27 abril, 2024

El poder

“Ganarás el pan, con el sudor de tu frente” dice el Génesis que fue la orden que dio Dios a Adán, cuando lo expulsó del Paraíso. Luego vinieron las épocas de las conquistas. El vencedor, el más fuerte, se quedaba con lo del más débil y el mundo siguió avanzando. Con muchas prerrogativas, luego, en las diferentes sociedades, basadas en general en las monarquías, los que estaban arriba, siempre eran los favorecidos y los de abajo sufrían la escasez, el hambre… Vinieron las revoluciones, como la francesa, y el pueblo se levantó contra la oligarquía. Se guillotinó a la realeza y luego vino el ansia del poder y unos mataron a los de arriba, y así. El mismo Dr. Guillotín, inventor de la guillotina, murió guillotinado.

Entrando al siglo XX, en la revolución bolchevique, con el recuerdo de la francesa, el grupo que llegó al poder, comenzando por Lenín y siguiendo con Stalin y demás, no permitieron que eso vuelva pasar. Se restringió la libertad y si alguien reclamaba, era eliminado y luego, en el mundo entero, la ambición de los que llegaban al poder era tal, que muchos querían quedarse en el poder y enriquecerse a costa de éste. Vino por ejemplo en Cuba, el gobierno de Batista, la corrupción y el robo era tan descarados que cuando apareció Fidel Castro en Sierra maestra, el pueblo cubano lo miró como un salvador. Luego empezó la aplicación del sistema comunista y el paredón evitó cualquier insurrección.
Otra modalidad empezó pocos años después al descubrir el nuevo mundo de las drogas. Los narcos empezaron, en forma similar a las mafias en los Estados Unidos en la época del alcohol, a sembrar y procesar droga, un proceso muy lucrativo y para defenderlo se crearon las guerrillas, que empezaron a luchar con las autoridades para mantener el negocio. Algunas autoridades por debajo, ayudaban y este negocio ha prosperado tanto, que en realidad, junto con la corrupción gubernamental, son los dos negocios más importantes del Siglo XXI.

La corrupción gubernamental viene por la ambición del ser humano. Cada uno quiere ser más que los otros y poco a poco se fue perdiendo el respeto, la decencia y el espíritu de justicia, pues si respeto las normas, puedo perder, además el otro va a emplear esos mismos métodos para poder ganar. El Gobierno tiene poder y el que llega al poder quiere vivir bien y ayudar a sus amigos y a quienes lo apoyan. No es ético, pero ocurre. Es decir, hay un grupo favorecido por el Gobierno. La honestidad depende de la persona. .

La teoría socialista, atrae por el significado de justicia social inherente a ella. En teoría es ideal. A ella se opone el afán competitivo natural del ser humano y el espíritu de superación que le es innato. Para contrarrestar ese espíritu, se tiene que luchar contra la individualidad de la persona y eso significa coartar su libertad. Tratar a los seres humanos con igualdad es imposible en la práctica, y en lo que deriva es en que haya un grupo reducido de élite, que tiene todas las comodidades y la gran mayoría reducida a la igualdad, pero hacia abajo, es decir, en la miseria.

La teoría capitalista considera importante el desarrollo y la competitividad del ser humano, valora el emprendimiento, la creación e innovación. La creatividad hace crecer al hombre. Lógicamente el más creativo, el más apto, llegará más arriba.

¿Cuál principio es mejor? Ambos tienen sus defectos y ambos tienen sus virtudes. Lo que en verdad debe importarnos es quien va a gobernar honestamente. Quien va a respetar al ser humano y su libertad, respetar las leyes y la verdadera justicia, quien no va a enceguecerse con el poder y quien dirigirá con mejor sabiduría el país.

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Los “historiadores expertos” sobre el período de la independencia, no han leído la abundante bibliografía publicada entre 1820 y 1840; como ejemplo los más de XX volúmenes de las Memorias del General O’Leary, cercano a Bolívar, donde se reproducen centenares de cartas de los protagonistas de la Independencia. Quienes sostienen que los guayaquileños no contribuyeron con dinero, recursos materiales y humanos a la Independencia de Ecuador, por desconocimiento o mala fe, no han escrito que un mes después de la Independencia de Guayaquil, Olmedo en carta del 27 de noviembre de 1820, al Coronel Luzuriaga, uno de los asesores militares extranjeros, le hacía ver su decisión de apoyar la liberación de todo el territorio ecuatoriano:

“Sobre colección de armas, pertrechos, municiones y dinero de la caja que haya ido entrando en ese pueblo de la división dispersa, y demás atenciones y disposiciones necesarias, el gobierno reposa en el celo y acreditados conocimientos de Vuestra Señoría, quien, aceptando esta comisión, dará una nueva prueba de su patriótica adhesión a la más justa de las causas”. El subrayado es puesto por el articulista para recalcar. En carta del 18 de diciembre del mismo año, le informa:

“Quisiera que usted avisara cuándo quiere que la falúa vaya por usted. La absoluta falta de canoas hace que los 50 infantes y la Patriótica salgan mañana por la mañana en balsas”.

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Como padre de familia numerosa, trato de estar al día en temas educativos: leyendo artículos que me permitan proceder de una manera adecuada en el quehacer diario de mi hogar. En este ir investigando, temas de interés, encontré un artículo muy interesante, escrito por un prestigioso médico. A continuación les transcribiré un extracto:

Escribe el Dr. Feling, profesor de la Universidad de Yale y jefe del departamento de Endocrinología del Yale-New Haven Hospital:

“Obligado a hacer las veces de ama de casa a raíz de un viaje al extranjero de mi mujer, he aprendido a valorar más los quehaceres y las satisfacciones que diariamente experimentan las amas de casa. En primer lugar, me di cuenta de que tareas como hacer la comida, limpiar la cocina y lavar la ropa, que yo daba por descontado, no se hacían solas.

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