba consciente que, siendo el guayaquileño más ilustrado, por sus estudios en Europa y viajes por numerosos países, tenía la responsabilidad de usar sus conocimientos, quería tener un rol protagónico en la independencia de parte de la América Española; creía que podía aportar a modernizar esa vasta región a través de modernas leyes y uso de tecnologías inglesa y estadounidense. Rocafuerte no sólo se sentía guayaquileño, se consideraba hispanoamericano y como tal veía la necesidad de ofrecer sus servicios a otras regiones desde Río Grande hacia el sur. Su enorme interés por introducir el pensamiento liberal en la región debe haber surgido por su lectura y los contactos que tuve en Londres antes de viajar a Cádiz y posteriormente en su breve estadía en las cortes de Cádiz.

Rocafuerte era enemigo de la tendencia prevalente en los países que se estaban independizando de crear monarquías republicanas que terminaría en absolutismo. José Antonio Aguilar en su ensayo ¿República o monarquía? Rocafuerte, del Río y el sistema representativo en Hispanoamérica, al referirse al tema escribe: “En ningún país americano tuvo el republicanismo que enfrentarse a la alternativa monárquica como en México. A la consumación de la independencia los republicanos temían que Agustín de Iturbide estableciera un gobierno absolutista. Una sociedad secreta de Veracruz, de la que formaba parte Carlos María de Bustamante, acudió al grupo de La Habana en busca de auxilio. Los republicanos deseaban evacuar a las tropas españolas que se habían rendido lo antes posible para evitar que fueran utilizadas por Iturbide. Así, le pidieron a Rocafuerte que viajara a los Estados Unidos para intentar conseguir barcos que sirviesen a ese propósito. También le pidieron escribir un tratado a favor de la república para contrarrestar las tendencias monárquicas en el país. En mayo de 1821 partió hacia el norte. En Filadelfia encontró con Servando Teresa de Mier y a otras personalidades. Después de un breve, pero intenso periodo de inmersión en las instituciones y cultura angloamericanas, Rocafuerte escribió el ensayo solicitado por los mexicanos”. Rocafuerte quedó impresionado de los Estados Unidos. No fue el único intelectual que se convenció del sistema político y económico de ese país. Un decenio después, el francés Alexis de Tocqueville vivió en Estados Unidos y escribió Democracia en América, obra que todavía se estudia en universidades.

Cuando en 1819 dejó Guayaquil tenía algunos contactos en el exterior que pensaban como él, quería aportar con sus ideas a la liberación de Cuba, México y otros países de la América española. Fue la tercera y más extensa estadía en el exterior, estuvo en Perú, Cuba, México, España, Estados Unidos, Venezuela, Gran Bretaña y Francia. Si su viaje hubiera sido solo por negocios, luego de cerrar la venta de tabaco entre Cuba y Perú, debía regresar a Ecuador, pero tuvo otros planes. En La Habana se vinculó con varios proindependentistas, entre ellos, José Fernández Madrid que presidía una sociedad secreta y vinculada con otras en Venezuela y México, y José Antonio Miralla, precursor de la independencia de Cuba. Durante su estadía escribió en el periódico Argos. Participó en algunas actividades de conspiración. Manuel Monteros Valdiviezo, lojano que vivió en Cuba desde los años treinta del siglo pasado, se dedicó a estudiar las actuaciones de Rocafuerte en la isla y luego escribió: “Ni su verba ni su pluma permanecieron inactivas. Y sus numerosos viajes contribuyeron eficazmente en el acercamiento de su intelecto, de sus condiciones de sociólogo, estadista y gobernante, de erudito y políglota…fue uno de los pocos infantes políticos de recia envergadura y de granada relevancia que haya tenido Ecuador. Y es que en este preclaro hijo […] concurrieron una serie de factores especiales de cuna: nobleza de linaje, fortuna, talento, educación esmerada, amén de un conjunto de valiosas prendas aparejadas en lo moral y espiritual. Ellos hicieron de él uno de los americanos más conspicuos en el ínterin de los postreros años coloniales y la aurora de la era republicana”.

