15 noviembre, 2025

Son menos, pero parecen más

Solo falta imponer que todos los ecuatorianos a viva voz digan: ¡Viva la oposición! Sin duda, esa es la pretensión de una minúscula minoría manipulada e influenciada por líderes gremiales y políticos que quieren un país esclavo del estancamiento y del atraso progresivo; de un pueblo viviendo eternamente los males derivados de la pobreza en todos los órdenes: educación, salud, seguridad, empleo, vivienda, etcétera, es decir, “perpetuando el ciclo intergeneracional” de las carencias humanas.

Los que irresponsable y criminalmente dieron derecho a la resistencia popular, otorgaron garantías en exceso a los delincuentes, eliminaron el requisito de la visa para ingresar al Ecuador, despreciaron la ayuda militar extranjera, repudiaron la inversión internacional, santificaron el estatismo, defendieron, apoyaron y practicaron el autoritarismo de las dictaduras, llamaron irregulares a los terroristas, pactaron con las pandillas, inventaron sectores estratégicos, crearon noveleros e inservibles poderes del Estado, persiguieron a la prensa libre, entre otras acciones del mismo tipo, son lo que lideran los esfuerzos para convertir al Ecuador en un país inviable. Al lado de ellos se ubican los que, en más de una ocasión, fueron marginados, acosados, golpeados, encarcelados y humillados por los primeros.

Juntos y revueltos, de la mano, son la máxima oposición al desarrollo: no a la exploración y explotación petrolera y minera legal, no al apoyo internacional para combatir la inseguridad ciudadana, no a la reestructuración del IESS, no mayores penas para el delito en todas sus formas, no a la modernización del código del Trabajo, no a la eliminación de los subsidios a los combustibles (sinónimo de beneficio para los más ricos y los contrabandistas), no a la extradición de delincuentes, no al achicamiento del aparato burocrático, no a la gran inversión privada nacional y externa, no a la concesión de carreteras…, en fin, no a todo lo que significa la posibilidad cierta de lograr bienestar para la población.

Parece mentira, pero es cierto: el Ecuador está enrejado, obstaculizado, atado de manos, paralizado, impedido de avanzar, por decisión de su más grande minoría poblacional. ¿Hasta cuándo la mayoría nacional soporta y tolera semejante barbaridad? De una vez y por todas debe terminarse con tan lacerante realidad.

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