8 diciembre, 2024

A los maestros del siglo XXI y más allá.

El maestro fue, es y seguirá siendo -como educador- el baluarte social de la humanidad; sin el cual no hubo, no hay, ni habrá nación en el mundo, que subsista.

Hoy más que nunca cuando tenemos que enfrentar los desafíos de la era planetaria -electrónica que vivimos, es la educación la que logrará resistir la parte humana que se necesita para subsistir.

Hoy y no mañana, es al maestro, como educador antes que solo como instructor, a quien necesita la humanidad, que son los miles de millones de niños, adolescentes y jóvenes que pueblan todas las naciones del orbe.

Ser educador es el desafío del maestro del presente, que significa que, sobre todos los saberes técnicos y científicos que conozcan sus alumnos, está la parte humana de ellos que hay que formar para resistir la avalancha, sin que perezcan.

Y ¿quién es ese maestro educador?

-El maestro que sabe que sus alumnos son seres humanos que necesitan una educación concebida en sus tres dimensiones, como decía Steiner: mente, espíritu y cuerpo.

De ahí el primordial papel, como formador del hombre, es que sus alumnos comprendan que sobre los grandiosos acontecimientos técnicos y científicos esta la parte humana substancial de sus vidas.

Porque la educación, como dice Morin, es transmitir, no solo saber puro, sino una cultura que permita comprender nuestra condición humana y ayudarnos a vivir.

Reafirmando ello en que “el saber no nos hace mejores ni más felices, pero la educación si nos hace comprender y vivir la parte substancial de nuestras vidas…”

Y es el maestro educador, el artífice de ello.

De ahí mi grito en este día a todos los maestros; ¡A que sobre todo el cientificismo-tecno electrónico del presente, no dejen de lado la parte humana de sus alumnos que necesitan maestros formadores de su espíritu!!

¡Por la paz del mundo!

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Donde hay árboles hay paz

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Sembrar un árbol es multiplicar vida. El árbol es una vida superior. Nos regala oxigeno, verdor, frescura, frutos, su regocijada sombra. Son mudos observadores del drama humano, han sobrevivido las tragedias de todos los tiempos. Son anti bélicos y solo viven en paz y si tienen un deseo, es que los dejemos en paz, tranquilos. Poseen un lenguaje mudo pero universal, son nuestros amigos siempre afectivos y cariñosos. Hay árboles altísimos que pueden llegar al cielo, que viven mil años y que le cantan a la vida con la belleza de sus colores, sabores, olores. Sembrar un árbol es sembrar cordialidad, armonía. Con esto quiero resaltar que la Corporación municipal de Samborondom está impulsando ahora sembrar cinco mil árboles en todo el cantón. Esto es una acción de ternura ilimitada, es sembrar miles de corazones latiendo y creciendo al ritmo de la vida buena. Se están sembrando cinco mil árboles nativos y tres mil árboles de la especie Nim, hasta convertir al cantón en una plenitud de vida: árboles en todas sus calles, al pie de las casas, al pie del lindo malecón, en las faldas del cerro Santa Ana. Árboles para la sombra, la salud y el bienestar.

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