De Cuba, Rocafuerte viajó a España solicitado por revolucionarios cubanos y mejicanos que habían estado cooperando entre ellos para lograr la independencia. Su misión, pagada con dinero propio, fue conversar con los legisladores. Su intención fue lograr el apoyo para negociar una paz duradera con aquellos países que deseaban independizarse; se buscaba una reconciliación con España. Los legisladores le dieron a entender que los hispanoamericanos recibirían un trato justo. Rocafuerte no quedó convencido porque había diferentes clases de liberales. Regresó a Cuba a reportar su gestión.

Presentado su informe en Cuba viajó a México a ofrecer sus servicios. En poco tiempo se vinculó con la política y con el apoyo de los liberales fue opositor del emperador Agustín Iturbide. Su coronación fue duro golpe para los que proponían el modelo republicano liberal, con Rocafuerte a la cabeza. Sus amigos mejicanos le solicitaron viajar a Estados Unidos para evitar que Washington DC reconociera diplomáticamente a Iturbide; nuevamente usó su dinero. Desde ese país escribió un libro fundamental para su caída, Bosquejo Ligerísimo Revolución en México. En su escrito se expresa del emperador en duros términos: tirano depravado y sádico, conspirador del trono de manera fraudulenta. Terminaba su obra afirmando que los mejicanos no querían monarquía, sino gobierno republicano.
En Estados Unidos Rocafuerte se vinculó con altos funcionarios del gobierno, entre otros los senadores Johnston y Clay. Participó en el nuevo centro de conspiración en Filadelfia del que publicaré en posteriores artículos. Escribió, Ideas Necesarias a Todo Pueblo Americano y Memoria Política-instructiva. Regresó a México para reportar sus gestiones y luego hacerse cargo de sus sobrinos Gainza Rocafuerte, su cuñado Gabino Gainza, primer presidente de Guatemala con quien tuvo discrepancias sobre el modelo político que debía prevalecer en Centroamérica y Gregoria Rocafuerte, su hermana, habían fallecido en México. Él escribe que tenía planeado llevarlos a Guayaquil. No lo hizo, fue nombrado representante de México en Londres y recibió la ciudadanía mexicana. En otro artículo comentaré sobre ellos. En su nuevo desafío tuvo grandes logros, entre ellos: reconocimiento del primer país latinoamericano y negociador del primer tratado de Amistad Comercio y Navegación con un país de Hispanoamérica. En futuros artículos comentaré más en detalle su trabajo como diplomático.

De regreso a México compró una imprenta para publicar folletos de críticas políticas y el periódico Fénix de la Libertad donde escribió fuertes artículos contra políticos adversarios. De estos Lucas Alamán, ministro de Estado, quien ordenó sea vigilado por actividades subversivas. Una de sus publicaciones contra Alamán le significó la cárcel y de su obra, Ensayo sobre la Tolerancia Religiosa, fue sometido a juicio. También escribió Ensayo sobre el Nuevo Sistema de Cárceles. Rocafuerte no se limitaba a la política, cuando estuvo en Inglaterra y Estados Unidos se interesó por los inventos de la Revolución Industrial, compró maquinaria y trató de crear una empresa naviera latinoamericana. En México intentó instalar una línea ferroviaria y una planta de luz en base al gas.

Para 1831 Rocafuerte comenzó a exigir al gobierno que le diera el pasaporte porque quería regresar a su país, argumentando que necesitaba estar con su familia. Él no estaba casado y la mayoría de su familia había fallecido o no vivían en Ecuador. A diferencia de Olmedo, Rocafuerte no era apegado a nadie. Le negaron el pasaporte porque lo querían juzgar por el préstamo que hizo a Gran Colombia sin autorización del gobierno. Para librarse de él, finalmente se lo entregaron. Creo que su decisión de retornar se debió a que reconoció estar demás en México, todas sus sugerencias no eran aceptadas y no quería nuevamente prisión. Con el pasaporte en mano dejó la capital para tomar el barco en Veracruz. Lo acompañó Pedro Carbo. Rocafuerte se encuentra en los libros de historia de México. En Breve Reseña Histórica de la Nación Mexicana se lee: “Rocafuerte por sus íntimas relaciones con los liberales de Cádiz, por su participación más o menos directa en la revolución […] se procuró cabida con los hombres influyentes de México […] En Londres despachaba los negocios con actividad genial y era bien recibido por sus actividades cortesanas y por su instrucción”

 

 

 

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