15 noviembre, 2025

Eliminación del Subsidio al Diésel

El tema de fondo no es la eliminación de los subsidios, sino el engaño a los ciudadanos a quienes se les prometió no tocar los subsidios a los combustibles. Este tema debió ser tratado durante la campaña presidencial, pero no lo hicieron. Sabían que provocarían protestas y ni siquiera se sentaron a dialogar para llegar a un acuerdo. Tampoco han pedido disculpas por haber mentido, sino que siguen haciéndolo descaradamente. Los gobernantes tienen una gran responsabilidad en mantener el orden, y eso significa prevenir antes que lamentar.

Las políticas públicas deben ser consultadas, “socializadas” y acordadas antes de ser introducidas, para evitar protestas y desmanes, especialmente cuando, apenas unos pocos meses antes, se prometió no tocar los subsidios. La mentira, especialmente cuando proviene de alguien en quien se confía, provoca una reacción de rechazo y queja a todo nivel: personal, privado, público y general.

Los manifestantes protestan porque sienten el engaño que genera desconfianza. Siendo el gobernante responsable del engaño, debe asumir su responsabilidad en la reacción de los engañados, más allá de si la decisión tomada ayuda o no al desarrollo del país o a resolver el problema. Debió haber prevenido antes de eliminar el subsidio; no lo hizo. Luego debió apaciguar los ánimos mediante el diálogo; tampoco lo hizo, sino que confrontó. La forma en que se toma la decisión es muy importante, y hay que asumir las consecuencias.

El verdadero cambio solo se puede dar con la verdad, no con el engaño. Si alguien tolera la mentira del gobernante, seguramente también tolera el engaño en su casa. La mentira y el engaño tienen consecuencias. En este caso, es la protesta. Pienso que la mayoría no está en contra de la protesta, sino de la violencia. No todos los que protestan lo hacen con violencia, pero hay que darse cuenta de que en toda protesta también hay infiltrados que causan daños materiales y físicos. Por eso, quienes asisten a las manifestaciones corren riesgo, incluso sin participar en actos violentos. Por supuesto, hay que oponerse a la violencia, pero hemos presenciado esa violencia de ambos lados.

El presidente conocía los problemas existentes; sin embargo, mintió durante la campaña y recientemente también, diciendo que no había prometido no tocar los subsidios al diésel, a pesar de que existen varios videos en los que lo dice.

Algunos tratan de justificar la mentira. Unos dicen que, si el presidente decía la verdad durante la campaña, no habría ganado las elecciones. La falta de empleo en nuestro país lleva a muchos a esperanzarse con cada gobierno que llega, e incluso a aceptar las mentiras. Pero no está bien mentir, ni tolerar la mentira. Estas protestas son consecuencia de la mentira. Otros dicen que es el pretexto que necesitan los terroristas; sin embargo, el Gobierno debió haberlo previsto y reunirse con los sectores humildes que serían afectados. El presidente no lo hizo durante la campaña, ni después de ganar las elecciones, y todavía no lo hace.

Para mí, la palabra es muy importante porque trae consecuencias. Si el presidente no podía cumplir, sabiendo que habría protestas, debió haber prevenido y llamado al diálogo para convencer a los ciudadanos de que lo que iba a ejecutar era lo mejor. Las políticas se introducen luego del diálogo, no al revés. La política es el arte de convencer; no se convence a palos. A palos se somete, pero no se convence.

No quiero el caos en nuestro país, pero quiero que el presidente asuma su responsabilidad y resuelva el problema como un caballero. Hice dos preguntas cuando él estaba en campaña: una acerca del déficit y cómo resolvería el problema, y otra sobre el CNE. No contestó a ninguna de las dos, por lo que no apoyé a ningún candidato.

El CNE sigue igual, pero ahora al servicio del nuevo presidente, con miembros cuyas funciones terminaron legalmente en 2020. Incumplió con su palabra de no tocar los combustibles, y el resultado es la protesta, que genera pérdidas para el país. Si a usted le miente una persona en la que confía, le reclama si cree que puede enmendar, o la desecha si ya no le cree.

No le creo a los mentirosos, ni a gobiernos que, en lugar de resolver los problemas económicos del país, pierden —y nos hacen perder— el tiempo en política, porque no quieren resolver los problemas económicos de los ciudadanos, sino los suyos. Ejemplos de manipulación abundan en nuestro país, con todos los gobiernos: del viejo Ecuador y del “nuevo Ecuador”.

4 comentarios

  1. Absolutamente de acuerdo con tu artículo Carlos. Celebro que estés entre los pocos que con frntalisad y valentía confrontan. Lamentablemente cada día somos menos, pues en medio de esta situación calamitosa que en lugar de mejorar, va empeorando, no solo el pueblo llano, sino «respetables» señores y señoras, optan por callar o justificar lo injustificable. El problema de fondo está en el propio pueblo que ha perdido sus valores como el de repudiar la mentira y la manipulación, asumiendo que, si se critica a este gobierno, automáticamente uno se convierte en correista. Hay una aberración mental en muchos referentes políticos que con su torpeza y ceguera arrastran la opinión de los demás. Saludos.

  2. Quien ejerce de líder y más en este caso quien lidera un país, debe ser honesto, sincero, El presidente no solo ha dicho una mentira, ha dicho varias, y esto a más de quitarle toda credibilidad de al menos quienes nos alejamos de las embustes, de las mentiras, nos sentimos burlados, es una traición a los ciudadanos.
    Respecto a quienes justifican, normalizan las mentiras, diciendo que si decía la verdad, no ganaba las elecciones, demuestran es una pobreza de valores, de espíritu, Gracias Dr. Carlos Sagnay de la Bastida, por su aporte con este artículo, que refleja el sentir de quienes no toleramos a los mentirosos ni embusteros.
    Fátima Macancela

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