La deshumanización del ser humano
Cada día, más hechos nos demuestran que el ser humano va perdiendo su capacidad de resolver los problemas con sus semejantes. Claro, hay muchos, muchísimos intentos para hallar las soluciones, pero esos […]
Cada día, más hechos nos demuestran que el ser humano va perdiendo su capacidad de resolver los problemas con sus semejantes. Claro, hay muchos, muchísimos intentos para hallar las soluciones, pero esos […]
Hace ya muchos meses que no he colaborado directamente con este periódico virtual, más que por voluntad propia, ha sido por las ocupaciones que nos agobian día a día. Pero no he dejado de revisar las notas que publican mis compañeros de página y, en una que otra vez, las he comentado, hecho que llevó a que algún aprehensivo criticara ese tipo de participación, y se me ha conocido más como “comentador” que como articulista. Esta vez, regreso con otra observación acerca de nuestro diaria manera de comunicarnos.
Últimamente, ha circulado en Internet un mensaje que pretende convencer con argumentos ideológicos que el sustantivo presidenta no es más que un “absurdo feminismo”, producto de la corriente izquierdista que ha soplado los últimos tiempos en Latinoamérica, y hace además un análisis simplón que pretende ser gramatical y que no pasa de un apriorístico repaso a normas mal citadas.
En estos tiempos de «lunes negros» y de vertiginosos sube-y-bajas (y más bajas que subes), se ha dicho y desdicho sobre cuál debe ser la intervención del Estado en el mercado, que si han colapsado el mercado y el capitalismo, que si la crisis bursátil es para el capitalismo lo que la caída del pretendido sistema comunista de Europa del este para el socialismo, etcétera…, me parece que se ha perdido la objetividad a favor de las percepciones ideológicas.
Es que no se pueden hacer comparaciones entre estos dos conceptos, ya que pertenecen a diferentes categorías: el socialismo es una ideología política y el capitalismo es un hecho histórico, incluso más que un «sistema económico».
Gracias a Dios, soy católico, cristiano católico. Lo digo con la convicción de que mi formación religiosa me ha dado el sentido moral y el discernimiento necesarios para distinguir entre lo que está bien y lo que está mal, independientemente de lo que la sociedad, el mercado o las mismas leyes humanas digan. Y qué mejor si las leyes humanas coinciden con la formación moral recibida en el templo y en un hogar cristiano.
Pero no siempre las leyes humanas coinciden con los mandamientos divinos…
Desde hace varios años, se viene notando que la «sociedad estética», como la calificó Fabián Corral, ha permitido que la violencia entre a sus hogares por medio de la televisión. Es por eso que, en todo este tiempo, muchos ecuatorianos, haciendo uso del sentido común, hemos estado haciendo campaña en contra de este tipo de violencia por distintos medios: cuidando en casa los programas que ven nuestros hijos, haciendo actividades de concienciación en las aulas de clase o manifestando nuestra inconformidad directamente a los medios de comunicación.
En un tono poco formal, escribí este «ensayo» en 2004. Me parece que mantiene su vigencia… ¿cierto?
Este es un tema del que me siento capaz de hablar a mis anchas, ya que he demostrado ser y me considero un ignorante a carta cabal. Tanto así es mi ignorancia, que en mi disertación no citaré bibliografía ni autores que hayan escrito o filosofado sobre el tema, pues ignoro si existen o no. Todo lo que aquí se consigna está basado en mis inexperiencias personales y los contactos que he tenido con otros ignorantes, que no sé si serán más o menos que yo…
Sin lugar a duda, cuando usted lee la palabra «genealogía», de seguro piensa en rancios abolengos, hispanidades, prejuicios y discriminaciones sociales, ¿cierto? Pues bien, eso era antes.
Hoy por hoy, el estudio de la historia social y de los orígenes familiares ha tomado derroteros mucho más prácticos, más útiles y menos elitistas. En otras épocas, la genealogía sirvió para justificar y mantener el poder en manos de ciertos linajes, familias o personas, ya que se pretendía que las capacidades, el liderazgo y las facultades gubernamentales pertenecían a quienes, por generaciones, lo habían detentado (alguna gente sigue pensando así). Y eso fue verdad en ciertos tiempos y circunstancias particulares… pero no más…
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Llega el Día de la Madre, y me parece conveniente compartir con ustedes este artículo que escribí en septiembre de 2007. Este domingo fue muy especial. Como muchos otros domingos, me levanté algo […]
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