5 octubre, 2024

Hoy es un día muy especial

Estoy en mi oficina; me encuentro solo.

Las puertas están cerradas a quienes diariamente me visitan.

Estoy con mis recuerdos.

Hoy es mi cumpleaños.

Para muchos este es el día más importante de su vida.

Para mí es el momento del encuentro conmigo mismo y la evaluación de la trayectoria que he llevado.

Hoy mientras me bañaba, me hice a mí mismo una pregunta:

¿Qué más puedo pedir?

Ahora que escribo estas líneas, me puedo responder con absoluta sinceridad:

¡Nada!

Soy un hombre plenamente realizado.

No existe un solo sueño que no haya podido realizar.

E tenido todo lo que he querido.

He vivido de una manera intensa y absolutamente como lo quería.

Desde que era pequeñito tuve la sensación de que siempre podía hacer lo que sea mucho mejor que los demás.

Ahora comprendo por mi profesión que se trataba de una falsa percepción, pero que me daba  la inmensa convicción de tener una sensación de seguridad que nadie comprendía.

Lo que sea que hubiere que hacer, motivaba a que mis amigos no lo hicieran por algún tipo de miedo y sin embargo yo lo hacía.

Todos creían que yo no tenía temor o que era muy arriesgado, pero en realidad era la imprudencia que me daba el carecer de miedo por la falsa sensación de seguridad que poseía.

Siempre sentía que podía hacer algo más que los demás no lo podían.

Por difícil o peligroso de que fuere; yo lo hacía.

Ahora que miro para atrás, no hay ninguna circunstancia que haya querido que no haya conseguido.

Inmerecidamente el creador me regaló dones que a mucha gente le negó.

Me otorgó una inteligencia extraordinaria.

Bajo ningún concepto piensen que soy sobrevalorado, sino que esa convicción es como la falsa percepción de la que les hablaba.

Posiblemente posea una capacidad intelectiva normal, pero que yo siento como ilimitada y diferente.

No soy un hombre alto, por lo que jamás se me ocurriría decir que soy muy grande.

Sí soy inteligente.

La memoria que dios me ha regalado es prodigiosa.

Lo que leo se me graba para siempre.

En el momento que requiera puedo recordar cosas que memoricé hace cuarenta o cincuenta años atrás y las recuerdo como si las estuviera viendo en este instante.

La posibilidad de deducir cosas que para otras personas les resulta difícil, es muy simple y sencilla para mí.

Tengo una memoria inaudita para lo que me conviene.

No me acuerdo mucho de mis deudas y muchas otras cosas que son superficiales.

También se me ha dado el don de la premonición.

Este me permite hacer visibles las cosas que me van a suceder.

Es una visión que no se da cuando la busco, sino que aparece cuando menos me lo proponga y que me muestra las cosas imposibles que me son posibles conseguir.

Toda mi vida ha estado guiada por estas premoniciones.

Recuerdo por ejemplo que la primera vez que fui a la cancha del estadio monumental, a los cinco minutos ya sabía que iba a ser presidente del club y también cómo lo iba a lograr.

Si le hubiera dicho a alguien lo que en ese momento veía, me hubieran dicho que estaba loco.

A los seis meses era presidente del club.

Esta forma de percepción ha guiado mi vida y es la que me ha permitido avanzar en el sendero del destino que ha sido trazado en mi camino.

Se me ha otorgado el ejercer la noble profesión de la medicina.

Esta vocación es la hermosa carrera que me ha permitido ayudar a los demás.

Ser médico del alma ha sido lo mejor que me ha pasado.

Tener la posibilidad de dirigir a instituciones donde confluye masivamente la gente desposeída, ha sido mi mayor recompensa por el ejercicio de mi profesión.

Crear los post grados, formar a nuevos médicos y sobretodo contribuir a que los seres humanos que buscan ayuda, puedan ser tratados con eficiencia, conocimiento, dignidad y respeto, ha sido una maravillosa regalía que me ha sido otorgada.

Se me ha concedido el don de pintar.

Puedo hacerlo con facilidad, pese a que cada obra es una lucha interna entre la agonía y el éxtasis por conseguirla.

La pintura no es una afición.

Es una pasión incontrolable que genera un desasosiego que solo se me calma cuando he realizado lo que me propuse hacer.

Son sensaciones con intensidades llenas de pasión, que eclosionan en un vivir sin espacio ni noción de tiempo, donde lo único que importa es lo que se expresa a través del afloramiento de los colores.

La pintura es un mundo que es mi mundo y mi único mundo cuando la vivo.

También tengo el don de la escritura.

Herencia directa de mi padre, me ha permitido escribir dieciséis libros, a través de diversas posturas intelectuales.

He escrito libros de vivencias, novelas, poesías, filosofía, política, medicina, psiquiatría, psicología, humanismo y más de cuatro mil artículos publicados en diversos diarios nacionales e internacionales.

He sido un convencido de que cada uno tenemos algo que expresar y por generosidad del creador a mí se me ha permitido hacerlo de múltiples maneras y bajo distintas posiciones intelectuales.

He sido un bendecido del amor.

He amado y soy amado mucho más de lo que merecí.

El amor que les profeso a mis hijas y sus hijos es el mayor patrimonio que he conseguido a lo largo de mi intensa y diversa trayectoria.

El amor de la mujer que me ama, es lo que necesitaba y aquello que buscaba desde que tuve conciencia del querer.

Tuve padres maravillosos que me hicieron sentir cómo si yo fuera su hijo más amado.

Tengo hermanos que me demostraron su cariño cuando necesitaba un par de brazos adonde refugiarme para llorar mis soledades.

Tengo entrañables amigos que me acompañaron por mi sendero.

Algunos de ellos me esperan cuando llegue a donde se me adelantaron.

Mi vida pública ha sido intensa y multifacética.

He disfrutado cada instante de todo lo vivido; no me arrepiento de nada.

Si he dañado a alguien ha sido sin quererlo y jamás con la planificada pretensión de causar un dolor.

Mi vida privada ha sido hermosa y repleta de amor.

Es por eso que hoy cuando me bañaba, me pregunté:

¿Qué más puedo pedir?

La respuesta está en seguir igual hasta que ya no pueda seguir.

Si me hubiera muerto hace diez años, hace cinco, el día de hoy o dentro de diez, la respuesta sería la misma.

Gracias a Dios por la maravillosa vida que me permitió vivir.

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