25 abril, 2024

Poesía & Arte

Jóvenes Talentos – María José Salazar Aguirre: A Jesús en Navidad

Jesús,
¿Qué puedo decirte que no te hayan dicho ya?
Las palabras son un estorbo
Quisiera que mis labios despidan canciones
Y mis manos pinten emociones

Escuché al Cielo cantar:
¡Hoy es Navidad!
Mi corazón se desborda de amor
Porque ha nacido el Salvador

El brindis del bohemio

“Guillermo Aguirre y Fierro nació en 1887 en San Luis Potosí, México. Además de haber publicado una copiosa cantidad de poemas, trabajó como periodista y participó de diversos eventos poéticos en Ciudad de México. Entre sus numerosas obras se destaca “Sonrisas y Lágrimas”, gracias a la cual consiguió una gran popularidad. La misma se publicó por primera vez en 1942 y, aunque muchos de sus poemas ya habían aparecido en varios folletines, fue el punto de partida para que el nombre de Guillermo comenzara a girar en los círculos literarios del momento. Aguirre y Fierro falleció en Ciudad de México en 1949 y es considerado uno de los autores fundamentales de la literatura mexicana del siglo XIX.

Su obra más famosa se llama “Brindis del Bohemio”. La misma apareció en el libro citado anteriormente y se convirtió en el caballo de batalla del poeta, quien lo recitaba en todos los eventos líricos en los que participaba. Dicho poema puede considerarse un canto de honor al ambiente bohémico, en el cual se reflejan sus características, que lo convertían en un punto de reunión para compartir opiniones y darle a las palabras una importancia nunca antes vista. En este poema también podemos encontrar los elementos que no pueden faltar en ningún poema bohémico: el amor y la amargura.” (Poemas del alma)

El dolor

Hoy quiero volver a un gran poeta mexicano de comienzos del siglo pasado, del cual ya hemos hablado.

Volver a hablar de Amado Nervo, es rememorar la hermosura del sentimiento, del dolor, de la pena, sobre todo si volvemos a los versos de sus últimos años.

Leamos primero su “AMEMOS”:

Amemos
Amado Nervo

Si nadie sabe
ni porqué reímos,
ni por qué lloramos;

si nadie sabe
ni por qué vinimos,
ni por qué nos vamos;

si en un mar de tinieblas nos movemos,
si todo es noche en rededor y arcano,
¡Al menos amemos!
¡Quizás no sea en vano!

Para dar una idea de su apasionamiento, veamos su verso “Cobardía”, en el que relata cómo se aleja de la
posibilidad de amar, por miedo al sufrimiento:

Humberto Fierro

El cuarto poeta ecuatoriano de la generación decapitada, fue Humberto Fierro. Nació en Quito, en 1887. Adquirió esmerada educación y en las propiedades de sus padres, en Quito y en Miraflores en Cayambe, dedicó mucho tiempo a la lectura de sus autores y poetas favoritos. Gustaba de lecturas filosóficas y científicas y sobre todo de los poetas franceses simbolistas y parnasianos.

Introvertido, modesto y sencillo, de una sensibilidad extrema, se desempeñó toda su vida como amanuense en una Oficina del Ministerio público. Arturo Borja lo instó a publicar sus poemas. Sus principales obras están resumidas en dos poemarios: El Laúd del valle, publicado en 1919, y La Velada palatina, editada después de su muerte, en 1949.

A partir de 1920 llevó una vida bohemia, pero sin excesos. En las noches se reunía con amigos y poetas en diferentes bares de Quito, hasta que la muerte lo sorprendió el 23 de agosto de 1929, a los 43 años de edad.

Arturo Borja

Arturo Borja fue otro poeta de la generación decapitada, de Ecuador. Nació en Quito en 1892, décimo tercer hijo del matrimonio de Luis Felipe Borja Pérez, por quien descendía directamente del Papa Alejandro VI, Rodrigo Borgia, por medio de su hijo Juan Borgia y Gandía, II Duque de Borgia, casado con María Enríquez Luna. Su madre fue Doña Carmen Amelia Pérez Chiriboga, prima hermana de su padre.

Un día sufrió una lesión en el ojo derecho, al hincarse con la pluma con la que escribía. En 1907 viajó en busca de tratamiento a París en compañía de su Tío Carlos Pérez Quiñones. En París aprovechó para estudiar literatura. En poco tiempo el contagio de los poetas simbolistas fue total. Baudelaire, Verlaine, Mallarmé, Samain, Rimbaud y otros, influyeron grandemente en su corta obra.

