29 marzo, 2024

Yo no estoy de acuerdo con Dios

En aquel tiempo, fue Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: -¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? ¿Y sus hermanos no viven con nosotros aquí? Y desconfiaban de Él. Jesús les decía: – No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa. No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando[2].

 

1.      Hay momentos en los que Dios nos parece contradictorio, poco claro o muy exigente. Hay cosas de la religión con las que, humanamente, no estamos de acuerdo o, por lo menos, no las entendemos. Ello puede ocurrir en dos niveles: a nivel teórico y a nivel práctico:

a.  Nivel teórico-doctrinal: Así sucede con los judíos del Evangelio. Se hacen una serie de preguntas en torno a quién es Jesús, y terminan desconfiando: “La multitud que lo oía se preguntaba asombrada: – ¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? ¿Y sus hermanos no viven con nosotros aquí? Y desconfiaban de él”.

b.  Nivel práctico-existencia: S. Pablo, en la 1ª lectura,  siente su propia miseria moral: Hermanos: Por la grandeza de estas revelaciones, para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un emisario de Satanás que me golpea, para que no sea soberbio”. Tan intensamente siente la presencia del mal en sí que incluso “tres veces le ha pedido al Señor verme libre de él”.  Y cuenta que Dios le ha respondido: "Te basta mi gracia: porque mi fuerza se realiza en tu debilidad". El Apóstol, lejos de rebelarse y de ponerse difícil con Dios, con total simplicidad y sencillez concluye: “Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”[3].

2.      Nivel teórico-doctrinal.

a.  Si el ser humano es tan limitado para comprender las simples verdades científicas (cómo funciona un vulgar celular, cómo es que el aire no tiene color y sin embargo el cielo sea azul…), lógicamente, sería rarísimo que, siendo Dios infinitamente sabio y poseyendo nosotros un entendimiento tan limitado, comprendiéramos todas las verdades de la revelación. Normal es que nos broten preguntas sobre la Biblia, cuestionamientos sinceros, preguntas al estilo: ¿cómo se multiplicó el género humano a partir de Adán y Eva; se casaban entre hermanos? ¿Cómo es que Matusalén vivió 999 años?, y mil preguntas más.  Ante nuestras preguntas, a veces habrá una respuesta, a veces no.

b.  Sea como sea, Dios debe contar con nuestra fe y nuestra confianza. Creer no es comprender todo, sino aceptarlo todo, no por la claridad de lo que se nos propone creer, sino por la confianza que se merece la autoridad de quien nos lo propone: Jesucristo, que, por ser la Verdad misma[4], no puede engañar (mentir) ni engañarse (equivocarse). Por mucho que no entendamos, en definitiva, debemos terminar creyendo, y no como los judíos de este pasaje, que al no comprender, terminaban desconfiando y recelando...

c.  Llegar a la certeza teórica y doctrinal a través de la confianza que nos inspira la autoridad de quien nos propone un conocimiento, no es exclusivo de la religión. La adquisición de la Ciencia humana está totalmente fundamentada  en la confianza que  ponemos los científicos, aquellos que constataron la verdad geográfica o astronómica que adquirimos. Si no nos fiáramos de los científicos, si no tuviéramos fe en su autoridad, seríamos unos perfectos ignorantes; porque, si no nos fiáramos de nadie,  tendríamos que constatar por nosotros mismos toda verdad científica: la longitud de los ríos, la distancia entre los astros, la altitud de los montes… El lógico: aunque no comprendamos ni comprobemos por nosotros mismos las verdades divinas, debemos aceptarlas, por lo menos con la misma apertura con la que aceptamos las verdades que nos proponen los hombres de Ciencia.

3.      Nivel práctico-existencial

a.  En lo práctico y existencial, muchas veces Dios nos hace pasar por situaciones en las que tenemos el peligro de rebelarnos y, lo que es peor, desobedecer y hacer lo que nos da la gana o nos viene bien. Y es en este campo práctico, cuando la cosa se puede poner más difícil: No entiendo por qué no puedo contraer un nuevo matrimonio si he fracasado en el primero; no comprendo  por qué no puedo acudir a la inseminación artificial para tener un hijo; no comprendo por qué no puedo usar anticonceptivos para evitar más hijos…  En tales situaciones es absolutamente necesario que tengamos presente que el Maestro dijo: Si alguno me ama, que cumpla mis mandamientos,[5] y que Él, antes que pedirnos fidelidad a nosotros, Él nos la mostró de modo admirable, a través del sacrificio de Sí.

b.  Efectivamente,Jesús nos mostró su amor de modo práctico,  pasando por aquello que le repugnaba: Cristo Jesús “en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía librarlo de la muerte”[6]…. “A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él”.[7] “La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.”[8]… “Se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.”[9]… “Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose él mismo maldición por nosotros, pues dice la Escritura: Maldito todo el que está colgado de un madero”[10].

c.  Ante este panorama de amor increíble a través de la sacrificada obediencia estamos llamados a pagarle con la misma moneda; a no ser que queramos escuchar el dolido reproche: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”[11], o las duras palabras que Dios tiene reservadas para los que no se decidieron a concretar su amor hacia Él: “No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: ¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!” [12].

