28 marzo, 2024

Hijos inteligentes gracias a Familias inteligentes (Día de la Sagrada Familia)

No hay duda, la inteligencia es un don y cualidad personal. Todos la tenemos, no todos la desarrollamos. No se trata de una parte de nuestro ser, la racional o mental, sino de la totalidad. Entendemos inteligencia como la capacidad de ver dentro, intus/ legere, leer la realidad de las cosas en su profundidad. El hombre y mujer inteligente será aquel que sabe leer los signos de la vida que lo llevan a vivir en plenitud, que no anda de tumbo en tumbo sino que sabe ver más allá de las apariencias, discierne lo bueno de lo malo. El hombre o mujer inteligente tiene las condiciones para elegir bien los caminos correctos y hacer bien las cosas. El hacerlo, es la lucha de la educación de toda la vida, unir cabeza con corazón para que las manos sepan actuar. Es una aventura.

El último domingo del año, la Iglesia nos invita a rezar, pensar y cuidar las familias, festejando el día de la SAGRADA FAMILIA. Es curioso, es una fiesta que no entra en la sociedad civil, que solo festeja por separado, el día del padre, el día de la madre, el día del niño, da réditos y productividad comercial. Pero no sabemos el crecimiento espiritual y real de las personas. Todos sabemos que no habrá jóvenes inteligentes sin familias inteligentes. Ya que la verdadera inteligencia que hablamos es integral y solo se desarrolla en un cultivo, el del hogar o un buen ambiente que respete y fomente la libertad, los valores, la búsqueda de la verdad.

María: ¿La mujer perfecta, la mujer ideal, o la compañera ideal?

Al pensar en María, la madre de Dios, modelo de fe, no siempre pensamos en la mujer real y concreta, humilde y sencilla que fue, sino que la adornamos de oro y esplendor para ver en ella lo que no vemos en nuestro alrededor. En esta navidad debemos recuperar la imagen real de María: mujer, virgen, campesina, compañera, amiga, madre, esposa y creyente. La amiga de Dios y nuestra, como cuando visitó a Isabel, para amar y servir (Lc 1:39-45).

Por todo lo anterior, al pensar en María, pienso en mujer amiga y compañera de camino, “la que sabe ponerse en camino”, al lado no detrás ni delante, no sería compañera, la que sabe cuándo y cómo decir las cosas y en especial comunicar alegría y vida con su ser de mujer, de madre, de esposa, de amiga y amante: “Por los ojos que saben decir lo que llevan dentro/ por los pies que se acercan a los que están solos/ por el cuerpo que expresa nuestros sentimientos/ por los corazones que laten al unísono/ por quien con su amor nos comunica vida/ TE DAMOS GRACIAS CON FUERZA Y TERNURA”.

La imagen del Hombre/Mujer Fuerte

La forma como se nos presenta la imagen de Juan el Bautista, con quien estamos reflexionando sobre la imagen auténtica del hombre y de la mujer que necesitamos en nuestra sociedad es una imagen fuerte. El que se atreve a pasar por el desierto, mal comer, mal vestir, vivir austeramente sin los lujos ni superficialidades con que hoy muchos nos llenamos como necesidades instantáneas; nos hacen pensar que su carácter, su imagen es lo de un hombre fuerte, duro, que sabe de desafíos, que enfrenta y supera problemas, que sabe decir las cosas, sea a quien sea, por algo Herodes lo mandó a decapitar. ¿De dónde le venía la fortaleza de su carácter? ¿La fidelidad a su misión?

Sin embargo, este hombre fuerte, rápidamente abatido, no es un super héroe al cual debemos imitar irracionalmente. El creyente interpreta las escrituras con la sabiduría del Espíritu y con la inteligencia de la fe. Sobre Juan el Bautista nos dejaron en labios de Jesús las palabras más halagadoras que se le escuchó al profeta de Nazaret: “de entre los nacidos de mujer, ninguno es mayor que Juan”. ¿Qué grandeza admira Jesús en Juan? Nos desconcierta, cuando el mismo Jesús nos advierte, “Sin embargo, el último del Reino de Dios es mayor que él”. En donde reside la fortaleza de Juan, quien bautizaba, predicaba, tenía muchos seguidores y era admirado por muchos hasta el punto de confundirlo con el Mesías, como lo atestigua el interrogatorio al que fue sometido el Bautista en Juan 1: 19. ¿Qué mismo vemos en Juan el Bautista? Nos interroga Jesús: ¿una caña sacudida por el viento? ¿un hombre elegantemente vestido? (Lc 7: 25). De la respuesta a estas preguntas dependerá la imagen que me haga del verdadero hombre y mujer fuerte en la Biblia. Veamos qué le pasa al helecho y al bambú, imágenes nada fuerte, en apariencia, pero que nos hablan de ella:

Joven, ¿Cómo forjas tu imagen? Adviento 2012 (1)

La imagen que uno tiene de sí mismo es clave para caminar en la vida con dignidad y con sentido. Pero, ¿cómo se forma nuestra imagen? Son muchos los elementos que tenemos para ello: oír lo que dicen de nosotros, ver los modelos en la sociedad y los referentes más cercanos, buscar el ideal en el estudio atento de nuestra historia y cultura, este último, suele ser el más descuidado o el más manipulado por intereses ideológicos: ¿Alfaro? ¿García Moreno? ¿Simón Bolívar? ¿Manuela Saenz? Entre muchos otros, nos guste o no son referentes para unos o para otros. Querido Joven, ¿cómo te formas la imagen del ser humano que deseas ser? Esta visión te ayudará a levantarte con optimismo y esperanza, como también si es errónea te desviará del centro de la vida, del ideal posible y mejor, por algo existe el narcicismo y el hedonismo, como imágenes deformadas del ser humano, sin descuidarse que existe las lights, relativistas, aventureras, superhéroes, entre tantas otras que podemos describir.

Los textos bíblicos de este tiempo de adviento, para quienes tenemos fe, nos darán pautas para vivir la vida sabiendo esperar y fomentando la esperanza. En los inicios del cristianismo Adviento, significa advenimiento, se refería a la aparición del Señor al final de los tiempos. Cuando la Iglesia fijó la fiesta de Navidad y Epifanía se relacionó con la venida de Jesús en la encarnación. Estas dos venidas, la histórica por medio de María, en la Navidad, y la escatológica al final de los tiempos, en la Parusía, se consideran una sola espera desdoblada en dos etapas, por lo tanto lo que define al ser religioso, su imagen de varón o de mujer, que mide su temple y la calidad de su fe, es la espera y la esperanza.

La excelencia: Un valor para nuestro trabajo

“Cualquier cosa que esté a tu alcance el hacerla,
hazla según tus fuerzas” (Eclesiastés 9:10).

Podemos dar muchos nombres de personas que nos enseñan el camino de la excelencia.
Podemos pensar en las estrellas del atletismo, el caso Jefferson Pérez es un claro
ejemplo. Me viene a la memoria Sofía, nadadora y además excelente alumna, llegó
a ser escolta de la bandera en su colegio en la ciudad de Portoviejo. Pero, esta
excelencia surge de una superabundancia de dones naturales. No importa que tan duro
practiquemos algunos no llegaremos a alcanzar los records de Jeff, campeón mundial,
ni de Sofía, campeona del Pacífico. La excelencia está no solo en la perseverancia y el
esfuerzo, sino en desarrollar tu propio talento y el de los que te rodean. La raíz latina de
sobresalir transmite el sentido de surgir por encima de algo o de sobreponerse. Eso es
lo que la excelencia significa sobreponernos a nosotros mismos y levantar a los que nos
rodean, sacándoles el mayor partido a nuestros talentos y dones.

La historia del Hermano Duffy, un religioso jesuita que dio clases de latín y de religión por
más de cincuenta años en un colegio de EEUU es un ejemplo que nos ayuda a cualquier
educador en nuestro trabajo diario, como a cualquiera que sepa admirar de la creatividad,
constancia y coraje para sacar lo mejor de los adolescentes.

¿Qué tipo de cultura deseas construir?

Vivimos la cultura del depende: papá: querido hijo ayúdame en esto,
responde el hijo, “depende”… depende de qué, que termine mis cosas, desee
ayudarte, pueda hacerlo, si lo hace mi hermano, etc. ¿Cómo te sientes?
Depende, las circunstancias, como amanecí, etc. Suelen ser respuestas de
algunos jóvenes, que dependen de muchas cosas para afirmar su voluntad
de independencia. Suele ser normal y comprensible. Ojala se encuentre
maestros, padres, madres de familia que sepan educarlos en los valores
adecuados para responder a las exigencias de la realidad, en donde él depende
no es la respuesta adecuada a los compromisos y oportunidades de la vida.
¿Deseas ser feliz? No puede aceptar un depende, sino una firme, consciente e
inteligente respuesta que le ayude a armar un proyecto de vida.