Ernesto Noboa y Caamaño

Ernesto Noboa y Caamaño fue un poeta guayaquileño, figura del modernismo en la poesía latinoamericana, nacido el 11 de agosto de 1889, hijo de Don Pedro José Noboa y Carbo y de la Sra. Rosa María Caamaño y Gómez Cornejo, dos miembros de familias acomodadas y muy conocidas. Se vio siempre acosado por una neurosis que sólo la morfina lograba calmar. Casi toda su obra se encuentra publicada en su libro “Romanza de las horas”, publicado en 1922. Muchos de sus poemas fueron convertidos en canciones, sobre todo pasillos.

Su poesía Emoción vesperal es la más conocida y recordada, tanto en Ecuador como en otros países. Su poesía tuvo mucha influencia de los poetas franceses, sobre todo del grupo de los llamados “poetas malditos”, como describió Paul Verlaine a Tristan Corbière, Arthur Rimbaud, Stephane Mallarmé, Marceline Desbordes-Valmore, Villieres de lísle-Adam y Pauvre Lelian, que era un anagrama de su mismo nombre. Aparte de ello, influyeron también en sus versos Charles Baudelaire, Heme, Samain, Laforque, Poe, el modernista cubano, Julián del Casal, Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez.

El poema de la semana

Mucho se ha hablado y escrito sobre el General de División José Eloy Alfaro Delgado, quien nació en Montecristi, Manabí el 25 de junio de 1842, hijo de Juan Alfaro y González, Republicano Español natural de Cervera del Río Alhama (La Rioja, España) y llegó al Ecuador en calidad de exiliado político, y de María Natividad Delgado López, nacida en Montecristi el 8 de septiembre de 1808.

Estudió su primaria en su lugar natal y desde muy joven se identificó con el liberalismo anticlerical. Combatió a García Moreno, Borrero, Veintimilla y Caamaño. Pasó por muchas y serias dificultades en las diversas campañas que emprendió, tendientes a combatir la tiranía. En estos combates gastó su fortuna adquirida en Panamá con la ayuda de su esposa Ana Paredes Arosemena. De ese matrimonio nacieron nueve hijos y tuvo otro hijo fuera del matrimonio. Alfaro fue asesinado por una turba del pueblo quiteño, arrastrado y quemado el 28 de enero de 1912. Fue por dos períodos Presidente de la República y es considerado el líder de la Revolución liberal ecuatoriana.

El poema de la culpa

Para los amantes de la poesía, uno de los autores de poemas románticos más leído, ha sido José Ángel Buesa, de quien ya he hablado, poeta cubano que nació en 1910 y murió en el exilio en República Dominicana, en 1982.

Una de sus poesías más famosas, más leídas y más publicadas, es el Poema de la culpa, que ya lo publiqué antes, y vuelvo a repetirlo para entregarles dos poesías más de él, que no las conocía y hace poco tuve el agrado de encontrarlas: las respuestas de el otro y la respuesta de ella, al poema de la culpa.

Disfruten estas tres poesías, que merecen ser leídas:

Víctor Hugo (2)

La semana pasada pusimos algo sobre Víctor Hugo, cuando presentamos su preciosa descripción del Hombre y la Mujer.

Quiero ahora presentar su hermosísimo “Te deseo”, un deseo de amor y reflexión, que merece ser recordado:

Te deseo
Víctor Hugo

Te deseo primero que ames,
y que amando, también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que sí es,
sepas ser sin desesperar.

El hombre y la mujer

Víctor Marie Hugo, nació en Besanzón, Francia el 26 de febrero de 1802, tercer hijo del General del Imperio Leopold Sigisbert Hugo, quien fue nombrado Conde por José I Bonaparte, Rey de España, y de Soplhie Trébuchet, de origen Bretón. Fue un destacado poeta, dramaturgo, escritor romántico, político e intelectual francés, muy influyente en la historia de su país y en la literatura mundial. Considerado como uno de los escritores más importantes de la lengua francesa.

Pasó su infancia en París, pero por los compromisos militares de su padre viajó mucho a Nápoles y España. En 1811 ingresó internado a una Residencia religiosa que los escolapios tenían en el Colegio de San Antón, que los ocupantes franceses habían convertido en un seminario de nobles. En 1813, luego de la separación de sus padres, regresó a París, con su madre quien vivía un romance con Víctor Lahorie, padrino y preceptor de Víctor Hugo, del que recibió su nombre. En 1815 su hermano Eugene y él son internados en la pensión Cordier, donde Eugene empieza a escribir su cuaderno de versos franceses y, Víctor Hugo empieza, en forma autodidacta a utilizar el ritmo y la rima. Sus primeros ensayos fueron revisados por un joven maestro de la pensión que hizo amistad con ellos.

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