15 noviembre, 2025

¿Cuál es la diferencia entre enamorarse y amar?

Siempre he pensado que las verdaderas razones por las que vivimos se encuentran en amar y aprender.

Desde el punto de vista neurofisiológico, las emociones son originadas por movimientos masivos de descargas químicas que se efectúan en la región supraorbicular del hipotálamo, ubicada en el sistema límbico, en el centro del cerebro.

Estas descargas químicas movilizan sustancias llamadas neurotransmisores cerebrales, como la adrenalina, la noradrenalina, el ácido gamma-aminobutírico, la sustancia P, entre otros. El traslado de una neurona a otra, y de ahí a muchas más, termina constituyendo las sensaciones conocidas como emociones.

Cada vez que existe un estímulo externo lo suficientemente fuerte como para impactarnos psicológicamente, en el sistema límbico se movilizan estos neurotransmisores. Ese transporte masivo de sustancias químicas nos hace experimentar emociones como el miedo, el odio, la angustia o la tristeza; o, por el contrario, si son gratificantes, nos producen sensaciones de felicidad, bienestar o alegría.

Estos movimientos de traslación de neurotransmisores son los que provocan que todo ser humano reaccione emocionalmente frente a los estímulos de su entorno.

Sin embargo, no todo lo que experimenta el ser humano se reduce a un complejo intercambio químico neuronal.

Lo que matiza y particulariza las emociones causadas por el traslado de neurotransmisores son los sentimientos que se desarrollan al mismo tiempo que ocurren estas movilizaciones químicas.

A diferencia de las emociones, los sentimientos son formados por el aprendizaje individual de cada persona, y su almacenamiento queda como una experiencia vivida registrada en la memoria.

Todo lo que nos rodea actúa como un estímulo sensorial que genera emociones, las cuales, junto con los sentimientos, se almacenan como respuestas matizadas de nuestra afectividad personal en el lóbulo temporal o región de la memoria.

Cada individuo aprende a reaccionar sentimentalmente según lo aprendido de su propia vivencia. Por eso, cada uno siente a su manera todo lo que le sucede.

Es en el aprendizaje donde la experiencia forja nuestra particular manera de vivenciar las sensaciones y dar sentido personal a los cambios químicos que producen las emociones.

En otras palabras, las emociones son movilizaciones de neurotransmisores comunes a todas las especies y se dan en el cerebro.
En cambio, los sentimientos son forjados por las vivencias individuales que resultan del aprendizaje y la experiencia almacenada como memoria personal.

Las emociones y los sentimientos hacen que cada persona reaccione de una manera propia. Los sentimientos, producto del aprendizaje, hacen que la reacción emotiva de cada uno sea diferente a la de los demás, aunque las movilizaciones químicas que producen las emociones sean comunes para todos.

 

Ejemplo ilustrativo

Supongamos que tomamos a cuatro hombres que desean enamorarse y los colocamos frente a una mujer que también quisiera enamorarse. Tal vez tres de ellos la vean objetivamente como una persona atractiva, pero solo uno de los cuatro terminará enamorándose de ella.

Lo que realmente ocurre en este ejemplo es que los cuatro movilizan químicamente los neurotransmisores cerebrales de sus emociones, pero solo uno se involucra afectivamente por medio de sus sentimientos.

 

Cuando uno se enamora…

¿Realmente se enamora de la persona de quien cree enamorarse?

Mientras estamos enamorados, vemos al sujeto de nuestro amor como lo máximo: simpático, afable, agradable, correcto, maravilloso, responsable, etc.

El enamoramiento es una ilusión que deforma la realidad. Es una percepción distorsionada, producto del fuerte sentimiento que nos hace ver solo lo que queremos ver de quien estamos enamorados.

Enamorarse es una distorsión de la realidad que genera un sentimiento profundo pero de corta duración, el cual obnubila la conciencia.

Lo que realmente sucede es que, al ilusionarnos, proyectamos nuestras propias necesidades en la persona de quien estamos enamorados.

Si queremos a alguien bueno, lo veremos bueno. Si necesitamos paz, lo veremos como alguien que nos la brinda. Si queremos alegría, lo veremos alegre, y así sucesivamente.

Proyectamos nuestras necesidades para que sean llenadas por la persona que nos genera esa ilusión o distorsión de la realidad.

En otras palabras, no nos enamoramos de la persona en sí, sino que proyectamos nuestras necesidades en ella y la vemos como nuestras carencias quisieran verla.

Es la intensidad del sentimiento la que nos hace percibir situaciones inexistentes, pero que traducen nuestras necesidades proyectadas en la persona que nos las hace sentir.

Por esa razón, cuando una pareja se separa, una de las partes suele preguntarse:

“¿Cómo pude ser tan ciego(a)? ¿Cómo no me di cuenta de cómo era?”

Lo que ocurre es que el sentimiento y la proyección distorsionaron la realidad, haciéndonos vivir una ilusión construida más sobre nuestras necesidades que sobre lo que realmente encontramos en la otra persona.

El enamoramiento, entonces, es una ilusión basada en nuestras necesidades. Es un sentimiento intenso, profundo, pero efímero, que obnubila la conciencia y nos gratifica tanto que solo nos hace vivir sensaciones y emociones, sin participación de la razón.

 

Ejemplo extremo

Supongamos que me enamoro de una prostituta que trabaja en una esquina. Me obsesiono tanto con ella que dejo de trabajar, abandono a mi familia y paso el tiempo escuchando música romántica mientras pienso en ella.

Mis amigos me dicen que estoy loco, que ella es una mujer de la calle, que nunca cambiará, que está acostumbrada a una vida difícil y que tiene relaciones con muchos hombres.

A pesar de que todo eso sea cierto, como estoy locamente enamorado, no la veo como es en realidad: solo la veo como una santa.

Mientras esté enamorado de esa mujer, el sentimiento que distorsiona mi conciencia no me permitirá concebirla de otra forma.

Este es un ejemplo extremo del enamoramiento como distorsión de la realidad: un sentimiento profundo, intenso y efímero que nubla la razón y solo permite sentir, soñar y suspirar.

 

Amar es otra cosa

Amar es un sentimiento igualmente profundo, pero mucho más estable y duradero. Implica la participación del razonamiento en la aceptación del otro tal como es, y no como quisiéramos que fuera.

Enamorarse es sentir; amar es sentir y razonar.

Amar es un sentimiento más completo.

Volviendo al ejemplo anterior, si después de razonar que ella es una prostituta, que nunca cambiará, y aun así la acepto tal como es, entonces —para mi mala suerte en este caso— la amaré.

Por eso es muy importante que sepamos diferenciar en el mundo afectivo.
Debemos vivir con el amor expresado en todas sus formas, pues el amor debe ser la meta suprema de nuestra vida.

Reconocer la diferencia entre enamorarse y amar nos permite vivir relaciones más conscientes y humanas.

Los sentimientos solo tienen razón de ser si se comparten.

El amor que no se dice es como el amor que no se tiene.

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