Otros, dicen vivir la “Cultura del como si”. Algunos buscan la riqueza “como
si” su propósito en la vida fuera adquirir dinero. Y ojalá se entienda que
adquirir dinero es necesario, más no puede ser un propósito, es consecuencia
de mi propósito de vida. Otros viven como si estuvieran aquí en la tierra
para dedicarse al sexo, divertirse, evitar el aburrimiento o simplemente para
presentarse a diario en el trabajo y después irse a casa. “El como si” es otra
respuesta insuficiente que se da en una cultura.

¿Cómo formular un Propósito en la vida?

Propósito: intención clara y determinada de conseguir y hacer algo. Saber la
materia que se trata. Objeto a conseguir, meta. (DRAE). Las definiciones de los
diccionarios son claras. Las visiones de nuestras vidas no siempre son claras,
algunas veces borrosas, por algo se usa lentes.

Al vicepresidente de una gran Corporación aeronáutica se le hacía difícil
integrar su vida profesional, familiar y religiosa, como que la fe y la vida son
dos cosas distintas. Una cosa es la Iglesia, edificio, donde suelo ir y otra la vida
cotidiana, la calle. ¿Cómo integrarlos? Saltaba la pregunta ¿para qué estoy
aquí? ¿Cuál es el propósito de mi vida?

Imagina el Futuro (Lowney IX)

¿A dónde estás dispuesto a caminar?

Martín Luther King, en su discurso del 28 de agosto de 1963, dijo: “Tengo el sueño
de que mis cuatro hijos vivan un día en una nación en donde no sean juzgados por
el color de la piel, sino por el contenido de su carácter…, de que niños y niñas negros
puedan tomarse de las manos con niños y niñas blancas, y caminar juntos como
hermanos y hermanas”. Lo que hoy queremos motivarte, querido joven, es a imaginar
tu futuro, que no es simplemente soñar, es tener un norte, un horizonte que te invite a
actuar, a hacer lo imposible por alcanzarlo, a luchar por él.

¿Por qué gastar tiempo en tratar de imaginar un futuro idealista que posiblemente
no lleguemos a vivir para verlo hecho realidad? Séneca, el filósofo romano decía: “Si
uno no sabe hacia qué puerto navega, ningún viento le es favorable”. Muchos siglos
después, John Kotter, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, describió la
principal labor del líder como la de “fijar la dirección”: desarrollar una visión del
futuro, con frecuencia de un futuro lejano”. La palabra visión connota algo visto, y los
visionarios escudriñan más allá del curso de su vida para visualizar un futuro en el cual
valga la pena invertir su tiempo, su talento, su energía.

La cultura del YoYo (You are on Your own)

Si tu meta principal es ser feliz,
Vas a ser muy infeliz. Pero,
Si tu meta principal es amar, vas a ser muy feliz.

Una de las características principales de la cultura moderna occidental, es el
desmesurado consumismo y competitividad reinante. Además de la falta de
tolerancia y respeto hacia culturas diversas, como hoy se está viviendo en
el conflicto con los musulmanes. Si no buscamos diálogo no habrá futuro, si
no salimos de nuestro propio amor, querer e interés (san Ignacio de Loyola)
viviremos la cultura del yoyo, centrada en nosotros mismos. Estaremos solos.

En muchos lados de la cultura occidental se vive un desproporcionado
bienestar, mientras que millones de hermanos nuestros se arrastran por
los grandes basureros en busca de desechos que comer o vender, otros
mueren de sida, existe mucho analfabetismo, agravado por el analfabetismo
tecnológico. Vivimos como en tres grandes crisis: 1) la búsqueda de realización
a cualquier precio en el mundo próspero, 2) la miseria de los pobres en los
países en vías de desarrollo, y 3) la creciente ansiedad de aquellos que se
encuentran atascados en el medio.

¿Hacia dónde nos dirigimos?

La vida es complicada,
Es difícil poner en orden todas las variables,
El caudaloso río de la vida me lanza de nuevo a la corriente.

Una duda surge siempre que te encuentras con gente que lo tiene todo, pero
no suele ser amable, alegre ¿Por qué no son felices? Hoy en día en los
países de bienestar la gente puede ser más próspera que sus abuelos, pero
no son felices, cuatro veces más la gente dice que se siente sola. Confiamos
menos en los demás, en muy pocos se ve la integralidad y la honestidad de
su actuar, dos de tres creemos que los valores morales se han venido abajo.
No parece que haya mucha oportunidad para el optimismo en medio de tanta
prosperidad y comodidad en muchos lugares del Estado de bienestar. Las crisis
financieras amenazan constantemente el sueño de muchos.

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