Pongamos en contexto el tema. Como toda la institucionalidad pública, existe una crisis burocrática contaminada de corrupción que hoy se ha vuelto normal: perder una cédula es prohibitivo.
Las denuncias vienen desde el secuestro del Registro Civil por quienes controlan nuestra identidad. Hoy, renovar la cédula de identidad se ha vuelto un privilegio que se compra a través de vacunadores. En las agencias del Registro Civil a nivel país no existen turnos disponibles ni de forma presencial ni por internet, ya sea por falta de insumos o negligencia burocrática. Pero lo raro es que en el entorno de estas instituciones, en los famosos cibercafés, te dan turnos en 15 minutos y en 4 horas el documento está listo.
La conclusión es que la presencia de vacunadores de corbata hace un negocio lucrativo y nadie hace nada. El mismo sistema funciona en la calle: el sistema no está colapsado, está secuestrado; no está saturado, el sistema está saboteado, y el negocio de renovar su documento de identidad tiene su precio, dependiendo del estado de necesidad de la gente, entre 25 dólares el turno y 80 dólares a la entrega de la cédula. Sinvergüenzas.
