26 julio, 2024

El principio del bien y el mal

En el imperio Persa fundado por Ciro, aumentado con la anexión del Egipto realizada por Cambises y organizado por Darío, apareció el célebre reformador Zoroastro, quien estableció una nueva religión: el mazdeismo.
Su doctrina y preceptos se encuentran reunidos en un libro sagrado: el Zend-Avesta. Según Zoroastro existen dos principios contrarios y alternos: el principio de la luz o del bien y el principio de las tinieblas o del mal.
El principio del bien se llama Ormuz y el principio del mal se llama Ariman. Ormuz es el Dios creador del mundo, el Dios bienhechor, todo lo bueno procede de él; Ariman es el Dios del mal, todo lo negativo  procede de él. Ormuz y Ariman luchan perpetuamente, pero en esta lucha siempre triunfa Ormuz, el principio del bien.

Lamentablemente, en el Ecuador  se trata de implementar ese maniqueísmo enfrentándose los unos buenos y los otros malos. Esa tendencia, además de falsa es peligrosa, pero con ocasión de la Asamblea Nacional Constituyente se ha vuelto más recurrente, y buenos son los que quieren cambiar totalmente la organización política del Ecuador a su manera, reorganizando todas las funciones del Estado; y malos los que se oponen, y entre “buenos” y “malos” existe una gran cantidad de ciudadanos que se encuentran desorientados y no saben a ciencia cierta que camino le conviene más al país.

El nivel de confrontación se ha elevado en los últimos tiempos, estallando con las declaraciones del Presidente Correa con relación a la concesión de los aeropuertos de Guayaquil y Quito. Este tipo de conducta debe cambiar, tiene que cambiar, pues nada bueno se alcanza con la diatriba y, en cambio si se logra mucho con el esfuerzo y el trabajo continuado.

Por los motivos expuestos, todos los ecuatorianos esperamos se depongan actitudes y se propicie un clima de entendimiento y desprendimiento, pensando en el beneficio del país entero y no de pequeños círculos, ya que el Ecuador a todos nos compete, y  todos,  sin ninguna excepción, debemos arrimar el hombro.

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“La bondad de un gobierno reside en el mayor ejercicio de la inteligencia, y en el respeto que los gobernantes deben a las libertades legítimas de los gobernados”.

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Negarle la posibilidad de expresarse a una persona es, por cierto, un crimen contra su vida y su proyección creativa… Y es que, por naturaleza, e incluso por supervivencia zoológica, todo ser vivo tiene la capacidad de hacerse presente. Hasta en las formas más disparatadas. En cuanto a la sociedad humana la única manera que tiene para mantenerse, y superarse, si es necesario, en sus procesos de realización, es la continua interrelación, mediante los variados comportamientos de sus integrantes. Claro, que en cada comportamiento está implícito, aun para superación de sí mismo, que no se debe ni se puede franquear, los límites de los derechos de terceros, so pena de entrar en el ámbito de la arbitrariedad, que de facto exige castigo.

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