15 noviembre, 2025

Para tu proyecto: Hábito 2: El fin en la mente

La vida es como un árbol, sin raíces no crece. ¿Cuál es tu raíz? Los principios que forjaron tu vida con los ejemplos de papá, mamá, familiares y amigos. Pero tú no eres un repetidor. Tú eres un programador. Tú eres el que debes tomar las riendas de tu vida. A eso se llama tener el fin en la mente en la propuesta de Sean Coven de los “7 Hábitos para el Adolescente altamente efectivo”.  

El hábito 1, ser proactivo, dice que tú eres el conductor de tu vida, no un pasajero; no eres un reactor que simplemente responde a estímulos. Tú te mueves por deseos, principios, ideas, aspiraciones. Por ello debes formular la meta de tu vida, la orientación de tu existencia en una propuesta clara, posible y amplia. Es el hábito 2: formular el fin de tu vida en un enunciado de misión ¿para qué estás en el mundo? Tú decides a dónde quieres ir. 

¿Cómo aclarar el fin de mi vida? ¿cómo construir un enunciado de misión? ¿cómo descubrir para qué estoy en esta vida? No se trata de algo muy importante y necesario ¿qué carrera quieres elegir? Sino qué tipo de profesional deseas ser. No es lo mismo. Y es lo que en los colegios y en las universidades la forma de ser y de testimoniar el aporte que hacen a la sociedad sus docentes y la manera cómo lo viven y contagian dicen mucho más que palabras o cátedras. 

Usa tu imaginación, escucha a tu corazón, pero aprende a gozar de una sana soledad y silencio, única manera de escuchar. Debes tener una idea de lo que es importante para ti y de conocer tus mejores talentos, aquellos que marcan tu manera de ser y muestra un diferencial entre tus amigos y familiares. Pregúntate ¿qué te gustaría lograr al terminar la secundaria, la universidad? No se trata de decir sacaste un título o certificado sino qué lograste aportar a la sociedad, de qué te puedes sentir contento de haber realizado un bien. 

¿Por qué es tan importante poseer un fin en la mente? ¿saber para qué estoy en este mundo? Por dos razones. Uno: estás en un crucero, el de tu vida y hay distintos caminos. Lo que elijas hoy afectará tu mañana. Dos: Si tú no decides tu propio futuro, otro lo hará por ti. 

Al ser joven, uno tiene la vida por delante, puedes elegir un crucero, un tren, un avión, que te lleve a donde quieres. Y allí está la cuestión ¿dónde quieres ir? Que no te dé respuesta el gato de Alicia en el país de las maravillas: ¿podría decirme cómo salir de aquí? –Eso depende ¿a dónde quieres ir? –respondió el Gato. –No me importa a dónde, dijo Alicia. –Ah bueno, entonces no importa a donde vayas- repuso el Gato.

En nuestro caso, al ser libre y con voluntad de elegir con inteligencia para discernir y comprender qué es lo mejor para mí, dónde desarrollar mis talentos, cumplir mis sueños, debo elaborar un enunciado de misión que es de más impacto, aunque de menos trámite que el de una hoja de ruta. Es tener una clara imagen de lo que quiero ser en un determinado tiempo de vida, cuando termine un ciclo.  Es decidir qué dirección deseo darle a mi vida. Qué es lo que forja mi marca personal, mi productividad en el mundo de la vida. Es saber ¿cómo valoro la relación de amistad? ¿el sexo y sus dimensiones? ¿cómo disfruto bien de la vida? ¿qué es lo que me ayuda a ser humano en el conocimiento y el aprendizaje vital? Si no creo una visión sana, alegre, holística de lo que quiero ser. Elegiré o adaptaré la que el mundo, la sociedad me presenta como los clichés de éxitos y estándares de felicidad. 

Seguir una corriente no es una gran decisión, a veces una simple adaptación, necesidad, pero es reactividad, no protagonismo. ¿A dónde va Vicente? A donde va la gente.

Aquí el ejemplo de un joven que después de leer el capítulo dos del libro de Sean Covey de los 7 hábitos, forjó su enunciado de misión: “Ten confianza en ti mismo, y en los que te rodean. Sé generoso, cortés y respetuoso. Fija metas que puedas alcanzar. Nunca pierdas de vistas tus metas. Nunca des por hechas las cosas simples de la vida. Aprecia las diferencias de los demás. Haz preguntas. Aspira cada día a lograr la independencia. Habla con tus actos. Dedica tiempo para ayudar a otros. Lee diariamente. 

Nuestras vidas no siempre necesitan cambios de 180 grados de dirección. Necesitamos pequeños desplazamientos. Los pequeños cambios pueden producir enormes diferencias en el destino. Imagina si quieres volar de New York a Tel Aviv, en Israel e hicieras el cambio de vuelo de UN GRADO hacia el norte, terminarías en Moscú. 

 

PARA PENSAR 

¿Qué es tener el fin en la mente?
Haber aprendido cuál es el fin de tu vida y tenerlo presente. 

¿Cómo se construye un fin en la mente?
Haciendo un enunciado de misión: una canción, poesía, que muestre tu horizonte

¿Por qué debo tener un fin en la mente?
Porque estás en el crucero de la vida y nadie puede decidir por ti



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