“Hemos perdido a un Padre, pero al padre de todos, todos, todos”. Fueron las palabras del actual Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge García Cuerva, me siento huérfano”. Cuando el periodista le pregunta qué anécdota pueda narrar, Mons. García Cuerva responde: “Primero mi elección como obispo auxiliar de Lomas Zamora, no me lo esperaba, yo un cura de las villas miserias de Bs-As capital que por 20 años vivía, trabaja y alimentaba mi fe con ellos, los villeros, no podría creer que el Papa Francisco me haya designado para eso”.
“Y lo que fue más sorpresa, luego para arzobispo de Bs-As, en donde recibí insultos, calumnias, falsas acusaciones por el hecho de haber trabajo con los descartados de la sociedad. El Papa, en medio de sus múltiples ocupaciones me llamaba todos los días, el primer mes para decirme: -Jorge, tranquilo, ánimo, tú sigue. Esto pasará- Y así fue, ese es el padre Jorge Mario Bergoglio sj”.
Eso no lo desarrolló como Papa, fue su vida y su historia. El cariño recibido en su familia, en especial de la abuela Rosa, fue la clave para soportar y enfrentar la enfermedad y los retos de la vida. Pero, forjó su carácter y su estilo de relacionarse con los demás, desde la ternura y la firmeza de sus convicciones.
Cuando fue formador de los jesuitas de Argentina, logró aglutinar alrededor de cien jóvenes, que después de sufrir esa zona religiosa jesuita, provincia, la catalogamos, la crisis de la deserción de curas. Los jesuitas argentinos bajo el liderazgo de Jorge Mario Bergoglio comenzaron a contagiar y conquistar a jóvenes para la vocación jesuita: sacerdotes y hermanos laicos al servicio del mundo para descubrir a Dios y contagiar los criterios de Jesús, bajo la bandera de su cruz. REFUNDARON el centro de formación de San Miguel del gran Buenos Aires. Eran los años 80, sus estudios donde reafirmaron el humanismo griego clásico, para entender la historia del cristianismo y su propuesta. Era una formación clásica, pero sólida.
Los jóvenes estudiantes jesuitas “adoraban a Bergoglio” y su propuesta formativa. Desde allí solo los mandaba a misiones a la ciudad de Guayaquil, donde tuve los primeros maestrillos argentinos, llamábamos a esos profesores jóvenes que enviaba Bergoglio, uno de ellos, profesor mío es hoy Arzobispo y Cardenal de Córdoba Angel Rossi sj, y el otro decano de la facultad de teología de la universidad de los jesuitas de Córdoba, José María Cantó sj; Y al Japón, era su manera de contagiar universalmente la fe, desde sitios muy católicos, pero carentes de sacerdotes a sitios de minoría de catolicismo. Los extremos se topan.
Cuando la Compañía de Jesús, fiel al carisma de su fundador de estar en los sitios de mayor bien, mayor conflictividad, donde nadie quiere ir, lo que hoy llamamos LAS FRONTERAS de misión sean existenciales, geográficas o ideológicas allí han estado y estarán los jesuitas. Bergoglio – no lo entendió, en ese entonces. Entró en conflicto. Yo vivía en esos años en esa Argentina jesuita que amaba a Bergoglio y la otra, que empezaba a cuestionarlo. La gente respondía, simplemente -Bergoglio es mi amigo y lo quiero-. Pero soy jesuita y hago caso a las nuevas orientaciones. Es decir, Jorge Mario, producía conflictos por sus posturas, pero se relacionaba con la gente, en especial con los jóvenes desde la empatía y la racionalidad emocional. Decidió abrirse y obedecer. Eso solo lo hace un grande.
Fue como Obispo, Arzobispo de Buenos Aires y Cardenal de Argentina donde puso lo mejor de su formación jesuita: el discernimiento, el asumir la cruz, el ir a las fronteras de los más pobres para jugarse por un cambio estructural y no un mero asistencialismo, el no tener miedo –hipomone kai parresia- aguante y valentía, sinónimos de esperanza y audacia eras las palabras que más predicaba en los ejercicios espirituales que daba; pero en especial el sentir la consolación, el saber corresponder a tanto bien recibido y actuar desde el consuelo y la misericordia que lo hicieron ser más querido por el pueblo, por sus curas, por todo un país, que lo llevó a su elección como Papa, donde se puso FRANCISCO evidentemente en honor al santo hermano de la Pobreza, Fraternidad y Cuidado de la creación, por Francisco de Asís.
Bergoglio no es fácil de encasillar, menos de encerrar en un concepto o idea. Se puso Francisco por el apóstol de las indias, el primer evangelizador jesuita de las fronteras más lejanas y de unas de las culturas más retadora para cualquier persona por su encanto, belleza y misterio, el Japón y el querer entrar en China, donde murió en sus costas. Y eso es lo que unió al que llamamos Papa Francisco. Hacer síntesis de grandes posturas para ser respuesta a los grandes desafíos
Hoy simplemente quiero dar gracias a Dios por haberlo conocido, pido perdón infinita por no haberlo aprovechado y haberme atrevido a cuestionarlo. Hoy después de leer mucho, muchísimos discursos, libros, artículos de él y sobre él, puedo decir parafraseando a san Agustín de Hipona: tarde te conocí, tarde te amé. Varios periodistas me piden resumirlo en una palabra. No puedo, pero sí puedo decir dos frases. Una que los pobres de la villa miseria de Buenos Aires dicen que se las copió a ellos y la puso en su primer gran documento la Exhortación La Alegría del Evangelio: “callejeemos la fe”, es decir vivamos la fe en la calle. Y a los jóvenes “no balconees la vida”, “atrévete a tener grandes sueños”, “que fracasas, que no se cumplen no importa, inténtalo de nuevo”. “Haz lío, no vivas una existencia mediocre”.
PARA PENSAR
¿Quién ES EL PAPA FRANCISCO?
El hombre que se abrió al misterio del mayor amor
¿QUÉ TIPO DE LIDERAZGO EJERCIÓ?
EL LIDERAZGO DISCERNIDO el que escucha al corazón de Dios y del pueblo.
¿POR QUÉ SE PUSO FRANCISCO?
Por experimentar al Dios menor y al Dios mayor simultáneamente.