4.      Sin embargo, a pesar de todo, los seres humanos, a la hora de tener que cumplir por amor los mandamientos de Dios, Su Voluntad, manifestada a través de la Iglesia[13],  nos mostramos perito en buscarnos escapatorias, cortinas de humo, excusas para tapar nuestra falta de amor, acudiendo a elegantes escapatorias en las que ‘se nos ve el plumero’. Las normas en las que se manifiesta la voluntad de Dios hacia nosotros se llaman Normas Morales. Hoy, estas escapatorias, cortinas de humo y trucos del desamor, tienen nombres concretos, nombres de actitudes tan extendidas que, incluso, se han trasformado en doctrinas y escuelas de desamor: Veámoslas:

a.  El relativismo moral: Esta doctrina dice: Todo lo moral – toda norma moral – es discutible y opinable; no hay normas absolutas, indiscutibles y obligatorias en todo tiempo, en todo lugar, para toda persona y en todas las circunstancias, porque la moral (dicen) depende del lugar, del tiempo, de las circunstancias, de las personas…  Respuesta: Ciertamente hay normas que dependen de las circunstancias (por ejemplo, las normas sobre el vestido, del baile, etc.); pero hay normas que son obligatorias, independientemente de las circunstancias de la época, país, etc.: en todas partes y en todos los tiempos serán malos el aborto, la eutanasia, la blasfemia, la estafa al pobre, la violación de los menores, la homosexualidad, el lesbianismo, el irrespeto a los padres…

b.  El hedonismo. Hedoné, en griego, significa placer. El hedonismo es una doctrina y un modo de pensar y de actuar según lo cual el ‘placer’ se identifica con el ‘bien’: buscar el placer es buscar el bien, es buscar lo bueno. El placer es la felicidad y la meta de la vida. Paralelamente, huir del sufrimiento a toda costa es la meta de la vida: evitar toda molestia, todo dolor, todo inconveniente, toda renuncia…  Respuesta: Por una parte, sólo con ver los resultados de los que se guiaron por esta mentalidad, buscando el placer por encima y en contra de todo valor, de toda norma, de todo principio, es ya de por sí un indiscutible argumento contra el hedonismo: preguntémosles a los drogadictos, a los alcohólicos, a los que pedieron su hogar por la búsqueda de la lujuria&
hellip; preguntémosles si son felices y si se han realizado como personas. Por otra parte, ningún ideal se alcanza sin sacrificio, renuncia, dominio, sufrimiento… Hasta para tener un cuerpo bien formado hace falta sacrificarse. La vida nos demuestra, además, que el camino de los hombres buenos, los santos, los héroes, los hombres y mujeres con honor y que son modelos auténticos de humanidad, es un camino de sacrificios, esfuerzos y renuncias…

c.  El subjetivismo: Es la actitud del que no admite normas morales que le vengan de fuera, normas ‘objetivas’. Es la postura del que quiere establecer sus propias normas de conducta, según su criterio, parecer, gusto y capricho. Es la actitud del que, sustituyendo a Dios, quiere él mismo ser su propio legislador.  Respuesta: Si yo tengo derecho a establecer mis propias normas morales, lógicamente, ese derecho lo tendría también cualquier otro ser humano: el ladrón podría decir que para él robar no es malo, y el asesino, que asesinar no es malo… Si así fuera, se terminaría toda norma moral.

d.  La moral finalista: No importa lo que yo haga; lo que importa es la finalidad o la intención con que realice lo que hago. Si el fin es bueno, hágase lo que se haga, no pecamos. Si lo que quiero es la estabilidad económica de mi familia, puedo usar anticonceptivos; como salvar mi fama es positivo y bueno; puedo abortar…  Respuesta: San Pablo, en la Carta a los Romanos (3, 8) dice que no se puede hacer el mal para conseguir algo bueno. Las acciones tienen tres elementos: lo que hago (= objeto); el fin para el que hago; las circunstancias que me rodean. Para que una acción sea buena, los tres elementos deben ser buenos o, por lo menos, indiferentes. Basta que uno de los elementos sea malo, para que sea malo todo mi actuar.

