28 marzo, 2024

Los emigrantes y las invasiones.

Los emigrantes y las invasiones no son solo hechos que se producen a nivel internacional, también se producen a nivel nacional. Son hechos con causas y consecuencias perfectamente definidas, los ecuatorianos emigran de su país haciendo cualquier esfuerzo, a cualquier precio, inclusive arriesgando su vida a mas de tener del dolor de la orfandad familiar que genera su ausencia, en busca de lo que ven como imposible en su país, esto es tener trabajo, para programar y estructurar  un futuro promisorio que les garantice la estabilidad y desarrollo de la familia.

El hecho de emigrar a otro país en busca de nuevos horizontes, se realiza para intentar lograr una estabilidad económica que garantice la educación, salud y bienestar de la familia que queda atrás, dentro de los linderos de la frontera patria. Son los padres, mujer e hijos, los que sufren inmediatamente su ausencia, la angustia y el dolor es grande pero la esperanza de mejores días, debe ser el paliativo para aliviar el dolor de esa ausencia.

Son ya casi tres millones de ecuatorianos que entregan su capacidad y esfuerzo en otros países, en busca de la oportunidad que no encontraron en el Ecuador. El fruto de su trabajo lo envían a su país, cuyas remesas económicas se han constituido en un importante aporte al ingreso nacional, pero este importante ingreso tiene un costo muy elevado, que constituye  la destrucción de la familia.

La emigración también se produce a nivel nacional, por la misma razón, en busca de las perspectivas de desarrollo y progreso que no encuentran en su ciudad natal, generalmente de la serranía, con consecuencias también graves, generadas por la super población que estas migraciones producen en las ciudades como Guayaquil, pues llegan sin ningún recurso para establecer su residencia, generándose entonces las invasiones que distorsionan el planificado y ordenado desarrollo urbano de la ciudad, a costos muy elevados.

Los servicios de agua, drenaje y evacuación de las aguas residuales, así como la electrificación de las áreas invadidas, resulta 2 o 3 veces mayor que los mismos servicios en las áreas ordenadamente planificadas, lo cual desequilibra los presupuestos y economías Municipales.

Es entonces el Gobierno Central el que debe preocuparse de evitar la migración nacional, preocupándose de motivar y dar autonomía a los Municipios de las ciudades, para que estos dejen la monotonía administrativa, generen trabajo y con ello el desarrollo y estabilidad de su población. El Ministerio de Agricultura y los Consejos Provinciales deben propender al desarrollo rural, para evitar la primera migración que es la que se produce  del campo a la ciudad, por falta de los más elementales servicios para la educación, para la salud y para el conocimiento, que constituyen el principal factor de desarrollo progresivo de los pueblos.

La población generada por la migración es inicialmente inestable y en busca de su estabilidad es aprovechada por los invasores profesionales, para generar las invasiones en las áreas perimetrales de Guayaquil, entre ellas, las riberas del estero salado, generando zonas inhóspitas, que luego la Municipalidad debe atender sin poder hacerlo al mismo ritmo que se instalan y crecen las invasiones.

En los invasores existen Guayaquileños de corazón, agradecidos del calor y de las buenas oportunidades que le brindaron los valientes y pujantes Guayaquileños que incansablemente se esfuerzan por lograr el desarrollo permanente de su ciudad. Pero también aparecen los ingratos y traidores que hoy pretenden pescar posiciones y beneficios en el río revuelto que ha generado el Gobierno Nacional, con su ataque dirigido a las instituciones Guayaquileñas, como la M. I. Municipalidad, La Junta de Beneficencia, La Comisión de Transito y así tantas otras instituciones Guayaquileñas, creadas por Guayaquileños para suplir los servicios que el Gobierno Central, nunca a podido atender.

Guayaquil es alma, corazón y sentimiento de todos los ecuatorianos, por eso siempre levantó su voz de GUAYAQUIL POR LA PATRIA. No obliguen a cambiarlo a GUAYAQUIL POR GUAYAQUIL.

GUAYAQUIL merece consideración y respeto, por lo que es y será siempre, por el esfuerzo de sus hijos y de quienes la quieren como sus hijos, por el amor y el calor que siempre les brindo.

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