Tenemos que mejorar las empresas públicas. Para eso se elige a un presidente: para que las maneje bien. No hemos elegido a un liquidador que venda los activos del Estado, peor aún, que las administre mal para venderlas barato. Ese tipo de gobierno es incompetente. Ser presidente significa manejar el sector público, y si no puede hacerlo y dice que el sector público es ineficiente, es porque él es ineficiente.
Es cierto que dentro de las instituciones públicas se han beneficiado ciertos funcionarios, pero esas instituciones nunca han sido manejadas técnicamente, sino políticamente. Petroecuador, por ejemplo, es un botín político.
El presidente de la República actual es el presidente del Directorio de CELEC y de Petroecuador, y ha sido presidente del Directorio cuando se han cometido atracos como en el caso PROGEN. ¿Cómo es posible que el presidente de la República, siendo presidente del Directorio de CELEC, haya aceptado la compra de chatarra por 120 millones de dólares que no han producido un solo megavatio de energía?
¿Dónde está el combate a la corrupción? ¿Por qué no empieza por Carondelet, por sus ministros? Ellos son quienes designan a los directores de estas empresas estatales, que son de libre remoción, es decir, pueden ser reemplazados en cualquier momento. Entonces, ¿de quién es la culpa? De quienes los nombran, obviamente. No se puede culpar únicamente a los malos funcionarios que existen en estas empresas. Dudo mucho que el presidente esté combatiendo la corrupción, porque la corrupción está dentro de su propio Gobierno.
Noboa ha propuesto una Asamblea Constituyente en la que se fomenta el bipartidismo, que es excluyente. En ella solo existirían el noboísmo y el correísmo, y el resto nada. Si uno dice algo en contra del presidente, lo llaman correísta, y ahora hasta terrorista. Todo esto busca lograr una Constitución hecha a la medida del presidente. Por eso, esta propuesta no es viable y es inaceptable.
En el fondo, lo que busca es tener una Constitución que le permita privatizar las empresas del Estado para manejarlas de manera privada, cuando se lo eligió para que las administre desde el sector público, donde ha fracasado rotundamente. No podemos darle una Constitución a la medida de un ineficiente que llama terrorista a todo aquel que se opone a él y hasta “da bala”.
Necesitamos una tercera opción, una Tercera Vía. Una alternativa al correísmo y al noboísmo: ni lo uno ni lo otro.
Allá que se peleen entre ellos, que se disputen cuál de los dos gobiernos ha sido más corrupto. Pero las personas que no tenemos nada que ver con ellos necesitamos una Tercera Vía, porque hay mucha gente desencantada, gente a la que se silencia si protesta contra la ineficiencia del Gobierno, diciéndole que es correísta. Y uno no quiere ser correísta, porque el correísmo es un cuco, al que combatí por diez años, mientras los que ahora se encaramaron en el poder nunca estuvieron en las calles.
A tal punto, que no se enteraron de que las personas que lideraban esas protestas contra Correa, por allá en el 2015 —las más fuertes—, eran precisamente los indígenas y los trabajadores, a quienes ahora llaman terroristas porque se oponen al Gobierno actual. Pero cuando se oponían al gobierno de Correa, los vitoreaban.

Ese es el cuento que nos han contado desde las tres últimas elecciones: la de Lasso y las dos de Noboa. Que solo existen dos tendencias: la correista, y la que por poderío económico (billete) , le puede hacer contrapeso, y que entonces hay que votar por esta, para que no regrese el correismo, y este cuento ha sido promocionado, publicitado por los medios de comunicación. Cuanta perversidad, se ha cometido en contra del país, su desarrollo y la seguridad de los ciudadanos, debido a este temor. . Por supuesto que existe una tercera alternativa, la de tener un presidente capacitado, que no nos engañe, ni nos mienta, que quiera el bien para el país, que no tenga compromisos con argollas de poder, que sea honesto y valiente, un claro ejemplo de ello, es el Dr. Carlos Sagnay de la Bastida.
Muchas gracias Fátima por su amable comentario. Bendiciones.