8 julio, 2025

Irán y el fin del terrorismo diplomático

La retórica del fundamentalismo islámico carece de los recursos para enfrentar con algún éxito bélico a Israel y a través de sus proxies ha pretendido minar el poder judío, cuya efectividad podría borrar a Irán del mapa. El terrorismo de Hezbolá, Hamás, los hutíes en Yemen y la Siria de Assad en su momento, todos diezmados por Israel, pretendió comprar tiempo mientras Teherán intentaba enriquecer uranio con detonante capacidad nuclear que alcanzaría a Tel Aviv.

Israel tiene a Estados Unidos, pero Irán no tiene aliados que respondan en igual magnitud. Rusia no ha conseguido doblegar a Ucrania para enfrascarse ahora en otra guerra que igual no puede bancar. Además, Jamenei no es lo suficientemente importante para Putin, y el petróleo iraní tampoco lo es para Xi Jinping. Corea del Norte, por otro lado, tiene poder nuclear, pero sus misiles intercontinentales requieren de mayor tecnología como la probada ya por Irán. Kim Jong-un, bajo la esfera de Rusia y China, no podría comprometer medios y reservas sin afectar sus propios intereses. Finalmente, el rival de Pakistán es India, no Israel.

El nacionalismo iraní, a favor o en contra de Jamenei y más allá de que nunca dispondrá de un dispositivo nuclear, jamás aceptaría una rendición incondicional. Una revuelta interna, empero, conllevaría el eventual colapso del liderazgo islámico junto a una reestructuración política interna y la recomposición del mapa estratégico regional. ¡Cuánta destrucción para moderar la insensatez, necedad y radicalidad de los ayatolas!

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