e.  La moral de situación: Dice: Yo sé que la Iglesia tiene sus normas morales muy justas y santas; pero en mi situación, en mis circunstancias, no estoy obligado a seguir lo que enseña la Iglesia. Respuesta: Dado que todos vivimos en unas circunstancias, siempre nos podemos considerar justificados para sentirnos una excepción respecto a lo que la Iglesia pide, y nadie estaría obligado a obedecer. Si la moral finalista da importancia sólo al fin del acto, la de situación pone todo el acento en las circunstancias.

f.  La moral de actitudes: No importan los ‘actos’ concretos, sino mi ‘actitud’ constante. Mi calidad moral no puede juzgarse por un acto aislado (una infidelidad conyugal), sino por mi habitual actitud (fidelidad). Si yo habitualmente soy bueno y hago un acto malo, ese acto no es malo, porque una persona tan buena como yo no puede hacer un acto malo. La Iglesia dice que los pecados pueden ser de dos tipos: mortales (= graves) y veniales. Yo, en cambio digo, que los pecados son de tres tipos: mortales, graves y veniales. Un pecado mortal es aquel por el cual yo cambio de actitud ante Dios; si yo no cambio de actitud, aunque cometa uno de esos pecados que la Iglesia llama mortales, mientras yo no cambie de actitud básica (= opción fundamental), no hay pecado mortal y, por tanto, puedo seguir comulgando. Si yo soy un esposo fiel y tengo una actitud fundamental de castidad, si un día tengo relaciones con otra mujer, cometo sólo un pecado grave, pero no mortal. Mientras yo no cambie de actitud, puedo seguir comulgando sin confesarme, aunque cometa un pecado de los que la Iglesia llama mortales (el adulterio).  Respuesta: Esta teoría llevaría al caos moral en la Iglesia: mientras yo no cambie de opción fundamental, puedo matar, adulterar, abortar…y puedo seguir comulgando porque yo no he cometido un pecado mortal; sólo he cometido un pecado grave.

g.  La nueva moral: Para mantener mi comunión con la Iglesia, yo debo sostener las mismas verdades de la fe, las mismas creencias (credo); pero en lo que se refiere a la moral, yo debo actuar sólo según mi conciencia, con sinceridad, madurez, responsabilidad.  Respuesta: Mantener esta actitud es el modo más fácil de ser un católico liberal y amoral.

h.  Indiferentismo moral  Es la actitud del que le da lo mismo obrar bien u obrar mal; del que no mira la vida, su conducta o la de los demás, el trabajo, la diversión… desde el punto de vista moral. Es la actitud del amoral, licencioso y libertino. Respuesta: Todo partidario del indiferentismo moral deja de serlo cuando el interesado es él mismo: dice que da lo mismo ser honrado o no serlo, siempre y cuando a él le respeten sus bienes y sus derechos.

5.      Jesús vino al mundo a indicarnos el camino de la salvación: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son  muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la puerta y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran”[14]. Pero Jesús no se limitó a indicarnos el camino, sino que Él mismo tomó la delantera para que nosotros vayamos tras Él: Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y  completa nuestra fe: Jesús, que renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios”[15].

6.      En resumen: El texto de hoy dice que Jesús no pudo hacer allí ningún milagro… Jesús se extrañó de su falta de fe”[16].  No creemos porque no vemos; pero no vemos porque no creemos:

a.  A Dios le encantaría mostrarse providente con nosotros, sus hijos, pero se lo impedimos. “Mientras no hayamos experimentado la fidelidad de Dios para proveer a nuestras necesidades esenciales, nos cuesta creer de verdad y abandonarnos. ¡Somos testarudos, la palabra de Jesús no nos basta y queremos ver, al menos un poco, para creer! ¿Y cómo vamos a experimentar la ayuda de Dios, si no le dejamos el espacio necesario para que Él pueda expresarse? Ilustremos esto con una comparación: mientras una persona que debe saltar en paracaídas no se lance al vacío, no podrá sentir que éste lo sostiene, puesto que no se ha podido abrir. Hay que saltar y sólo después se sentirá sostenido por el paracaídas. "Dios da en la medida en que esperamos de Él", decía San Juan de la Cruz. Y san Francisco de Sales decía también: "La medida de la Providencia Divina en nosotros, es la confianza que tengamos en ella"[17].

b.  Como somos racionalistas no nos fiamos de Dios, y porque no nos fiamos de Dios, no le damos la oportunidad de mostrarnos Su providencia. Esta es la tragedia del hombre que no cree: no se fía de Dios, y por ello mismo, jamás experimenta la protección divina. Nos pasa lo que al alpinista que escalaba en medio de la absoluta oscuridad de la noche por la pared vertical de la roca. De pronto dio un mal paso y cayó al abismo. Quedó agarrado del extremo de la cuerda, bamboleándose sobre el abismo, en medio de la absoluta oscuridad. Así, agarrado a la cuerda, pegó un grito: ¡Dios mío, sálvame! Dios le dijo: ¡Suéltate! Pero el hombre no se fió de Dios. Se aferró con más insistencia a su cuerda, su única seguridad en medio de la gélida y oscura noche. Al día siguiente los rescatadores le encontraron congelado, aferrado a su cuerda… a 15 centímetros del suelo.


[1] Las homilías del P. Paulino Toral las puede encontrar desde el viernes anterior al domingo en el que toca la homilía en: https://www.desdemitrinchera.com/  y en http://www.samconline.org/

[2] Mc 6, 1-6

[3] 2 Co 12:7-10

[4] Jn 14:6

[5] Jn 14:21

[6] Heb 5:7

[7] 2 Cor 5,21

[8] Ro 5: 6-8

[9] Fil 2,7-8

[10] Gal 3,13

[11]  Mc 7:6

[12]  Mt 7:21-23

[13] “Como el Padre me ha enviado, así os envío yo” (Jn 20, 21) “El que a vosotros os escucha, a mí me escucha; el que a vosotros os rechaza, a mi me rechaza” (Lc 10, 16).“El que recibe mis preceptos y los guarda, ese me ama; el que me ama a mí, será amado de mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él…Yo soy la Verdad; el que no me ama, no guarda mi palabra” (Jn 14, 21:) “Si guardareis mis preceptos, permaneceréis en mi amor, lo mismo que yo guardo los preceptos de mi Padre y permanezco en su amor”( Jn 15, 10:) “Cuidado que nadie os engañe…Se levantarán falsos profetas que engañarán a muchos, y por el exceso de la maldad se enfriará el amor de muchos; mas, el que persevere hasta el final, ese se salvará” (Mt 24, 4) “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”( Hech 5, 29:)

 

 

 

[14]  Mt 7:13-14.

[15]  Hebreos 12:
1-2.

[16] Mc 6: 6

[17] Jacques Philippe. Busca la Paz y Consérvala. Ediciones Paulinas Pág. 35.

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Alfaro Vive Carajo

Muchos jóvenes de hoy día tienen este nombre girando en su cabeza apartados de los hechos que sus mayores vivimos como adultos. Intento pasear un poco en mi memoria para yo mismo ponerme en perspectiva respecto a los actuales acontecimientos. Digamos que, así de pronto, el movimiento AVC se ha reivindicado, ha almorzado en Carondelet y tiene su ministra. Lastimosamente no se puede resucitar a los tantos muertos que significó aquella insurgencia armada que incursionó en el país desde 1983 hasta 1986.

Yo respeto y admiro a toda persona dispuesta a dar su vida a causa de sus ideales. Sin duda aquellos jóvenes graduados a mediados de los años setenta, tomaron una decisión con altos riesgos pues se trataba de matar o ser muertos pues optaron por el camino de las armas. Si triunfaban serían héroes, si no villanos tal como sucede con las revoluciones.

No hay comentarios

  1. Por supuesto Padre. Yo estoy de acuerdo con Nuestro Señor Jesucristo.
    Que Nuestro Señor Jesucristo lo bendiga
    abundantemente.
    Mayra

  2. La palabra de Dios es sagrada y los cristianos católicos debemos dar testimonio en nuestros ambientes, donde nos ha tocado vivir. Gracias por la homilía Padre Paulino y siga adelante con la ayuda de Jesús y María.

  3. Padre Paulino: Que confortante es poder leer sus explicaciones a temas de tanta importancia y de difícil entendimiento por parte de nosotros, personas sin experiencia en estos asuntos. Siento que este medio es un Púlpito virtual, con la ventaja de que podemos comentar y preguntar sobre lo que tengamos duda. Gracias por sus sabias enseñanzas.
    Pedro Barquet

  4. Muchísimas Gracias Padre Paulino, pues aunque soy una persona fortificada por la fé; después de leer la explicación de ésta Homilía, siento que he » crecido» espiritualmente.

  5. En efecto, aunque parezca increible, aún ahora nos portamos así: incrédulos..

    – Como es posible que «ese» pueda hacer lo que dice, – comentamos frente a propuesta de una persona comun y corriente, pues quisieramos primero ver TODOS sus titulos phds, para considerar la posibilidad de atender a sus palabras…

    Sería bueno entonces hacernos eco de este episodio y dejar de lado los prejuicios, para que tomando lo bueno de la propuesta, venga de donde venga, la consideremos e incluso la apoyemos…

    … Es la unica alternativa viable, hoy, .. el apoyarnos TODOS, aun entre quienes pensemos diferente pero que tenemos un fin comun, el ayudar a otros…

    Que nos dejemos guiar por las enseñanzas del Señor, en todos nuestros actos.

    Alberto Rosales
    ralberto68@hotmail.com
    Ibarra, Ecuador

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